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“Es un golpe y así lo digo a la sociedad internacional”

Dilma Rousseff fue destituida de su cargo como presidenta de Brasil por el Senado, la tercera parte de cuyos miembros han sido acusados o están bajo sospecha de corrupción. Reuters

La remoción de Dilma Rousseff tiene su origen en los intereses de las élites económicas brasileñas, considera Jean Wyllys. El diputado viajó a Suiza para aumentar la conciencia pública sobre lo que considera un “golpe” parlamentario contra la mandataria, destituida el miércoles (31.08) por el Senado.  

Invitado por el recién creado Centro Latinoamericano de ZúrichEnlace externo, el parlamentario incluye en su agenda encuentros públicos en los que aborda también la precaria situación de las minorías en Brasil. swissinfo.ch conversó con el abanderado del Partido Socialismo y Libertad.Enlace externo   

Jean Wyllys en el centro de Zúrich. Leta Motta

swissinfo.ch: ¿Cuál es el contenido de sus encuentros con el público suizo?

Jean Wyllys: Vine a presentar un panorama de América Latina para los próximos 15 años. Ese escenario, denominado ‘Alerta Democrática’, desarrollado por 37 líderes de América Latina, es fruto de un debate realizado en tres etapas: en Panamá, Colombia y Sao Paulo. Financiado por la Fundación Avina y la ‘Open Society’, el proyecto fue elaborado por un grupo de diferentes líderes, incluidos empresarios, indígenas, personas de izquierda y de derecha. A partir de ese panorama, que es el fundamento de nuestra posición contra el golpe asestado a la depuesta presidenta Dilma Rousseff, hablamos de democracia. Considero que es un golpe y así lo digo a la sociedad internacional. Queremos sensibilizar a los suizos al respecto. Fui invitado por el Centro Latinoamericano de Zúrich (Lateinamerika-Zentrum Zürich), de la Universidad de Zúrich.

swissinfo.ch: ¿Qué lleva a un parlamentario brasileño a acudir a Suiza para manifestar su posición contra el proceso de destitución de la presidenta y sobre la lucha en favor de las causas de los homosexuales?

Prensa suiza 

El senado brasileño destituyó (31.08) a la presidente Dilma Rousseff (60 votos contra 20) por la violación de leyes presupuestarias. El vicepresisente Michel Temor asumió las riendas del país. La prensa suiza escribe:

“La ironía es que más de un tercio de los senadores están acusados o bajo sospecha de prácticas delictivas mientras que Dilma Rousseff no fue condenado por corrupción, sino por acrobacias contables que habían sido utilizadas impunemente por sus predecesores”. ‘Le Temps’ 

“Destituida Dilma Rousseff, Michel Temer es un presidente demasiado débil para efectuar reformas”, señala ‘La Liberté’, diario para el cual en Brasil “La inestabilidad está asegurada” y es preciso “hacer una gran limpieza del sistema político, completamente contaminado por la corrupción”.

“Lo que ocurre en el mayor país de América Latina no fue un golpe porque el proceso de destitución fue realizado correctamente. Pero fue una pieza político-jurídica de mala calidad, lo que no es digno de una democracia”: ‘NZZ’

“Nunca hubo la prometida revolución de izquierda porque no fue el PT el que trajo prosperidad a los pobres sino la economía”: ‘Tages Anzeiger’. 

J. W.: Queremos sensibilizar a la comunidad política y científica internacional sobre lo que sucede en Brasil. La prensa brasileña, que es extremadamente hegemónica y se encuentra en las manos de siete familias, hizo una cobertura sesgada del proceso de destitución de Dilma Rousseff. Sus noticias han estado basadas en hechos que no corresponden a la verdad del golpe parlamentario. Pretendemos también llamar la intención sobre la situación de las minorías en Brasil; no solamente de los homosexuales, sino también de la juventud negra y pobre que es asesinada por la policía.

Vine a Suiza porque el país se interesa en América Latina, como lo demuestra la creación del Centro Latinoamericano de Zúrich. Esta sociedad comprende el impacto de América Latina en el futuro del mundo. Ellos saben que no hay manera de hacer una separación y que lo que sucede en Sudamérica afecta al mundo. Y me invitaron como activista reconocido de los derechos humanos.

swissinfo.ch: ¿Cómo ve usted la democracia directa en Brasil? ¿En el caso de que hubiera una reforma del sistema político tendrían lugar plebiscitos y referéndums?

J. W.: La democracia directa no existe en Brasil. Los plebiscitos y los referéndums, como existen en Suiza, a pesar de estar previstos en la Constitución brasileña, casi nunca son puestos en práctica. El último se produjo en 2005, sobre la prohibición de armas de fuego y municiones, conocido como el plebiscito del desarme.

Dilma Rousseff había dicho que de no producirse ese injusto proceso de destitución, habría convocado a un referéndum para consultar a la población sobre su permanencia en el gobierno. Mi mandato, por ejemplo, está formado por consejos: 104 ciudadanos con calidad de consultantes. Algunas de estas personas proceden de la campaña electoral. Nos reunimos cada dos meses, además de mantener contacto a través de redes sociales. Brasil necesita profundizar una participación democrática más cualitativa.

swissinfo.ch: En su opinión, ¿cuál es el papel de Suiza en la lucha contra el lavado de dinero?

J.W.: Podría ser más eficaz, profundizar y ampliar las averiguaciones. Las élites y el capital transnacional, que no requieren una dirección fija, pueden financiar horrores, más allá del dinero sucio de la corrupción. Suiza necesita mejorar el mecanismo de supervisión de ese dinero. Puede ser que el Estado Islámico esté participando indirectamente en lavado de dinero y las autoridades no lo sepan.

swissinfo.ch: ¿Cuál es su evaluación del Gobierno de Dilma Rousseff? ¿Por qué no hubo grandes movilizaciones en Brasil contra el proceso de destitución?

J. W.: Hubo grandes manifestaciones. No hubo grandes coberturas. La prensa brasileña convocó incluso a la gente a participar en marchas contra Dilma Rousseff. No fue depuesta porque tenía como enemigos a Eduardo Cunha, Renan Calheiros y otros.

Su problema fue meterse con el dinero de las élites. Brasil es un importante exportador de productos agrícolas. El gobierno de Lula promovió el crecimiento social, 40 millones salieron de la miseria. Lula sacó a Brasil del mapa del hambre, pero todo eso gracias a los buenos vientos de la economía. Cuando dejaron de soplar, a partir del gobierno de Dilma, la crisis económica comenzó a afectar a Brasil.

Ella trató de resolver ese problema, manteniendo al mismo tiempo el gasto en políticas sociales. Las élites económicas ya no querían financiar esas políticas. Querían mantener sus privilegios y pasar a los trabajadores la cuenta de la crisis. Las clases dominantes no tienen ningún interés en la reforma fiscal la cual grava las mayores fortunas. Por el contrario, quieren acabar con las políticas sociales, desmantelar las redes de protección de los trabajadores, los logros alcanzados desde la Era Vargas, como el pago del decimotercer mes, vacaciones, etc.

swissinfo.ch: El Congreso brasileño sufre una gran influencia de la bancada evangélica. ¿Cuál es el verdadero poder de las iglesias en el país? Hay una tendencia al incremento de esa influencia para las próximas parlamentarias en 2018?

J.W.: Sí, sobre todo con el gobierno (de Michel) Temer quien, para lograr la mayoría, tuvo que contar con esas fuerzas cristianas fundamentalistas. Son una fuerza política poderosa. Están en los parlamentos, tienen horarios importantes en los programas de televisión y mantienen un discurso de odio.

swissinfo.ch: ¿Es usted realmente el único parlamentario que lucha abiertamente por las causas homosexuales en el Congreso?

J. W.: Yo soy el único que asumo la homosexualidad, pero hay otros parlamentarios, como María do Rosario (PCdoB) y Erica Kokay (PT), que también luchan por la causa LGBT, aunque no es una prioridad para ellas. Para mí, es la causa de mi vida.

Yo soy homosexual y escuché el primer insulto en mi vida a los seis años. Desde entonces, el insulto no desapareció nunca. La gente de alguna manera acepta la difamación contra mí porque soy homosexual.

Brasil sigue siendo un país homofóbico, donde son aceptadas las calumnias en Internet en el sentido de que presenté un proyecto a favor de la pedofilia y para que los niños cambiaran de sexo. Eso no es cierto. Defiendo un proyecto educativo, que no es de mi autoría, contra el acoso a los homosexuales, ‘Escuela sin Homofobia’.

swissinfo.ch: ¿Teme perder votos por haber escupido al Jair Bolsonaro (de extrema derecha)?

J. W.: Todo lo contrario. Si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría. ¿Ese diputado puede decir que arrancar las uñas de los demás es normal? ¿Escupir es peor que defender los delitos de tortura? Escupir es una resistencia a un sistema corrupto.

Jean Wyllys de Matos Santos 

Nació en Alagoinhas, Bahía, el 10 de marzo de 1974.

Se graduó en Periodismo y tiene una maestría en Literatura y Lingüística de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). Se desempeñó como profesor en la Escuela de Publicidad y Marketing (ESPM) y la Universidad Veiga de Almeida (UVA).

Fue elegido diputado federal por el PSOL-RJ en 2010 y reelegido en 2014.

Fue una de las 50 personalidades incluidas en la ‘Lista global de la diversidad’Enlace externo, publicado por la revista británica The Economist en octubre de 2015.

Traducido y adaptado por Marcela Águila Rubín

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