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El coronavirus también obliga al amor a reinventarse

Un hombre mira su teléfono soñando con mujeres
Internet se presenta como el nexo de unión entre el amor y el encierro. swissinfo.ch

Parejas que se casan a través de internet, amantes que no pueden verse y solteros que matan el tiempo navegando por los sitios de citas. La distancia social impuesta por el coronavirus obliga al amor o a la búsqueda de pareja a explorar otros caminos.

El amor y el deseo no desaparecen porque el coronavirus nos separe a los unos de los otros. En medio de la crisis sanitaria, adoptan otras formas. Tratamos de descubrir las relaciones íntimas en época de COVID-19.

Teleboda

“Teníamos que ser creativos”, dice Samantha, una profesora del cantón de Vaud. Cuando nos ponemos en contacto por teléfono con ella la víspera de su boda, está dando los últimos toques a los preparativos junto a Hugo, su prometido. Sin embargo, su mayor preocupación no se parece en nada a los temores habituales de los contrayentes. “Tenemos miedo a tener problemas con la conexión a internet”, señalan. El coronavirus obliga: su unión se celebrará por videoconferencia en directo desde su jardín, en el corazón del pueblo de Savigny, en el cantón de Vaud.   

Una ceremonia nupcial con testigos en un jardín
Samantha y Hugo Milo, en primer plano, acompañados por sus testigos a una distancia razonable. ldd

El 16 de marzo, el Gobierno suizo anunció las medidas de semiconfinamiento para detener la propagación de la pandemia. En ese momento, Samantha y Hugo se dan cuenta de que su boda, inicialmente prevista para el 27 de marzo, no podrá celebrarse. La decepción es enorme. “Como estoy esperando un hijo para finales de julio, queríamos casarnos antes de que nazca, para formalizar nuestra unión y proteger legalmente a nuestra familia”, explica Samantha.    

No obstante, tres grupos de personas siguen teniendo la posibilidad de casarse: las personas al final de la vida, las personas en riesgo y las parejas que esperan un hijo antes del mes de agosto. “Nosotros formamos parte de esta última categoría, la única excepción permitida por un motivo feliz”, dice Samantha. El Registro Civil del cantón de Vaud ha puesto en marcha una plataforma que permite unirse a través de internet.

Samantha y Hugo se deciden por una teleboda y reinventan el escenario de su unión en versión digital. La puesta en escena no hace ninguna concesión a las distancias sociales recomendadas por el Gobierno para combatir la pandemia. “Estaba fuera de toda duda poner en peligro a nadie al casarnos”, subraya Samantha. Sus invitados reciben una nueva invitación de boda con un enlace a la videoconferencia y una chocolatina.  

“Estaba fuera de toda duda poner en peligro a nadie al casarnos”
Samantha

Sin embargo, una restricción legal viene a complicar la ecuación: los testigos de la boda, los padres de los jóvenes, deben estar físicamente presentes junto a los novios para firmar los documentos. “Colocaremos en nuestro jardín tres mesas a dos metros de distancia: una para nosotros, otra para mis padres y otra para los padres de Hugo”, cuenta Samantha. Y para evitar cualquier riesgo de contagio, los testigos reciben una caja de boda, con su botella de champán, vasos y aperitivo.  

El desafío tecnológico asusta: hay que conectar las 28 pantallas de los invitados que van a asistir a la boda a través de Zoom desde sus casas. Para evitar problemas, la pareja ha ideado un soporte técnico. “Hemos creado un grupo de WhatsApp para que quienes puedan tener problemas de conexión se ayuden mutuamente”. El 15 de abril a las 16:00 horas los novios deberán conectarse a la plataforma del Registro Civil. “Entonces tendremos diez minutos para nosotros. Espero que tengamos tiempo para leer nuestros votos”, piensa Samantha.   

Después de la parte oficial, nada de abrazos, apretones de manos o comidas compartidas. “Nos mantendremos en contacto con nuestros invitados para comer la chocolatina, mi padre hará las fotos, y luego nos iremos”, dice la pareja de enamorados.

Al día siguiente del gran día, volvemos a encontramos por videoconferencia con Samantha y Hugo. “A pesar de las circunstancias, tuvimos una boda mágica, a nuestra imagen y que cogió una forma inédita”, comentan, encantados. Al otro lado de sus pantallas, algunos invitados se vistieron con sus mejores galas, mientras que otros optaron por el humor poniéndose un traje sobre su ropa de confinamiento. “La emoción también traspasó las pantallas”, se complace Hugo. Sin embargo faltó una cosa: el roce de piel para celebrar el amor. “Pero después de la epidemia lo compensaremos. Mientras tanto, hemos enviado besos de corazón a nuestras familias y amigos”, concluyen los recién casados.

Una pareja con su hijo
Laetitia, Amélie y Elie, amigos de los novios, siguen la boda desde el otro lado de su pantalla. ldd

El virus que mantiene a las parejas separadas

“Vivimos a 20 minutos en coche, pero no podemos vernos”. Esta es la historia desde el comienzo del semiconfinamiento en Suiza de Francesca*, de 26 años, y su pareja Leo*, de 34. Francesca vive y estudia en Ginebra; Leo es ingeniero en Berna.

Cuando la universidad cerró y la mayoría de las empresas optaron por el teletrabajo, ambos regresaron con sus respectivas familias al Tesino, la región del país más afectada por la pandemia.

“Vive con su madre, que es una persona en situación de riesgo; y yo, con mis padres, donde también vive mi hermano, que trabaja en el hospital de Locarno y se ocupa de los pacientes de COVID-19”, cuenta Francesca. No es cuestión de que la pareja se vea y aumente el riesgo de contagio. “Para nosotros era lo lógico. Ni siquiera tuvimos que hablarlo”, dice la estudiante. Geográficamente, ahora están más cerca que de costumbre, pero nunca han estado tanto tiempo separados físicamente. “Me resulta más difícil que si no pudiéramos vernos, porque vivimos muy lejos el uno del otro”, observa ella.   

“Vivimos a 20 minutos en coche, pero no podemos vernos”
Francesca*

Aunque la pareja ha desarrollado estrategias para sentirse cerca a pesar de la separación. Desde hace más de un mes sus citas son por videoconferencia. Y para mantener una apariencia de normalidad, incluso han empezado a ver una serie juntos, aunque a distancia. “Compartimos nuestras pantallas, luego nos llamamos por video con nuestros teléfonos móviles, lo que nos permite vernos, seguir y comentar la película”.

Por ahora, los amantes dan muestra de paciencia. “Pero espero que podamos reunirnos antes de haber terminado los 250 episodios de la serie que estamos viendo”, confía Francesca.

¿Y qué pasa con los solteros?

Les Es una época especialmente difícil para los solteros. El confinamiento y los encuentros amorosos no combinan bien. Laurent*, de 36 años, trabaja en el sector de los eventos en Berna y vive en Francia, en la región Gran Este, muy afectada por el coronavirus. Como las reuniones están prohibidas desde el estallido de la crisis sanitaria, está sin trabajo.

“Mi objetivo no es conocer a alguien, sino hablar para ahogar el aburrimiento” Ali*

Confinado en su casa y soltero, se ha descargado las aplicaciones de citas Tinder y Happn, “principalmente para matar el tiempo”, precisa. No violará el confinamiento estricto impuesto en suelo francés. “Solo he conocido a una mujer interesante con la que he estado charlando desde que comenzó el confinamiento. Hemos planeado vernos para una aventura después de la pandemia, pero lo más importante es ya estar sano”. En este momento, se limitan a intercambiar vídeos.   

“Mi objetivo no es conocer a alguien, sino hablar para ahogar el aburrimiento”, dice Ali*, otro usuario de Tinder. Sin embargo, varias mujeres le han propuesto reunirse a pesar del coronavirus, afirma el enfermero que trabaja en el cantón de Friburgo. “La gente no está acostumbrada a estar encerrada. Está falta de afecto y dispuesta a arriesgarse para divertirse”. Pero para él esta opción no existe, tanto más porque está en contacto con pacientes infectados.

Mensaje de Tinder
Tinder difunde este tipo de mensajes para animar a sus usuarios a no encontrarse físicamente. (Tinder)

“Tengo la impresión de recibir muchas más notificaciones que de costumbre”, comenta Raphaèle*, una mujer bernesa de 32 años, que utiliza el sitio de citas Parship. A falta de juntarse, los usuarios dedican más tiempo a chatear, constata. En estas condiciones, Raphaèle prefiere renunciar a utilizar la plataforma de momento.  

Más conversación, menos acción. También es esta la tendencia que revelan las estadísticas de los sitios de citas. Aunque Tinder no dispone de cifras específicas para Suiza, desde principios de marzo, las conversaciones diarias han aumentado en un 25% en todo el mundo. El domingo 29 de marzo, cuando muchos países estaban en cuarentena, el sitio estableció un nuevo récord: en un solo día se vieron más de tres mil millones de perfiles, un resultado nunca antes visto.

Lo mismo nota Parship, aunque no dispone de cifras concretas. “Observamos una tendencia positiva en la plataforma y en la actividad de comunicación de sus miembros. Esto se puede medir desde que las restricciones de contacto prolongadas entraron en vigor en Suiza”, indica Stella Zeco, portavoz del sitio web.

Si bien jugar a ser Cupido para juntar en la vida real a las almas gemelas es la misión principal de este tipo de plataformas, ahora apelan a los corazones solitarios para que pospongan sus encuentros físicos, al tiempo que les alientan a intercambiar más en línea. Y los internautas parecen adaptarse a la situación. Happn ha aprovechado la cuarentena para sondear los hábitos de sus usuarios. El resultado es que el 54% de los usuarios planean su primera cita online, a través de FaceTime, por ejemplo.  

Aunque el coronavirus hace que los encuentros sean difíciles, si no imposibles, no ha matado el deseo.

*Sobrenombres

Traducción del francés: Lupe Calvo

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