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Presencia gitana en la Expo.02

'Carmen', de Mérimée, en el menú de este fin de semana. www.expo.02.ch

Por primera vez en su historia, Suiza abre un espacio de expresión a uno de los grupos humanos más estigmatizados y perseguidos.

Durante un fin de semana los visitantes de la ‘arteplaya’ de Morat participaron en la demolición de estereotipos.

“Estamos cansados de que nos digan rateros y nómadas y de que nos pregunten si sabemos leer y escribir”, confiesa Cristina Kruck, presidenta de la Fundación Roma.

Denuncia que la discriminación persiste y que en el afán de escapar a sus alcances, muchos gitanos optan por evitar mostrarse como tales. Reservan sus tradiciones a la intimidad familiar para no perder el empleo.

Durante la conferencia de prensa en la que se dio a conocer el programa de la Expo.02 consagrado a los gitanos, Cristina Kruck resume su objetivo: “mostrar que también somos seres humanos y que también somos suizos”.

Tiempos obscuros

Sus palabras distan de ser ociosas. Páginas sombrías del devenir de la Confederación Helvética dan cuenta de políticas de rechazo y expulsión de gitanos desde principios del Siglo XX y durante la temible persecución nazi.

Testimonian también la práctica de arrancar a los niños del seno familiar para alejarlos del sinfín de conductas indeseables que se atribuían a los gitanos (vagabundaje, robo, promiscuidad). Entre 1926 y 1973 centenares de pequeños fueron sustraídos de sus padres y enviados a instituciones.

“No comprendo cómo un país tan bueno nos ha podido hacer tanto mal”, suspira Sonja Minster, (Jenich), cuya memoria guarda ese desgarramiento, pero también la bondad que halló entre gente del campo. Para ella, el encuentro de este fin de semana es “un enorme progreso, un cielo abierto”.

De reencuentro

“Invitar a los Sintis, los Jenich y los Romas es reconocer los errores del pasado”, sostiene Philip Blitzer, responsable de la temática de la Expo.02.

Su presidenta, Nelly Wenger, asienta, por su parte, que a pesar de que Suiza es un país de vocación multicultural, “extrañamente, nuestro multiculturalismo se ha fosilizado”.

Alude a su país como asiento de cuatro regiones lingüísticas y sostiene que “deberíamos ser los campeones de la diversidad” pero que el respeto a otras culturas oculta muchas veces una ignorancia recíproca. Admite que el reconocimiento de la existencia de los gitanos requirió mucho tiempo.

Pero en materia de respeto, el desafío aún es generoso:

Los “clichés” del gitano errante, sin estudios y amante de lo ajeno tienen una porfiada vigencia. Morat invita a conocer la cultura, el folclor, las tradiciones de los gitanos.

Convida a recorrer el mercado, dos exposiciones y la “ciudad de las caravanas”; a debates públicos; a regalarse con la representación de ‘Carmen’ y las ejecuciones de cuatro distintos grupos musicales; a recrear ese mundo mágico de los gitanos.

Un exhorto a destruir ideas cuyo origen se antoja tan añejo como arbitrario.

Marcela Aguila Rubín, Morat

Roma, Sinti y Jenich son distintos grupos de gitanos
En Suiza viven unos 80 mil gitanos
En Europa hay alrededor de 12 millones de Roma
Persisten ghettos de gitanos en Eslovaquia, Bulgaria y Rumania
Al menos 500 mil Roma murieron víctimas del nazismo
En Suiza sufrieron estigmatización y rechazo

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