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“La esencia de un niño nunca está enferma”

El juego es un elemento esencial en el desarrollo del niño. photopool

Bárbara y Edward Hasselberg han contribuido notablemente a la expansión mundial de la pedagogía curativa, rama de la antroposofía (surgida en Suiza en 1921) orientada al trabajo con niños discapacitados, con una innovadora metodología.

Hasta hace un año ambos expertos trabajaban en el Instituto Sonnenhof, en Arlesheim (cerca de Basilea), uno de los 50 centros suizos que acoge a estos pequeños. Ahora acaban de visitar Chile por tercer año consecutivo.

Han recorrido diversos países enseñando los principios de esta disciplina, pero nunca se imaginaron llegar a un destino tan distante como Chile.

“Estábamos muy activos en países como Ucrania, Rusia y Polonia, y pensábamos que nuestros corazones estaban sólo para ese lado”, señala Barbara Hasselberg.

Pero la doctora chilena Carina Vaca Zeller, que los había conocido hace 10 años mientras realizaba su pasantía de medicina antroposófica en Suiza, insistió en que viajaran al país sudamericano.

“Cuando en Chile surgió la idea de formar un colegio de pedagogía curativa, nos percatamos de que no había gente formada para eso. Entonces me dije: ‘tengo que traer a estos docentes’ y, en uno de mis viajes a Suiza les pedí que vinieran, pero no fue fácil convencerlos”, admite.

“Sentíamos que esta región no tenía nada que ver con nosotros, pero después de nuestro primer viaje, hace tres años, nos gustó mucho la experiencia, así que ahora también nos alcanza el corazón para Chile”, agrega Barbara.

En Zúrich, fue una de las primeras profesionales en formarse como pedagoga curativa, cuando esta carrera fue reconocida por el Estado suizo. Su diploma universitario fue firmado por Ita Wegman, una de las fundadoras de la antroposofía.

“Siempre tuve claro que no deseaba ser maestra, sino aprender el trabajo cotidiano con niños especiales”, relata. Luego vendrían sus trabajos en Australia, Alemania y nuevamente en Suiza, a petición del Instituto Sonnenhof, en Arlesheim (Basilea-Campo).

Cuando asumió la dirección de la sección de pedagogía curativa de esta casa-hogar para niños discapacitados, su esposo la acompañó tanto personal como profesionalmente.

Formado como profesor Waldorf (método educativo para niños ‘normales’ derivado de la antroposofía), siempre tuvo una afinidad especial con los menores discapacitados. Por eso aceptó hacerse cargo de la sección de docencia de este instituto. Preparaba a los maestros, pero también –cada cierto tiempo- estaba en contacto directo con los pequeños alumnos.

“No queremos colonizar”

Ambos especialistas destacan el estándar a escala mundial que tiene un pequeño país como Suiza en el campo de la educación especial: “Hay 50 institutos de pedagogía curativa, aunque la pedagogía especial también se ha desarrollado, sobre todo en el ámbito de la iglesia y en el estatal. Ellos empezaron mucho más tarde, eso sí, y por eso han aprendido de nuestra disciplina”, señala Edward.

Barbara cita el uso de las nuevas tecnologías con jóvenes autistas. “Esas experiencias han sido tan reconocidas que varios centros también las han incorporado”.

Aunque dicen no tener la suficiente competencia para emitir un juicio sobre la situación en Chile, saben que la labor con discapacitados, en especial en el ámbito escolar, está muy en sus inicios. “Muchas veces se los cuida, pero no se los educa como ellos requieren”, lamentan.

Lo que tienen muy claro es que en esta nación la pedagogía curativa debe ser distinta a la que se practica en Estados Unidos o en Europa. “Nosotros sólo podemos enseñar desde nuestras propias experiencias, pero no decir ‘esto se hace así’. No queremos colonizar”.

De ahí que en sus clases incentiven a los profesionales a buscar fuentes en sus propias culturas -en el caso de Chile, cuentos de origen mapuche o música de los pueblos aymara- como recursos pedagógicos.

El trabajo y los conocimientos de esta pareja también han servido como inspiración para la creación de la primera escuela activa de pedagogía curativa para niños y jóvenes especiales en Chile, proyecto impulsado por profesionales como Carina Vaca-Zeller.

“Comenzará a funcionar en marzo y estará dirigida a niños y adultos, por separado. Nuestro objetivo es que los mayores salgan con una profesión y, posteriormente, ayudarlos a montar una cafetería que ellos autogestionen, desde preparar los productos -la idea es que sean diferentes a lo que ya existe en el mercado local- hasta atender las cajas y hacer el aseo”, precisa esta doctora.

La esencia de un niño no está enferma

Más allá de que cada país recurra a sus propias experiencias, hay principios de esta pedagogía que se mantienen constantes en cualquier lugar. Entre ellos, el centrarse en las cualidades del menor y no en sus defectos; apelar a su ser, en lugar de verlo sólo como un enfermo.

“La esencia de un niño nunca está enferma. Por eso, nuestra primera tarea es ayudar a que esa esencia, esa individualidad cuente con los recursos adecuados para manifestarse”, subrayan Barbara y Edward Hasselberg.

Eso sólo sucederá si el pequeño se siente reconocido y valorado. “Hemos trabajado con chicos autistas que no hablan, pero son muy dotados en otras áreas; por ejemplo, escuchan una melodía y de inmediato la reproducen. Entonces, nosotros les damos la posibilidad de desarrollarse en la música o en cualquier ámbito artístico”.

Sólo una vez que tienen la experiencia de expresarse a través de otras vías, de pronto sienten el deseo de hablar. “Ellos no tienen una discapacidad orgánica. Si no hablan es porque no quieren, pero cuando uno les abre otras vías, el camino se les facilita. Es decir, potenciamos sus fortalezas para que después ellos mismos quieran superar sus debilidades”.

swissinfo, Mariel Jara, Santiago de Chile

Éste es el tercer año que el matrimonio Hasselberg viaja a Chile para dictar un seminario de pedagogía curativa orientado a profesionales que trabajan con niños que tienen necesidades educativas especiales.

El curso se efectuó en el Colegio San Cristóbal, uno de los cinco colegios que utiliza la metodología de enseñanza Waldorf en Santiago.

La pedagogía curativa de orientación antroposófica tuvo sus inicios en el año de 1924 con Rudolf Steiner e Ita Wegman, fundadores de la Antroposofía.

Bajo este sistema trabajan pedagogos en diferentes campos: escuelas y hogares curativos, comunidades, clínicas, jardines infantiles de educación especial y asistencia a padres de familia, entre otros.

Sus métodos se orientan a niños con diferentes formas de discapacidad, poniendo énfasis en sus fortalezas y dando gran importancia al arte como vía para lograr que estos pequeños se manifiesten o revelen.

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