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Para sus incondicionales, Trump debe seguir como hasta ahora

Un grupo de seguidores del presidente de EEUU, Donald Trump, le muestra su apoyo el 18 de febrero de 2017, al aterrizar en el aeropuerto internacional de Melbourne, en Florida afp_tickers

Tras un caótico primer mes en la Casa Blanca, los partidarios más duros e incondicionales de Donald Trump tienen un único consejo para su ídolo: mantener la ofensiva, no ceder en nada, no cambiar nada.

El comienzo del mandato del millonario empresario da una impresión de desorganización e inexperiencia que hace las delicias de sus opositores y preocupa incluso entre las filas del Partido Republicano.

No obstante, el sábado, el presidente Trump se encontró en un mitin en Florida con quienes lo convirtieron en el hombre más poderoso del mundo.

Sus seguidores lo aclamaron, adularon y defendieron con uñas y dientes frente a una prensa deshonrada. Más de una docena de entrevistados por la AFP le dieron su apoyo sin fisuras, a pesar de -o debido a- sus controvertidas iniciativas.

Donald Trump arengó a la multitud e insistió en los temas que sabe que harán rugir a sus partidarios: el empleo, la seguridad, el terrorismo, la inmigración. Un verdadero mitin de campaña.

“Quiero aún más”, asegura Steven Migdalski, un técnico informático desempleado de 53 años, originario de Titusville, Florida. Esperó siete horas para ver al presidente, cuyo tono agresivo contra la prensa y sus decretos aprueba calurosamente, incluido el más controvertido, y suspendido por la justicia, que prohíbe el ingreso temporal de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana a territorio estadounidense.

“Lo celebro francamente”, revela. “El presidente republicano tiene pelotas (…) no solamente para luchar contra las noticias falsas”, sino también contra el ‘establishment’ político, se entusiasma este desempleado que lleva con orgullo una camiseta en la que se lee “Duro como Trump”.

Le encanta el hecho de que los primeros pasos del presidente en el escenario internacional hayan provocado perplejidad y preocupación, incluso entre los aliados más cercanos de EEUU. “Molesta a los partidarios de la globalización. Y espero que tengan miedo”, insiste Migdalski.

Esta opinión es compartida por los más ardientes partidarios del presidente, hombres blancos en su mayoría, a menudo pertenecientes a la clase obrera y con convicciones de corte nacionalista.

Trump se nutre de ese entusiasmo y, evidentemente, le encanta volver a lo que pareció ser una reproducción exacta de sus mítines de campaña. Una mujer levantaba incluso una pancarta que decía: “Hillary a la cárcel”.

“Creo que necesita esto. Todos los días escucha palabras de odio, negativas, cada vez que enciende la tele”, afirma Tammy Allen, una trabajadora independiente de Melbourne (Florida), que vino con tres amigas provistas de pancartas que rezan: “Las mujeres con Trump”.

“Fue ridiculizado y humillado. Todos contra él. Necesita ver a los norteamericanos que lo apoyan, que lo quieren”, estima, para agregar: “Somos el viento que lo sostiene”.

– “Espíritu de combate” –

Jacob Wyskoski tiene 18 años. Este estudiante pudo votar el año pasado por primera vez. Y lo hizo por Trump. “Tenemos el hábito de ser los más fuertes, los más grandes, la nación más poderosa del mundo entero. Queremos ser de nuevo así”, afirma este joven, que se hace eco de numerosos seguidores de Trump nostálgicos del EEUU que salió victorioso de la Guerra Fría.

“Necesitamos a alguien dispuesto a luchar por este país, y siento que es el tipo de persona que subirá al ‘ring’ si es necesario”, opina Wyskoski.

Las denuncias de injerencia de Rusia en las elecciones para favorecer al republicano y las informaciones sobre vínculos entre miembros del equipo de Trump y altos funcionarios rusos les resbalan como el agua sobre las plumas de un pato.

“Vayan, dense el gusto, hablen con quien quieran” para saber sobre Trump, desafía Mike Sikula, un ingeniero aeroespacial jubilado. “Lo quiero más que a cualquiera”.

Las provocaciones, los ataques contra la prensa, el modo descortés en que Donald Trump trata a líderes extranjeros, suscitan aún más entusiasmo.

“Me parece algo bueno”, afirma Mike Sikula. “Tiene que ir a la tele y tuitear si quiere reequilibrar un poco las cosas. Si no dice nada, las calumnias lo hundirán”, estima. A tono con lo que quieren sus partidarios, eso es exactamente lo que está haciendo el presidente estadounidense.

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