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“En Suiza, la inmigración no solo produce ganadores”

La libre circulación de personas entre Suiza y la U.E., en vigor desde 2002, genera dudas. Keystone

Para convencer a la mayoría de los ciudadanos de mantener abiertas las fronteras con la UE, las autoridades suizas deberán utilizar más que argumentos económicos, señala Etienne Piguet, experto en migraciones, de cara a las tres próximas citas de los suizos con las urnas, sobre el tema.

La iniciativa ‘contra la inmigración masiva’, el referéndum contra la extensión de la libre circulación de personas a Croacia y la iniciativa Ecopop ‘Alto a la sobrepoblación’, serán sometidas a escrutinio popular.

Con ello, la política de migración en Suiza alimentará sin duda el debate hasta las próximas elecciones, en 2015.

El 9 de febrero de 2014, los ciudadanos suizos votarán sobre la iniciativa de la UDC (Unión Democrática del Centro/derecha conservadora) ‘Contra la inmigración masiva’ que demanda la reintroducción de cuotas, tanto para los extranjeros, los trabajadores fronterizos y los solicitantes de asilo.

De aquí a las elecciones federales de 2015, los ciudadanos suizos también deberán pronunciarse sobre la extensión de la libre circulación de personas a Croacia, miembro de la Unión Europea desde el 1 de julio de 2013. El Parlamento debatirá al respecto el próximo año y la UDC ya ha anunciado que lanzará un referéndum.

La iniciativa del comité Ecología y Población (Ecopop) ‘Alto a la sobrepoblación’ también será debatida por el Parlamento en 2014, antes de ser sometida a los votantes. El texto busca un crecimiento máximo de la población debido a la inmigración de 0,2% por año para proteger el medio ambiente y los recursos naturales.

El primer plazo ya fue fijado: el 9 de febrero de 2014, los suizos votarán una iniciativa popular de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora), que exige la reintroducción de contingentes para limitar la inmigración, así como la renegociación de los acuerdos sobre libre circulación de personas con la Unión Europea.

Para Etienne Piguet, profesor en la Universidad de Neuchâtel y vicepresidente de la Comisión Federal para Asuntos Migratorios, el retroceso no tendría  necesariamente un impacto rotundo. La historia ha demostrado que las necesidades de la economía dictan la política de migración en Suiza.

swissinfo.ch: ¿Cómo se explica una semejante ola de referéndums?

Etienne Piguet: Desde la década de 1960, la inmigración ocupa cíclicamente un lugar muy importante en el debate público. Con el sistema suizo de democracia directa, eso conduce naturalmente a escrutinios frecuentes. También hay que subrayar que la proporción de inmigrantes en Suiza es muy superior a la de otros países europeos, lo que explica el fuerte eco de esas propuestas.

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swissinfo.ch: ¿Podemos comparar el período actual con la década de 1970, marcada por las iniciativas denominadas Schwarzenbach contra la sobrepoblación extranjera?

E. P.: Por supuesto. En ese momento, se había dado también una serie de votaciones marcadas por fuertes tensiones en el seno de la población. Así como la iniciativa de la UDC ‘contra la inmigración masiva’, las iniciativas Schwarzenbach no tenían en cuenta las consecuencias negativas esgrimidas por el sector empresarial. Sin embargo, observo una diferencia: hace 40 años, la política de asilo no planteaba un problema, mientras que hoy figura como telón de fondo de todas estas propuestas.

swissinfo.ch: ¿En caso de aceptación de la iniciativa de la UDC el 9 de febrero, la política migratoria de Suiza cambiaría radicalmente?

E.P.: Más que la política migratoria, las relaciones con la Unión Europea serían afectadas. Las consecuencias de una reintroducción de contingentes no deben  sobrestimarse: la migración no concluye de un día al otro. En el pasado, las cuotas han mostrado sobre todo falta de flexibilidad y exceso de burocracia.

Los contingentes propuestos por la iniciativa de la UDC engloban categorías tan diversas como refugiados, solicitantes de asilo, trabajadores poco o muy calificados. En caso de afluencia de una u otra categoría, habrá que compensar con la reducción en otra, lo que plantearía problemas significativos para las empresas.

Etienne Piguet, vicepresidente de la Comisión Federal para Asuntos Migratorios

La finalidad de esta inmigración, tendiente a alimentar la economía para que reclute más inmigrantes, ya no es entendida por una parte creciente de la población

swissinfo.ch: En tres ocasiones, desde el año 2000, los partidarios de la libre circulación de personas han logrado convencer al pueblo al subrayar las ventajas para la prosperidad de Suiza. ¿Ese discurso es aún determinante?

E.P.: El argumento económico tendrá un papel importante a la hora de depositar los votos, pero no será suficiente. La finalidad de esta inmigración, tendiente a alimentar la economía para que reclute más inmigrantes, ya no es entendida por una parte creciente de la población. El mensaje de las autoridades debe ser más amplio, incluyendo un proyecto social y objetivos a más largo plazo.

Advierto, sin embargo, que los argumentos antiinmigración, que llegan muy rápidamente a la gente en lo cotidiano, tienen dificultades para ganar en las urnas. Un cierto grado de apertura, especialmente en lo relativo a la libre circulación de las personas, siempre ha sido aceptado por una mayoría de la población. La UDC ha influido sin duda en la política de inmigración en los últimos años, en particular en materia de asilo, pero el voto popular se ha inclinado siempre en favor del gobierno, es decir, del compromiso.

swissinfo.ch: Dumping salarial, congestionamiento de las infraestructuras y aumento de los alquileres entre otros: los efectos negativos de la inmigración y de la libre circulación ¿no han sido subestimados por las autoridades?

E.P.: Los beneficios de la inmigración se mantienen superiores a los costos para el conjunto de Suiza. Pero la inmigración no solo genera ganadores: para la economía en general, sin duda, es útil disponer de una mano de obra abundante y calificada y de un mercado laboral más competitivo. Pero la persona que es rechazada al solicitar un empleo en una zona fronteriza, obviamente, no lo percibe de esta manera. Es claro que ha habido una mala planificación de las políticas de compensación de los costos sociales. Las autoridades deben admitir que hay perdedores y tomarlos mejor en cuenta.

swissinfo.ch: A finales de 2012, el 23,26% de la población en Suiza era extranjera. Un récord en Europa, si exceptuamos el pequeño Estado de Luxemburgo. ¿Suiza ha perdido el control de su inmigración?

E.P.: La inmigración sería aún más importante en ausencia de controles. Muchos suizos consideran que la política de migración ha sido liberalizada en todas las direcciones, pero los controles siguen siendo muy estrictos sobre la inmigración no europea. Es evidente que estamos en un sistema de dos niveles.

La gran afluencia de trabajadores europeos y el desequilibrio migratorio se explican simplemente por la extraordinaria prosperidad de Suiza, mientras que Europa ha tenido una evolución más contrastada. Sin embargo, es probable que si los negociadores suizos hubieran tenido una bola mágica antes de firmar los primeros acuerdos bilaterales, habrían propuesto frenos adicionales.

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swissinfo.ch: ¿Cómo sería Suiza sin la libre circulación de personas?

E.P.: No creo que su rostro fuera muy diferente. La migración de la UE sería quizá 20 o 30% más baja. La historia ha demostrado que cuando la economía suiza necesita mano de obra extranjera, siempre logra conseguirla, de una manera u otra. Sin la libre circulación, habría sin duda contingentes muy importantes para los trabajadores de la UE.

swissinfo.ch: Suiza ha sido considerada durante mucho tiempo como un modelo de integración a través del trabajo. ¿Es aún el caso?

E. P.: Sí, pero menos que en el pasado. En la década de 1960, muchos inmigrantes, procedentes en particular de Italia, adquirieron todo en su lugar de trabajo: competencias profesionales, pero también el uso de una lengua nacional y un círculo de amigos. Los que no lo lograban o perdían el empleo, estaban  obligados a regresar a su país de origen. Esta integración de fuerza por el trabajo ya no existe, puesto que una persona que pierde su trabajo no debe abandonar inmediatamente el país.  

Por otra parte, el discurso oficial pretende, implícitamente, que Suiza solamente atrae a trabajadores altamente calificados, mientras que en realidad, la economía requiere también una mano de obra poco calificada.

Esta última plantea retos importantes en materia de integración, ya que algunos de estos migrantes no están equipados para ocupar un empleo a largo plazo. La misma observación se aplica a los refugiados, los solicitantes de asilo y sus familias.

En cuanto a la migración altamente calificada, existe el riesgo de ver instalarse en Suiza a una especie de élite transnacional con una forma de vida aislada. Esto también crea problemas en términos de integración, no lo olvidemos.

Tras la revocación del Edicto de Nantes en 1686, decenas de miles de hugonotes franceses -refugiados protestantes- llegan a Suiza. Es la primera gran ola migratoria al país.

Luego, hasta la década de 1890, la inmigración, a diferencia de la emigración no es determinante para el desarrollo de la población suiza.

Entre 1888 y 1910, más de 260.000 personas emigran a Suiza. Sustituyen a la fuerza de trabajo que deja el país durante la segunda mitad del siglo XIX.

Durante las dos guerras mundiales y la depresión económica de la década de 1930, la inmigración disminuye casi por completo. La mayoría de inmigrantes son suizos de vuelta a casa.

El auge económico de la postguerra se acompaña de una enorme necesidad de mano de obra. Entre 1951 y 1970, Suiza tiene la ola de inmigración más importante de su historia con la llegada de 2,68 millones de extranjeros.

La recesión de 1974 a1976 pone fin a ese largo período de la inmigración laboral de la postguerra.

La inmigración fluctúa luego según las fases coyunturales hasta el inicio de la década de 2000.

Desde el 1 de junio de 2002 y la entrada en vigor del Acuerdo sobre la libre circulación de personas, la población extranjera aumenta con el arribo de 393.000 personas más.

A finales de 2012, vivían en Suiza 1.870.000 extranjeros, o sea 23,26% de los poco más de 8 millones de habitantes de Suiza. Más de 270.000 europeos fronterizos trabajan igualmente en la Confederación.

Fuentes: Diccionario Histórico de Suiza, OFS

Traducción del francés, Marcela Águila Rubín

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