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FIFA y corrupción

Redacción de Swissinfo

¿Quién va a rescatar a la FIFA del caos? ¿Quién le devuelve la estabilidad y la credibilidad? ¿O acaso continúa la decadencia de la tan orgullosa organización de antaño? Una opinión del experto Guido Tognoni, conocedor privilegiado de los entresijos de la FIFA.

El congreso del 26 de febrero proporcionará respuestas a las primeras preguntas y reconducirá la federación mundial a cauces más calmados tras los traumáticos acontecimientos de los últimos años. Para ello, la aprobación del paquete de reformas por los más de 200 delegados de las federaciones nacionales será una condición previa, cosa que probablemente se llevará a cabo si consideramos la presión que han ejercido sobre el organismo mundial las autoridades judiciales de Estados Unidos y también de Suiza.

Queda abierta la cuestión de si la justicia volverá a enseñar sus armas antes de la celebración de la asamblea general para perturbar con sucesivas actuaciones la gran reunión de los funcionarios en Zúrich. Tendría razones suficientes para ello.

Tras una etapa como periodista deportivo, el jurista grisón Guido Tognoni, de 65 años, trabajó durante quince años (entre 1984 y 2003) en diversas funciones ejecutivas en la FIFA y la UEFA. Keystone

Desde finales de mayo pasado se han multiplicado los acontecimientos: las detenciones, revelaciones, declaraciones, suspensiones y dimisiones se han sucedido de manera inusitada, algo que hubiese sido impensable antes de la intervención conjunta de las autoridades judiciales estadounidenses y suizas. De repente, la FIFA ya no es lo que era, y no lo será durante mucho tiempo.

La organización que se creía intangible y se imaginaba en otro planeta, se ha convertido en una entidad frágil, que se ha visto obligada a someterse al control de abogados estadounidenses y que desde entonces hace todo lo posible para que, en el sentido jurídico-formal, se la considere víctima de la prevaricación de particulares y no autora de delitos. El hecho de que los tres funcionarios más importantes del fútbol mundial –el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, el presidente de la UEFA, Michel Platini, y el secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke – fueran destituidos de sus cargos, significa que hemos alcanzado el clímax de este drama peliculero de la FIFA, que en gran parte han escrito miembros desconocidos de la otrora escarnecida Comisión de Ética de la federación mundial.

La crisis interna de la FIFA

Después años de acusaciones por corrupción, la policía suiza detuvo en mayo y diciembre del año pasado en Zúrich a nueve altos funcionarios de la FIFA imputados por corrupción. Hasta ahora tres de ellos han sido extraditados a Estados Unidos. La justicia estadounidense también investiga al expresidente Joseph Blatter, quien sigue negando todos los cargos.

El obstinado Blatter

Y que expulsado de su cortijo, Sepp Blatter se aferrara a la creencia absurda de que como presidente de la FIFA no tenía que subordinarse a la Comisión de Ética, fue el intento desesperado de negar la evidencia del cambio histórico que sacude al deporte mundial de un hombre que durante cuatro décadas ha personificado a la FIFA.

La nueva época de la FIFA implica muchas exigencias: limitación temporal de los cargos, transparencia salarial, separación de política y negocio, clarificación del estatus jurídico, gestión limpia, inclusión de todos los sectores relevantes del fútbol en la toma de decisiones, reducción de las desbordantes comisiones, mejora de los programas de desarrollo, licitaciones justas –todos asuntos que deberían formar parte de la gestión normal de una organización, pero que en el pasado se descuidaron fueron descuidadas de forma crasa, a pesar de los múltiples millones de francos que se gastaron en las denominadas reestructuraciones.

¿Quién conducirá a la FIFA hacia la nueva era? Cinco candidatos están en liza, de los cuales el que menos posibilidades tiene de ganar se retirará probablemente antes de la elección, el sudafricano Tokyo Sexwale. Su campaña, si es que la hubo, fue prácticamente invisible. Los favoritos son el jeque Al Jalifa de Bahréin y el suizo Gianni Infantino, que fue propuesto por la UEFA como sustituto del suspendido Michel Platini.

El jeque Salman, actual presidente de la federación continental de Asia, representa el auge de los estados del Golfo, que – como Catar– procuran extender su poderío económico al deporte mundial. Para Gianni Infantino se trata de asegurar que la UFEA siga ejerciendo sobre la FIFA la influencia que le corresponde a Europa como centro de gravedad del fútbol mundial en lo deportivo y comercial. Una UFEA aislada de la FIFA no sería una situación buena para el futuro del organismo mundial: la FIFA necesita a la UEFA, pero la UEFA no necesita a la FIFA. En el caso de que gane el jeque Salman, mucho dependerá de la procedencia de los dirigentes clave en la administración.

Champagne: un programa bien pensado, pero sin apoyo

En caso de ser elegido, el candidato Gianni Infantino promete incrementar el número de selecciones en la ronda final del Mundial de 32 a 40, un plan que provocó el rechazo de los expertos y la resistencia de los grandes clubes. Que el ‘outsider’ Jérôme Champagne, que dependerá de cada voto solo para superar la primera vuelta electoral, renuncie a semejantes declaraciones, habla en su favor, al igual que lo hace su ponderado programa, con el que no hay que estar de acuerdo en cada uno de los puntos, pero que denota una profunda comprensión de los problemas del balompié mundial.

El francés aboga por una perecuación financiera más amplia entre los clubes pobres y los que disponen cada vez de mayores recursos. Pero Champagne, al que Sepp Blatter despidió en su día como uno de sus más estrechos colaboradores en la FIFA, es un luchador solitario y no dispone de una base de poder como la tienen Salman en Asia e Infantino en Europa.

Punto de vista

swissinfo.ch reúne en esta columna una selección de textos escritos por personas ajenas a la redacción. En ella publicamos los puntos de vista de expertos, líderes de opinión y observadores sobre temas de interés en Suiza con el fin de alimentar el debate.

Queda Ali Bin Hussein de Jordania. El príncipe consiguió en las últimas elecciones un número notable de 73 votos, pero no va a ser capaz de volver a repetir este resultado. En mayo de 2015, el príncipe Ali fue un candidato de protesta apoyado por la UEFA contra Sepp Blatter. Tras el destierro de Blatter, sin embargo, carece de este subterfugio. La cuestión más importante va a ser a quién irán a parar los votos a favor del príncipe Ali una vez eliminado, si a Salman o a Infantino.

Porque al final contará cada voto. El salto de los votos más o menos asegurados, que llevarán a ambos candidatos a la “final”, hasta la mayoría de 105 de las 209 federaciones, es grande. Y el resultado promete ser muy justo. A no ser que ambos candidatos pacten en el último minuto: una FIFA con Salman como presidente e Infantino como secretario general y jefe de la gestión sería una solución pragmática. Ambos declinan tales pretensiones. Sin embargo, aún queda mucha campaña. De aquí al viernes, 26 de febrero, pueden pasar muchas cosas: desde ulteriores acciones policiales hasta un acuerdo entre los favoritos para compartir el poder al frente de la nueva FIFA.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el punto de vista de swissinfo.ch.

Apelación

El suspendido presidente de la FIFA, Joseph Blatter, asistió este martes (16.02) en la sede del organismo rector del fútbol mundial a una audiencia de apelación contra su sanción de ocho años para participar en actividades del deporte.

Blatter fue suspendido en diciembre junto con el titular del fútbol europeo, Michel Platini, por un pago de 2 millones de francos hecho por la FIFA al francés en 2011.

Para el comité de ética de la FIFA, el pago, en momentos en que el suizo buscaba la reelección, carecía de transparencia y presentaba conflictos de intereses. Ambos negaron las acusaciones.

El caso está en el Comité de Apelación de la FIFA y a fines de semana podría producirse un veredicto.

Fuente: Reuters


Traducción del alemán: Antonio Suárez Varela

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