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FATCA, el arma mortal contra el secreto bancario

Keystone

El Parlamento suizo ha sido llamado a ratificar próximamente la nueva ley FATCA, que permitiría a Washington acceder a toda la información bancaria de las personas que tienen obligaciones con el fisco de EEUU. Ante el arsenal desplegado por la superpotencia, el futuro del secreto bancario está decidido.

El despliegue de fuerzas que se ha puesto en marcha durante las últimas semanas para derribar el secreto bancario es impresionante: el G20 busca que el intercambio automático de información fiscal se aplique rápidamente a escala mundial; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prepara un nuevo sistema de intercambio de información automático estandarizado; y la UE exige el inicio de negociaciones para imponer la transparencia fiscal a todos sus miembros -y a Suiza- a partir del 2015.

Las fortalezas que protegían antes al secreto bancario se van rindiendo una a una: Luxemburgo, Austria, e incluso la lejana Singapur. Así, en 2013, Suiza podría izar la bandera banca. El primer paso en este sentido se espera para mediados de junio, cuando llegará al Parlamento suizo el proyecto de acuerdo pactado por Berna y Washington sobre la nueva Ley para el Cumplimiento Fiscal de las Cuentas en el Extranjero (FATCA).

Vía esta normativa, EEUU podrá exigir a partir del 2014 a las instituciones financieras información como el nombre, los haberes y los ingresos obtenidos por toda persona sujeta al cumplimiento de obligaciones con las autoridades fiscales norteamericanas. Una responsabilidad que no solo concierne a los ciudadanos estadounidenses que residen en territorio americano, sino también a los que están expatriados.

Varios países de la UE han pactado acuerdos FATCA con EEUU bajo el Modelo número 1, que prevé el intercambio automático de información fiscal entre las autoridades de los países respectivos.

Suiza optó por el Modelo número 2, en virtud del cual se transmitirán a Washington el nombre de los clientes solo si éstos conceden su autorización. Los bancos, no obstante, están obligados a informar al IRS el número total de cuentas y activos que poseen los clientes reticentes a revelar su identidad.

El IRS puede entonces solicitar los nombres y otras coordenadas a Berna a través del envío de una solicitud de asistencia administrativa grupal.

A diferencia de otros países europeos, el gobierno suizo no pidió reciprocidad a EEUU.

Transparencia casi total

Según lo previsto por el acuerdo que negociaron Washington y Berna, las instituciones financieras deberán pedir su consentimiento al titular de una cuenta antes de proveer cualquier información al fisco (IRS). Pero los clientes “recalcitrantes2” –considerados por la ley como renuentes a cooperar- serán castigados con una retención directa del 30% sobre todos los pagos que reciban desde EEUU. Y el IRS podrá de todas maneras obtener información sobre ellos presentando ante Berna una solicitud de asistencia administrativa para un grupo de personas.

Con base a la definición del gobierno suizo, el acuerdo se ciñe a un “intercambio semiautomático de información”. Pero en los hechos, el secreto bancario dejará de existir entre Suiza y EEUU a partir del 1 de enero del 2014. “Lamentablemente es así, aunque se intente expresarlo de una forma atenuada. Con FATCA, Suiza ofrecerá a Washington una transparencia casi total sobre los clientes de los bancos”, confirma Beat Bernet, profesor de economía bancaria en la Universidad de St. Gallen.

“Una transparencia que, no lo olvidemos, inició a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando Washington solicitó y recibió múltiples coordenadas bancarias para investigar redes de financiamiento al terrorismo. Desde entonces, el gobierno estadounidense puede acceder a información sobre transacciones financieras internacionales a través de la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT) y de los centros de cómputo de tarjetas de crédito que están basados en EEUU”.

El Congreso de EEUU aprobó en 2010 la Ley para el Cumplimiento Fiscal de las Cuentas del Extranjero, conocida a nivel internacional como FATCA.

Su objetivo es combatir la evasión fiscal en el extranjero por parte de sus ciudadanos.

Con esta legislación, Washington espera que todas las instituciones financieras del exterior (bancos, compañías de seguros de vida, fondos de inversión, fundaciones, etc.) se dispongan a otorgar nombres y otro tipo de datos confidenciales a la autoridad fiscal estadounidense.


De acuerdo con la legislación vigente en EEUU, están sujetos al pago obligatorio de impuestos todos los ciudadanos estadounidenses y los residentes legales en este país, pero también los estadounidenses expatriados y los extranjeros basados en el extranjero pero con activos importantes en EEUU.

Tras la creación de FATCA, todas las instituciones financieras foráneas están obligadas a registrarse ante el Internal Revenue Service (IRS), en su calidad de autoridad fiscal de EEUU, y se comprometen a identificar y comunicar la existencia de sus clientes sujetos al cumplimiento de obligaciones fiscales con el país norteamericano.

Sin escapatoria

La normativa marcada por FATCA –ante la cual se doblegan actualmente otros países europeos-  no ofrece escapatoria alguna al secreto bancario suizo. En septiembre próximo, el Parlamento helvético deberá decidir si ratifica, o rechaza, el acuerdo alcanzado con Washington. Sin importar cuál sea el desenlace, los bancos suizos no escaparán a los alcances de esta ley, incluso cuando carezcan de sucursales en EEUU.

Todo intermediario financiero suizo que no coopere con el IRS también será castigado con una retención del 30% sobre todos los pagos que perciba desde EEUU. Posteriormente se verá obligado a abandonar las operaciones en dólares, y a participar en el mercado de valores y de capitales de EEUU. “Un escenario que es posible en la teoría, pero imposible en la realidad. En la práctica, las instituciones que no cooperen  irán quedando excluidas del sistema financiero internacional“, dijo Beat Bernet.

La visión de Bernet es compartida por Christophe A. Schaltegger, profesor de economía política en la Universidad de Lucerna. “Si Suiza quiere una plaza financiera, no puede evitar cumplir con las reglas internacionales. Todos los bancos están estrechamente ligados a través del sistema bancario internacional. Si una institución bancaria es fuertemente sancionada por EEUU, quedará excluida de los acuerdos interbancarios, perdiendo con ello la confianza y los fondos de sus clientes”.

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Voluntad imperialista

Pese a todo lo descrito, la Ley FATCA espera resistencia en el Parlamento suizo.

Solo los partidos de centro –y no con pocas reservas- han manifestado la intención de aprobarlo. La izquierda daría ‘luz verde’ solo si el gobierno se compromete oficialmente a una rápida aceptación del intercambio automático de información. “FATCA refleja la voluntad jurídica imperialista de EEUU, pero sería un paso en la dirección correcta si después conduce al intercambio automático de información“, declara el diputado socialista Carlo Sommaruga.

Pero la derecha considera que FATCA es un acuerdo completamente inaceptable. “Como país independiente que somos, ningún otro Estado u organización puede imponer de forma unilateral cambios a nuestra legislación. Especialmente considerando que FATCA nos obligaría también a incorporar en el futuro los cambios que experimente la normativa de EEUU”, deplora Peter Foehn.

De acuerdo con el senador de la Unión Democrática del Centro (UDC), no se pueden cambiar las reglas del juego de esta forma. “Hasta ahora los bancos suizos habían prometido a los clientes proteger sus patrimonios y respetar su privacidad. Ahora, súbitamente, todos sus datos serían transmitidos a EEUU. Esto puede dañar la reputación de toda la plaza financiera”.

Brecha enorme

Pero eso no es todo. La Ley FATCA abrirá una brecha tan profunda en el secreto bancario, que terminará por ceder pronto también a las reivindicaciones de la UE. “Para Berna pronto será difícil explicar a Bruselas que está dispuesta a ofrecer el intercambio automático de información a EEUU, pero no a Alemania o a Francia”, dice Christoph A. Schaltegger

Por ello, en el presente, “lo mejor para Suiza será concentrar sus energías en las fortalezas de su plaza financiera: una moneda sólida, un marco jurídico confiable, un sistema político estable  y un alto nivel de competencias”, apunta Bernet, “pues incluso sin el secreto bancario, puede proporcionar garantías de seguridad a las personas y las empresas”.

Traducido del italiano por Andrea Ornelas

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