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“Muchas cosas se preparan entre bastidores”

El papa Francisco prefiere andar entre la gente a utilizar el "papamóvil". Reuters

Cien días después de su elección, el papa Francisco conserva una buena imagen y una gran popularidad. Si bien es difícil hacer una primera evaluación, los observadores consideran que algunos indicios revelan que el “papa de los pobres”, se mostrará también como hombre de decisión.

Al dirigirse a los fieles de manera familiar y al pedirles que oren por él, el nuevo papa ha sabido, desde la noche de su elección, forjarse una imagen simpática, tanto en los medios de comunicación  como entre el público en general. “Esta actitud cambia todo; ya no es un emperador, sino un cristiano como los demás”, estima el jesuita suizo Albert Longchamp.

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Francisco: “El hombre justo en el momento justo”

Este contenido fue publicado en “Estoy seguro de que su misión no se va a limitar a la Iglesia sino que su palabra va a repercutir, mucho y más allá”, asegura a swissinfo.ch el padre Bernardo Blanchaud, descendiente de valesanos de Collonges, St-Maurice, y ‘nieto espiritual’ de Bergoglio. Oriundo de Esperanza, una de las primeras colonias suizas del país, y…

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¿Qué pensamiento, detrás de la imagen?

Esa primera impresión se confirmó, dice Maurice Page, de la Agencia de Prensa Internacional Católica (APIC), en Friburgo. “Renunció a los zapatos rojos, fue en persona al hospital a visitar a los cardenales enfermos, no se instaló en los apartamentos privados del Vaticano, no utiliza el papamóvil cerrado … Esto es realmente un cambio de estilo en comparación con Benedicto XVI que era más intelectual, más tímido y reservado”.

Por el momento, nada ha hecho mella en su imagen. Probablemente porque ninguna decisión importante, susceptible de generar irritación, ha sido tomada. Habrá que esperar la realización de actos mayores como un sínodo o una encíclica para conocer un poco más acerca de la orientación del pontífice. “No sabemos si será abierto o reaccionario. Ciertamente, su imagen es de simpatía pero, ¿qué pensamiento está detrás de esa imagen?, se pregunta el padre Longchamp.

Las decisiones se producirán tarde o temprano. De hecho, aguardan al nuevo papa  expedientes importantes. En el plano institucional, la reforma de la Curia Romana – o en términos más profanos, del conjunto de los ministerios y otros organismos del Vaticano que ayudan al papa en su misión – espera desde hace mucho tiempo. “También está el asunto de la ordenación de hombres casados, el de la actitud hacia los divorciados y los homosexuales y también el de la condición de la mujer en la Iglesia”, señala Albert Longchamp.

Una señal fuerte

Hasta ahora, la única decisión realmente tangible que ha tomado el nuevo papa es la nominación de un grupo de ocho cardenales de todo el mundo para ayudarle en el gobierno de la Iglesia. Uno solo de entre ellos es italiano y miembro de la Curia Romana. La primera reunión de ese grupo está prevista para principios de octubre, pero el papa “ya están en contacto con los cardenales”, indica el Vaticano.

Esta manera de proceder es inédita. “Encontramos al nivel del papa lo que hemos tenido al nivel de las diócesis, donde siempre hay un consejo presbiteral encargado de apoyar al obispo”, analiza Bernard Litzler, director del Centro Católico de Radio y Televisión (CCRT). “Con la formación de ese grupo desde el comienzo, el papa lanza una señal con la indicación de que quizá no va a apoyarse en el conjunto de los responsables de los dicasterios de la Curia, sino en este pequeño grupo de personas que no están en Roma. Esto es absolutamente fundamental. Creo que muchas cosas se preparan entre bastidores”.

Jorge Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, en el seno de una familia modesta de origen italiano.

Después de graduarse como técnico en Química, se unió a los 22 años a la Compañía de Jesús, con la que estudió Humanidades y obtuvo una licenciatura en Filosofía. También posee un doctorado de la Universidad de Friburgo en Brisgovia (Alemania).

Fue ordenado sacerdote en 1969. Menos de cuatro años después, se convirtió en responsable nacional de los jesuitas argentinos. Durante la dictadura militar (1976-1983), hizo todo lo posible por mantener la no politización de los jesuitas argentinos.

En la ciudad de Córdoba ofició como párroco y luego fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires, en 1992, y cardenal, en 2001.

Fue elegido papa el 13 de marzo de 2013. Es el primer papa jesuita y el primero que no procede  de Europa ni de la cuenca mediterránea.

Ninguna revolución

La imagen de cercanía que proyecta el nuevo papa y sus orígenes latinoamericanos podrían incitar al gran público a pensar a priori que va a mostrarse abierto y progresista. Las referencias a San Francisco también podrían sugerir que será ante todo un papa espiritual alejado de contingencias vilmente materiales. Pero los observadores cuidadosos advierten que la imagen no se corresponde necesariamente con la realidad.

“El papa anterior padeció por una imagen ligeramente degradada”, revela Bernard Litzler. El peligro es que hemos ensombrecido un poco más de lo que correspondía la imagen de Benedicto y que se corre el riesgo de alumbrar un poco más de lo que corresponde a Francisco pegándole etiquetas. Estas se ajustan desde luego a la realidad del personaje, pero se trata primero que nada de un hombre de la Iglesia, que siente que tiene una misión que cumplir”.

“Hay que saber que no es un hombre de izquierda”, apunta Albert Longchamp. Existe una ambigüedad entre su imagen y sus posiciones. La gentileza es una imagen falsa. No se puede conducir a mil millones de católicos solamente con gentileza, sino también con el puño”.

En algunos aspectos, el papa Francisco ya ha demostrado que seguirá la línea de sus predecesores. Ha reafirmado la firme oposición de la Iglesia al aborto y confirmó la puesta en cintura de las religiosas estadounidenses, consideradas demasiado feministas y liberales en materia de costumbres. “En el fondo, no hay que esperar revoluciones”, advierte Maurice Pag. “En mi opinión, los principales cambios concernirán al gobierno de la Iglesia”.

En línea con el mundo

Si en el fondo probablemente  no habrá revolución, el cambio puede provenir de la cercanía. “Benedicto XVI tenía una visión más pesimista del mundo”, anota  Maurice Pag. “Francisco es más positivo, recuerda los inicios de Juan Pablo II”.

“Tener un papa jesuita a la cabeza de la Iglesia va a revalorizar la espiritualidad de San Ignacio y San Francisco”, estima por su parte Bernard Litzler. “Hay en la Iglesia un redescubrimiento fundamental en todo lo relacionado con el aparato espiritual del cristianismo. La manera de vivir de los jesuitas es una manera de vivir cristianamente en el mundo moderno”.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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