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Café boliviano producido por un suizo

René Brugger, economista suizo convertido en cafetalero en los andes bolivianos. swissinfo.ch

Cuando llegó la jubilación, René Brugger decidió quedarse en Bolivia, su último destino como funcionario de la cooperación suiza. Mientras sus hijos volvían a Suiza, este economista empezó en el país andino una vida como cafetalero.

Junto con 30 familias campesinas, en 2009 el suizo ha producido 1.200 kilos de café que comercializa a través de ‘Munaipata’, pequeña empresa que aspira a convertirse en modelo de sostenibilidad.

“La meta es triplicar la producción, no más, pues un café de calidad no se puede cultivar en cantidades muy grandes”, señala Brugger, quien aprovecha sus vacaciones en Suiza para promocionar su producto.

Empaquetado, tostado pero no molido, el aroma del café de Brugger atraía a los visitantes a su estand en el bazar cultural organizado por la Kirchgemeinde Heiliggeist (Comunidad Eclesiástica del Espíritu Santo) de Berna, que apoya el proyecto Mocomoco en Bolivia.

¿Bajo qué condiciones se produce este café tan aromático? La tierra, el grado de exposición al sol y a la sombra y la humedad son decisivos, responde Brugger a swissinfo.ch. El suizo ha encontrado en Coroico – localidad ubicada entre los 1.300 y 1.900 msnm – el lugar ideal para producir el grano.

Sin embargo, su deseo de seguir contribuyendo con su experiencia de 30 años en la cooperación para el desarrollo, sus profundos lazos con el país andino y su gente, y el sueño de ser su propio jefe lo han llevado más lejos: hace tres años fundó ‘Munaipata Café de Altura S.A’.

La sociedad anónima permite la participación de los productores como accionistas, indica este suizo de 65 años. “Treinta familias venden el café a Munaipata, soy uno de los productores. El 10% de lo que procesamos es mío”.

Los productores no son familias, sino más bien mujeres. “Ellas también cosechan los granos en su punto exacto de maduración, ni muy verdes que acidifican al café, ni muy maduros, que le hacen perder sabor y aroma. La selección del café es, en realidad, el factor determinante de la calidad, luego viene el lavado y secado”, refiere.

Buenos recursos naturales y humanos

Brugger considera que, “a diferencia de algunos bolivianos que piensan que todo lo de afuera es mejor, los suizos aprenden desde pequeños que lo que hacemos es lo mejor. Pero Suiza ha debido desarrollar calidad a falta de recursos naturales. Los bolivianos, en cambio, tienen oro, plata, gas… y son capaces de dar a sus productos un valor agregado”.

Este suizo, que afirma que con ‘Munaipata’ está logrando demostrar la capacidad de los bolivianos, espera que su modelo se multiplique. “Nuestro café de calidad es resultado de la voluntad y disciplina de la gente de Coroico, sobre todo de las trabajadoras”.

Su énfasis en las trabajadoras no es casual. “En el área rural, los hombres jóvenes emigran a la ciudad y quedan las mujeres con los niños y los abuelos. Durante la cosecha es difícil encontrar mano de obra masculina. A largo plazo éste va a ser un grave problema porque muchas mujeres se acercan a una edad en la que no pueden trabajar la tierra intensamente”.

Mejores precios para hacer atractivo al campo

Para revertir esta tendencia, ‘Munaipata’ paga mejores precios. “Por un quintal de café, 200 bolivianos (unos 30 francos), el doble del precio del mercado. Esto incentiva la producción de café, pues la mayoría de campesinos tiene además cocales, más rentables por sus mejores precios en el mercado y porque la siembra de coca es promovida por el gobierno boliviano”, explica Brugger.

Como sociedad anónima, sin ser capitalistas salvajes, tenemos que ser rentables a corto plazo, precisa. “Pero por las 30 familias, el grupo meta del proyecto, no podemos dejar de pensar a largo plazo: renovar los árboles viejos, luchar contra enfermedades peligrosas como la broca que ataca al grano y se expande hasta por 7 km a la redonda…”.

‘Munaipata’ no combate la broca con fungicidas sino con un hongo biológico. También apoya la producción y la productividad con la renovación de cafetales- en 2009 plantaron 12 mil cafetos – pero estas medidas requieren una inversión a largo plazo que por ahora la empresa no puede cubrir.

Para mejorar su rentabilidad, desarrollan un proyecto de turismo del café y en tres meses van a abrir un restaurante que ofrecerá a sus clientes una visita a los cafetales.

Brugger también ha creado la asociación ‘Producir mejor en Coroico’ para obtener el apoyo de instituciones, personas y asociados que en Suiza, Bolivia u otro lugar del mundo compartan la meta de mejorar las bases productivas en Coroico.

Ocho de los 25 accionistas de ‘Munaipata Café de Altura S.A.’ son productores y productoras, pero con muy pocas acciones: “Tengo el 86% de las acciones y espero que nos puedan apoyar subvencionando la compra de más acciones para los productores. Para ellos una acción de 100 bolivianos (15 francos) es demasiado cara”.

En su opinión, los gobiernos de América Latina siguen siendo burocráticos y en Bolivia, en particular, muchas regulaciones obstaculizan que una empresa se formalice. Empero, los problemas no amilanan al suizo.

Se siente en el paraíso

“Volver a Suiza jubilado hubiese sido muy difícil. Me quedé en Bolivia porque allí tenía mi lugar”, expresa.

Hoy los bolivianos le recomiendan aprender aimara. “Creo que será difícil porque ya estoy viejo. Soy un k’ara (blanco, en lengua aimara), pero me consideran uno de ellos. No creo que ser blanco y extranjero sea un problema, a menos que uno mismo se margine. Los indígenas podrían devolver el racismo que sufrieron durante más de 500 años, mas no he sentido animadversión”.

Al contrario, la comunidad de Munaipata está orgullosa de que hayamos escogido su nombre para denominar a nuestro café, sentencia Brugger, quien quiere hacer honor a su nombre, que en suizo alemán significa ‘el del puente’. “Quiero unir a productores y consumidores, a Bolivia y Suiza. Me quedo en el paraíso y no lo voy a abandonar voluntariamente”.

René Brugger nació hace 65 años en Altdorf, cantón de Uri. Estudió economía en la Universidad de Ginebra.
Antes de Bolivia, trabajó en Camerún, Pakistán e India como funcionario de la Agencia Suiza para la Cooperación en el Desarrollo (COSUDE).

En el país andino fue jefe de proyecto de microfinanzas de COSUDE, hasta 2003. Después, durante año y medio asesoró al Ministerio de Desarrollo Económico.

En 2005 se jubiló.

Es padre de seis hijos, de los cuales cinco crecieron en Bolivia. Hoy todos los hijos residen en Suiza, pero mantienen fuertes lazos con Bolivia.

Coroico es una zona de transición entre el Altiplano y la Cordillera Real al oeste, y las estribaciones de las tierras bajas amazónicas al este. Es una región subtropical de Los Yungas con temperaturas entre 20° y 25° grados.

El café que produce es una variedad del tipo Arábica, un café de altura.

En 2009 produjeron 1.200 kilos; ¾ partes de esta producción se consumieron en Bolivia, y ¼ en otros países, principalmente Suiza.

La iglesia del Espíritu Santo de Berna apoya este proyecto desde 2010 y durante un periodo de 3 años.

Con tal fin organizó un bazar cultural en el que se vendieron libros, productos bolivianos, pasteles y artesanía suizos.

Para los niños hubo cuentos populares sudamericanos.

En la noche cultural se ofreció una cena y cantó el Coro de Mujeres Latinoamericanas.

Además, la Iglesia recauda fondos para el proyecto a través de donaciones y colectas en la misas.

El coordinador para Latinoamérica de ‘mission 21’, párroco Heinz Bichsel, explicó que el proyecto Mocomoco se realiza lejos de los centros urbanos y promueve el desarrollo definido por las propias comunidades en las áreas de salud, alimentación y agricultura.

La organización socia local es Proyecto Integral Mocomoco (PIM) desde 1985.

El proyecto también es apoyado por COSUDE y la ONG Pan para el Prójimo.

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