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La banca privada en plena mutación

Elegancia y discreción: el cliente era el rey en el antiguo banco Wegelin. Keystone

La desaparición del banco Wegelin y la transformación de la estructura accionaria de Pictet y Lombard Odier reducirán el número de familias de ‘banqueros privados’ de las 60 que había durante la Segunda Guerra Mundial a solo nueve.

La tasa de riqueza que generan los países emergentes eclipsa la de Europa, afectada por los bajos rendimientos que arrojan sus mercados volátiles y la cruzada internacional antievasión que ha asestado un duro golpe al secreto bancario.

Un enrarecimiento de la atmósfera financiera que muchos observadores temen que se revierta contra los tradicionales bancos privados de gestión familiar, poniendo en riesgo su supervivencia.

Rahn & Bodmer, hoy el banco privado más antiguo del país, no carece de cualquier despliegue de ostentación. Cuando sus clientes entran a las oficinas de Zúrich no hunden sus pasos en mullidas alfombras y tampoco son seguidos por la orgullosa mirada de antiguos cuadros al óleo con lujosos marcos.

A cambio, el banco exuda un aura de serenidad y de comedida eficiencia que oculta con discreción todos los malos momentos y episodios de volatilidad que ha vivido esta firma familiar en 263 años de historia.

Seguridad ante todo

Una de las más exitosas cartas de presentación del banco ha sido siempre que sus cinco socios se han comprometido a aceptar una responsabilidad personal ilimitada si la institución incurre en pérdidas. Una condición indispensable para llevar el nombre de banquero privado en Suiza, en vez de banco privado. Es una distinción de tal importancia que la Asociación de Banqueros Privados Suizos (ABPS) tramitó incluso los derechos de autor de este término en 1997.

“Los clientes valoran profundamente que los socios prodiguen siempre el máximo cuidado a su modelo de negocios, a tal grado que aseguren que jamás habrá daño contra la institución. Y esto se traduce en un modelo de negocios que tiene aversión por el riesgo y que es más conservador que el de otras instituciones”, explica a swissinfo.ch Christian Rahn.

Hasta el año pasado, Rahn & Bodmer era el segundo banquero privado más antiguo de Suiza. Las cosas cambiaron cuando el banco Wegelin -anterior líder- se desmoronó víctima de los tiempos modernos, tras los ataques feroces de los abogados estadounidenses que lo acusaban de ayudar a sus clientes norteamericanos a evadir impuestos.

Jurídicamente, Wegelin aún existe y lo hará mientras el proceso legal no haya concluido. En el terreno práctico, no obstante, el banco de San Gall, fundado en 1741 ya no opera en la actualidad.

Para muchos observadores, el destino de los socios de Wegelin –que podrían perder hasta la camisa debido a las multas que enfrentarán en Estados Unidos- ha llevado a otros dos pesos pesados del sector, Pictet y Lombard Odier, a revisar su modelo de responsabilidad civil ilimitada como banqueros privados.

Existen fundamentalmente tres categorías de bancos privados en Suiza.

El primer modelo corresponde a los banqueros privados. Solo hay 11 en el mercado. Y pronto serán exclusivamente 9, cuando Pictet y Lombard Odier terminen de materializar su modelo de propiedad.

El segundo corresponde a los grandes bancos universales, -como Credit Suisse y UBS- que, junto con otros pesos pesados del mundo financiero, se pelean por una tajada de la gestión de las fortunas internacionales.

Para estos jugadores, este negocio es parte de un abanico que incluye actividades como la banca de inversión y la administración de activos.

A escala internacional, UBS gozó durante años del estatus de líder mundial en la gestión de fortunas dentro de los grandes bancos. Desde la crisis financiera Bank of America/Merril Lych lo reveló en la primera plaza.

El tercer modelo corresponde a grupos intermedios que operan como bancos privados –sin estatus de banquero privado– como Julius Baer, Vontobel o Sarasin. Recientemente, han entrado a la refriega pequeños jugadores como el banco privado sostenible Globalance (fundado por Reto Ringger del Sustainable Asset Management).

De acuerdo con el Banco Nacional Suizo (BNS) y la Asociación de Banqueros Suizos, la plaza financiera helvética administraba activos internacionales por alrededor de 5,3 billones de francos suizos a finales de 2011.

De esta cifra, 2,7 billones provenían del extranjero, lo que convierte a Suiza en la plaza financiera que más fortunas foráneas administra, con 27% del mercado global.

Cambio de estrategia

Los dos bancos citados anunciaron recientemente su intención de cambiar su modelo de negocios para convertirse en empresas con una estructura basada en un esquema accionario y una responsabilidad limitada en caso de pérdidas; el modelo a partir del cual operan la mayoría de los bancos privados suizos.

En su momento, las dos instituciones negaron categóricamente que la experiencia vivida por su competidor Wegelin les haya amedrentado. Y afirmaron que la medida respondía esencialmente a que, con su tamaño actual, los socios no podían decidir una expansión en otras circunscripciones.

Martin Schilling, experto en banca de PricewaterhouseCoopers (PwC) Suiza no opina lo mismo. “Pueden negarlo tanto como quieran, pero estoy convencido de que la experiencia de Wegelin jugó un rol importante en sus decisiones”.

Sea cual sea la realidad, Pictet y Lombard Odier se unirán a bancos como Julius Baer o Vontobel en la determinación de dejar atrás el modelo de la banca familiar para sustituirlo por otro más moderno que se basa en las acciones. Bancos como Landolt y Hottinger optaron también por este esquema en los dos años previos.

Aunque Pictet y Lombard Odier emitirán títulos, las familias mantendrán la mayoría accionaria, manteniéndose así en la selecta élite de bancos que, junto con grandes instituciones -como Credit Suisse y UBS-, administran las grandes fortunas del mundo.

Cuestión de tamaño

PwC Suiza considera que el tamaño de los bancos será fundamental para determinar el éxito que tengan en el futuro, concluye en un estudio sobre bancos privados que publicó recientemente.

Si las instituciones de crédito han decidido cambiar de estatus –escalando hacia estructuras más grandes– es porque hoy tienen una serie de factores en contra: el mercado nacional resulta pequeño; el acceso a las fortunas de Europa y Estados Unidos es reducido debido a un entorno fiscal desfavorable; el desempeño de los mercados es pobre; y son cada vez mayores los gastos en los que incurren para cumplir con los nuevos requerimientos regulatorios impuestos a escala internacional.

El estudio de PwC coincide con un análisis publicado por KPMG y la Universidad de San Gall, según el cual los pequeños jugadores se verán más afectados que los grandes bancos por los cambios que atraviesa el sector financiero.

“Muchos jugadores piensan que sobrevivirán si son capaces de reducir sus gastos a través de la subcontratación de servicios tecnológicos y administrativos. Pero no veo cómo podrán lograr, vía estas estrategias, reducir suficientemente sus costes”, dice Schilling a swissinfo.ch.

“Concentrándose solo en las erogaciones no es suficiente. Los bancos tienen que expandir también sus ingresos y los jugadores pequeños carecen de capacidad financiera para crecer y posicionarse en nuevos mercados”, añade.

Lo pequeño es bello

El estudio de la Universidad de San Gall y KPMG afirma que el número de bancos privados en Suiza cayó de 169 en 2008 a solo 148 el año pasado. Y es previsible que este proceso de consolidación continúe, dado que algunos bancos abandonarán el negocio y otros serán comprados por instituciones más grandes.

Christian Rahn rechaza la afirmación de que los bancos pequeños tienen los días contados. “No hay presión adicional alguna derivada del tamaño del banco. Las instituciones grandes y medianas enfrentan los mismos costes crecientes que los pequeños”, señala a swissinfo.ch.

Y aun cuando la longevidad no sea garantía de éxito, considera que la experiencia de Rahn & Bodmer traerá ventajas al grupo.

“Hemos enfrentado tiempos más difíciles durante los últimos 263 años y hemos salido adelante. Los problemas actuales son menores comparados con los que se vivieron durante la Segunda Guerra Mundial”, sentencia el banquero.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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