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“Mi padre hubiera merecido el reconocimiento en vida”

Hans Hutter (sentado, a la dcha.) junto a su familia tras la donación de su colección privada al Archivo de Historia Contemporánea de Zúrich en agosto de 2006. (Archivo de Historia Contemporánea)

Unos 800 suizos participaron como voluntarios en la Guerra Civil española para luchar contra el fascismo. Más de 70 años después, la cámara baja del Parlamento suizo respaldó con una amplia mayoría una moción para su rehabilitación.

El diputado liberal Markus Hutter, hijo del ya fallecido brigadista Hans Hutter, se muestra satisfecho con la amnistía póstuma. Aún mantiene vivos los contactos con los hijos y nietos de los amigos catalanes de su padre.

swissinfo: ¿Qué sintió usted después de la votación en el Consejo Nacional el pasado martes? ¿Satisfacción por su padre?

Markus Hutter: Sí, me sentí satisfecho de que la mayoría del Consejo Nacional haya reconocido los motivos honorables y respetado la lucha de esos voluntarios que se fueron a España para ayudar a la República.

swissinfo: Su padre Hans Hutter luchó durante toda su vida por esta rehabilitación. Murió en diciembre de 2006. ¿No cree que llega demasiado tarde para él?

M. H.: Llega muy tarde si lo comparamos con otros países. Pero en el fondo estoy muy contento de que llegue después de todo. Mi padre se hubiera merecido recibir este reconocimiento en vida por supuesto, porque le importaba mucho.

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swissinfo: Su padre fue condenado a cuatro meses de prisión y privado de sus derechos cívicos por dos años. ¿Cuándo y cómo se enteró usted de este episodio?

M. H.: No lo sé con certeza. Los amigos españoles que tuvo y que aún conservamos siempre estuvieron muy cercanos a nosotros. De la condena penal se habló muy tarde en nuestra familia. Creo recordar que yo tenía entre 12 y 14 años cuando supe por primera vez de este asunto.

Yo a la condena nunca le he dado tanta importancia, siempre estuvo en el primer plano el lado positivo. Siempre reconocía, al igual que mi padre, la vigencia de la ley militar que prohíbe a los ciudadanos suizos alistarse en ejércitos extranjeros. Y en este sentido no hubo injusticia, pero hay otros aspectos además de los jurídicos que deben prevalecer.

swissinfo: ¿Cuáles fueron los motivos principales por los cuales su padre decidió ir a España?

M. H.: Lo único que quiso al principio era ayudar. Trabajaba como mecánico en un garaje en La Chaux-de-Fonds. El rector de la escuela profesional a la que acudía había estado en Barcelona, y de él supo que en la capital catalana había muchos camiones que no funcionaban y que se necesitaban mecánicos para arreglarlos. Fue la razón por la que mi padre decidió ir a España.

Pero con los conocimientos que había adquirido en la escuela de reclutas, fue considerado un especialista militar. Por eso le despacharon al frente. Muchos de los milicianos no disponían de experiencias militares. Al principio no quiso participar en las batallas, pero al final llegó incluso a ser jefe de una compañía.

Hizo la academia militar y formó parte de la XI. Brigada Internacional, una brigada de élite, con la que estuvo en casi todas las batallas más importantes de la Guerra Civil, en Guadalajara, en Jarama y más tarde por supuesto en Madrid. Hacia el final de la guerra participó en las batallas del Ebro y de Teruel, en esas terribles guerras del invierno de 1937/38, donde además fue herido gravemente.

Nunca se conformó con estar en la retaguardia, siempre luchaba en el frente. Vivió, por supuesto, episodios terribles. Y era el típico suizo perfeccionista. Coleccionaba fotografías y volantes y redactó diarios. Además, se distinguió como mecánico, pues reforzaba los tanques para que resistieran mejor la superioridad militar del enemigo.

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swissinfo: Usted dice que tiene amigos en España. ¿Nos puede decir algo más sobre ellos?

M. H.: Cuando regresó a Suiza, mi padre trajo dos niños de Barcelona a Winterthur, donde fueron a la escuela. Está claro que se trata de lazos amistosos muy estrechos que mantenemos con sus hijos y nietos. Esta amistad fue un producto de la guerra pero nunca tuvo un significado político o ideológico para nosotros.

swissinfo: ¿Le contó su padre todo lo que había vivido? ¿Y qué fue lo que más le ha impactado?

M. H.: Me ha contado mucho de España y de la guerra. Como evidencian sus diarios, siempre le importaban mucho las personas que él había conocido a lo largo de su estancia en España.

Siempre me quedé muy asombrado cuando veía que sus amigos españoles casi le veneraban. Ha dejado una huella profunda. Lo que más admiro en mi padre es que siguió siendo un optimista inquebrantable hasta en sus últimos días. Fue herido en dos ocasiones, una bala atravesó su busto. Tenía cientos de motivos para estar amargado y sentir odio hacia los franquistas. Pero esto nunca ha sido el caso. Siempre fue un optimista.

En varias ocasiones buscó incluso el contacto con los del bando contrario e intentó comprenderlos. Y eso creo que fue un rasgo particularmente excepcional de mi padre.

swissinfo: ¿Vivió su padre algún tipo de humillación o discriminación por parte del entorno social?

M. H.: Sí, aunque parece que no le afectó mucho. Como empresario era miembro en asociaciones industriales, y en las reuniones fue tildado a veces de comunista, a pesar de que nunca había sido socio en ese partido. Nunca estuvo asociado a un partido, era una persona de creencias liberales. Luchó contra esos prejuicios y casi siempre consiguió convencer a sus críticos. Pero con la salida del filme ‘Los suizos en la Guerra Civil Española’, de Richard Dindo, en 1973, se inició un debate público, y desde entonces enmudecieron las críticas.

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swissinfo: ¿Cree usted que el Estado ha hecho todos sus deberes con la rehabilitación de los brigadistas suizos?

M. H.: Creo que con este reconocimiento simbólico se ha hecho lo más importante. Fue importante reconocer que moralmente han hecho lo justo, a pesar de haber infringido la neutralidad suiza. Este reconocimiento moral es importante, los voluntarios nunca pidieron indemnizaciones.

swissinfo: ¿Aprendió algo de su padre que le valió para su carrera política?

M. H.: Muchísimo. Estoy convencido de que nuestras conversaciones en la mesa familiar, junto a mis tres hermanas, me han marcado mucho. En nuestra familia siempre fue muy importante el compromiso y la responsabilidad política. Creo que la influencia de mi padre ha sido decisiva para que yo decidiera hacer política.

swissinfo: Actualmente hay un debate en España sobre la exhumación de las víctimas republicanas de la Guerra Civil y del franquismo. ¿Está siguiendo usted este debate?

M. H.: Sí, por supuesto, lo sigo con gran atención. Siempre que fui a ver a mis amigos españoles he notado que este tema era un tabú. No es que no se haya hablado sobre ello, pero siempre se hizo de una manera muy reducida.

Tengo la impresión que la labor de rememoración empieza todavía ahora. Los españoles aún tienen mucho por hacer. Aún quedan muchos recuerdos dolorosos y sucesos graves que hay que superar. Durante mucho tiempo los han callado para no abrir viejas heridas. Pero ahora parece que llegó el momento justo para empezar a dedicarse a los capítulos oscuros de la época franquista con esas matanzas desatinadas de decenas de miles de víctimas.

Suiza es uno de los últimos países en rehabilitar a sus antiguos brigadistas (falta la aprobación de la cámara alta, prevista para marzo).

El primer intento de amnistía es rechazado por el Parlamento en febrero de 1939. Desde entonces han fracasado una docena de mociones.

En 1973, se estrena el documental ‘Los suizos en la Guerra Civil Española’, del director helvético Richard Dindo, que desata un debate público sobre los voluntarios.

En 1986, el ministro socialista Otto Stich sostiene en un discurso festivo que la Historia ha dado la razón a los brigadistas suizos.

En 1994, la ministra socialista Ruth Dreifuss declara “política y moralmente rehabilitados” a los brigadistas suizos.

En 1996, el presidente francés Jacques Chirac concede a los brigadistas franceses el estatuto de “antiguos combatientes”. En el mismo año, España otorga a los brigadistas extranjeros la ciudadanía española. Seis voluntarios suizos toman la nacionalidad española.

En 2005, el Parlamento de Luxemburgo anula la ley de 1937 que prohibía a sus ciudadanos participar en la Guerra Civil.

En 2006, el diputado socialista y sindicalista Paul Rechsteiner presenta la iniciativa parlamentaria que pide la amnistía de los voluntarios suizos.

En 2007 se funda la asociación ‘IG Spanienfreiwillige’, que lucha por la amnistía y el reconocimiento histórico de los brigadistas suizos.

En septiembre de 1936, a los 23 años, el mecánico Hans Hutter se desplaza a Barcelona para ayudar al bando republicano.

Pronto es despachado al frente en Aragón como soldado de ametrallador para luchar contra las tropas franquistas. Su hermano Max lo alcanza para sumarse a la lucha contra el fascismo y muere en la batalla.

Como jefe de compañía, Hans Hutter participa en las batallas más importantes y cruentas de la guerra, las del Ebro y de Teruel. Tras la retirada de las fuerzas republicanas en 1938 vuelve a Suiza.

De regreso en su patria, es detenido por la Justicia Militar en la frontera y llevado a una prisión en Zúrich. El Tribunal de División VI lo condena a cuatro meses de cárcel.

A lo largo de toda su vida lucha para que el Estado reconozca oficialmente el compromiso de los brigadistas en defensa de la libertad y la democracia. Muere en diciembre de 2006.

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