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El gran viraje energético entre dudas y esperanzas

Para los ecologistas, la energía solar ofrece el mayor potencial de desarrollo en Suiza. Keystone

El fin de la era nuclear transformará profundamente el sistema energético suizo. No obstante, la Estrategia Energética 2050 del gobierno suscita múltiples interrogantes: es poco realista para los defensores de la energía atómica; y va demasiado lento, según los partidarios de las energías renovables.

Será la gran obra de la política suiza del presente siglo, pero también lo será a nivel económico y social. Esta nueva estrategia energética, detonada por el desastre atómico de Fukushima, se desarrollará a lo largo de varias décadas y su materialización precisará de dos o tres generaciones de políticos.

En el plano económico, se requerirán inversiones de varios cientos de miles de millones de francos para lograr ahorros energéticos, desarrollar nuevas energías renovables, modernizar la infraestructura y cerrar las centrales nucleares.

La transformación del sistema energético nacional dará vida a nuevas empresas de ‘cleantech’ (energías ‘verdes’) y será generadora de empleos, pero anticipa también fuertes recortes para los tres gigantes de la electricidad que actualmente controlan las centrales nucleares en operación.

 
Suiza también verá nuevos impuestos energéticos, apoyos financieros dirigidos a las instalaciones privadas ‘verdes’, modernización de construcciones, electrificación del parque vehicular, y deberá someterse al cumplimiento de nuevos estándares de eficiencia energética para los aparatos eléctricos y los sistemas de iluminación: todos los ciudadanos, de una forma u otra, serán tocados por este giro energético. Y millares de instalaciones solares, eólicas y geotérmicas que cambiarán el rostro del país.

Reducir el consumo a la mitad

Estos escenarios, que son la base de la Estrategia Energética 2050 prevista por el gobierno, fueron sometidos a consulta desde septiembre pasado.

Pero no existe aún un proyecto definitivo y los contornos del modelo actual son vagos. La sola certeza que tiene el gobierno helvético es: Suiza será capaz de satisfacer sus necesidades energéticas sin utilizar energía nuclear, aunque esto exigirá un “gran esfuerzo” y un “cambio de mentalidad”.

Concretamente, la meta que se fijó el gobierno consiste en reducir a la mitad el consumo total de energía de Suiza de aquí al año 2050, vía una serie de medidas destinadas a mejorar la eficiencia energética de los edificios, las fábricas, los transportes, los aparatos y las centrales eléctricas. Ahorros que afectarán sobre todo la importación de combustibles fósiles, mientras la producción doméstica de electricidad se reduciría solo marginalmente. La energía nuclear, por su parte, será compensada de forma casi íntegra por las energías renovables (solar, eólica, etc).

Un giro energético que recibe el apoyo de los partidos de centro y de la izquierda, y de las organizaciones ambientalistas. “Caminamos en la dirección correcta, especialmente al tomar la decisión de abandonar la energía nuclear, reducir la dependencia del petróleo y lograr ahorros de energía”, afirma Eric Nussbaumer.

Demasiado tiempo

Sin embargo, el diputado socialista Nussbaumer manifiesta sus reservas con respecto a los tiempos previstos por el gobierno: “Algunas medidas relevantes de la nueva estrategia energética se han pospuesto para después del año 2020. Entre ellas, la introducción de un impuesto ecológico sobre los combustibles, cuyo ingreso iba a permitir agilizar el desarrollo de las energías renovables. Pero, el gobierno considera simplemente que esta tasa aún es un tabú en Suiza”.
 
En su turno la Fundación Suiza de la Energía destaca que la nueva estrategia ha tomado la dirección correcta, pero avanza con una gran lentitud. “Las medidas propuestas no serán suficientes para conseguir que se cumpla siquiera la mitad de los objetivos previstos por la nueva estrategia energética. El gobierno está frenando la energía fotovoltaica que es la que tiene un mayor potencial en Suiza”, opina Félix Nipkow, especialista de esta organización medioambiental.

“Mientras las centrales eólicas y las hidroeléctricas provocan reticencia con respecto a la conservación de los paisajes; los sistemas fotovoltaicos pueden instalarse sin problema en casi todas las casas. Bastaría con cubrir la mitad de los techos propicios –orientados hacia el sur y en pendiente- para garantizar una cuarta parte de las necesidades eléctricas”, dice.

Defensores de la energía nuclear

La nueva política energética levanta reacciones de escepticismo y firme oposición en la centro-derecha y la derecha suizas. “El gobierno está sobreestimando el potencial de las energías renovables y subestimando los requerimientos de electricidad que han crecido de forma incesante durante la última década”, expresa el ex senador Rolf Büttiker, experto en política energética del Partido Liberal Radical.

 
De acuerdo con el presidente de la empresa eléctrica Onyx, esta demanda seguirá aumentando en el futuro. “Por un lado, porque la población crece; por el otro, porque las medidas contempladas por la nueva estrategia han sido diseñadas para acrecentar dicho consumo: pensemos en los coches eléctricos, o en el uso de bombas de calor para sustituir la calefacción a base de combustibles fósiles”.

  
El Foro Nuclear Suizo, que lucha por mantener la energía atómica en el país, también manifiesta su escepticismo. “Para compensar el 40% de la electricidad generada por las plantas de energía nuclear, probablemente se tendrá que recurrir a una mayor importación de energía, y también a las centrales de gas. Por ello, seguimos convencidos de que la energía nuclear suiza sigue siendo la mejor de las soluciones, no solo desde un punto de vista económico, sino también para asegurar el suministro necesario y contener la emisión de CO2”, estima Roland Bilang, secretario general de este foro.

Legitimación popular

El horizonte energético suscita interrogativas además porque no es del todo claro cuándo serán cerradas las plantas nucleares que operan actualmente en Suiza. “El gobierno quiere aplazar durante varios años la decisión. Pensamos que es no una buena opción, ya que sin una fecha definitiva para ello, es más difícil aún ejercer presión para acelerar el desarrollo de las energías renovables”, opina Eric Nussbaumer.
 
Aunque los socialistas y los verdes ejercen presión para acelerar el abandono de la energía nuclear, los defensores de la energía atómica no pierden del todo las esperanzas. “En mi opinión, es un error cerrar todas las puertas a la energía nuclear con una rapidez excesiva, ya que durante los próximos años se pueden desarrollar tecnologías más seguras”, sostiene Rolf Büttiker y puntualiza: “Un  giro así de importante hacia un futuro energético incierto exige al menos ser legitimado a través del voto popular”.

Después de la catástrofe de Fukushima, el gobierno suizo y la  mayoría parlamentaria del centro y de la izquierda decidieron renunciar a la construcción de nuevas centrales nucleares.
 
Pero no hay fecha precisa para que las cinco plantas nucleares existentes en Suiza sean cerradas.

 
Inicialmente estaba prevista una vida útil de máximo 40 años para cada una de ellas. En el presente, el gobierno propone que sea considerada de 50 años. De respetarse esa propuesta, la última de las centrales nucleares tendría que ser cerrada en el 2034.

 De acuerdo con la Estrategia Energética 2050, que estará en consulta hasta finales de enero, el consumo energético se reducirá en más de un tercio para el 2035, y luego debe recortarse casi la mitad del actual para el año 2050.

Las medidas de ahorro energético previstas afectarán sobre todo a los combustibles fósiles –como el petróleo, el gas o el carbón-, que actualmente cubren 70% de las necesidades energéticas del país.


Se espera que dicha participación se reduzca a 50% para el año 2050, y que el 50% de la demanda restante sea cubierta a través de las energías renovables.

Por su parte, el consumo de electricidad también deberá reducirse ligeramente. El abandono de la energía atómica (que cubre 40% del consumo eléctrico actual) será compensado de forma casi íntegra por energías “verdes” (como la solar, eólica, etcétera).

Para limitar la oposición contra la construcción de nuevas plantas de energía, el desarrollo de energías renovables ha sido reconocido por Suiza como un objetivo de “interés nacional”, incluso más importante que la protección de naturaleza o los paisajes.

Actualmente, el gobierno tiene previsto un gasto del orden de los 30.000 millones de francos para el establecimiento de nuevas energías renovables. Y anticipa un repunte en las tarifas de los energéticos de entre 20 y 30% para el 2050.

Traducción, Andrea Ornelas

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