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Química: Espada de Damocles sobre Basilea

La producción química basilense parece protegida mientras mantenga su calidad. Novartis

Costos elevados, reglas severas, competitividad decreciente: la química europea teme por su futuro, sobre todo frente a la competencia asiática.

El descenso de la productividad y la pérdida de empleos son amenazas que también podrían afectar a Basilea, capital de la química suiza.

Europa corre el riesgo de redimensionar su condición de centro de producción, aún a pesar de las perspectivas de progreso que tienen las empresas químicas.

Estas previsiones, aparentemente paradógicas, surgen del último informe emitido por el Consejo Europeo de la Industria Química.

Según el escenario trazado por el estudio, la producción química europea podría disminuir un 0,6% anual en los próximos diez años. La parte de los productos europeos en el mercado mundial podría pasar de 32%, en la última una década, a 16% en el año 20015.

Es un fenómeno vinculado con el desplazamiento de numerosos empleos a regiones o continentes donde los costos de producción son bajos, como lo es en Asia, por ejemplo.

En esas zonas, el marco legal para el desenvolvimiento de las empresas tiende a mejorar y suele ser simple y permisivo.

“Ya es un hecho que hoy en día varias producciones masivas con base en el valor añadido sean transferidas hacia los países donde los costos son reducidos”, recalca Rudolf Rechtsteiner, diputado socialista por Basilea.

Se trata ciertamente de una reestructuración esencialmente geográfica del sector químico.

Basilea en primer lugar

El sector químico equivale para Basilea a lo que la industria automotor para Turín. Basilea alberga a seis compañías químicas y farmaceúticas con actividades en el mercado mundial: Novartis, Roche, Syngenta, Ciba, Clariant y Lonza. El parque tecnológico de la región basilense es, en consecuencia, impresionante.

No obstante, más allá de los excelentes resultados financieros presentados por los gigantes como Novartis o Roche, se advierte algunas señales alarmantes.

El grupo holandés DSM cuenta con unos 3.000 empleados en la región basilense y proyecta reducir un cuarto de su plantilla. Ciba y Syngenta disminuirán por su parte unos 200 puestos de trabajo cada una.

Clariant tampoco excluye la supresión de algunas de sus actividades en Basilea, conforme a un marco de reestructuración de alcance mundial. Podría transferir sus actividades a regiones cuyos mercados crecen vertiginosamente, entre ellas China.

Productos de punta

Esta tendencia general no parece, sin embargo, inquietar demasiado a la situación de la plaza basilense.

“Nosotros debemos desarrollar una industria de élite, altamente especializada y de gran valor añadido”, señala Johannes Randegger, directivo de Novartis y diputado radical (derecha). Es necesario que la química de punta ofrezca productos de punta y realice actividades de investigación o ensayos científicos.

“Lo que hacemos en Basilea exige un profundo know-how, múltiples investigaciones tecnológicas y garantías de calidad y de protección del medio ambiente. Esas son tareas que cumplimos perfectamente, y que son difícilmente exportables”, sostiene Johannes Randegger.

Esta opinión es compartida por Rudolf Rechtsteiner, a cuyo juicio no se puede olvidar las otras ventajas que ofrece el producir en Suiza: estabilidad política, económica y social, así como el dominio de las tecnologías modernas.

Para el socialsita basilense, Suiza cuenta además con un buen sistema de formación.

En opinión de Johannes Randegger, existe empero un problema en este ámbito: Suiza carecería de científicos hecho que obligaría varias empresas del sector a ejercer sus actividades de investigación en el extranjero.

¿El medio ambiente?

El sector de la química es indudablemente sensible en las relaciones con el medio ambiente. Lo ha demostrado el desastroso incendio de Sandoz en Schweizerhalle (1986). El Rin fue contaminado hasta Rotterdam.

Desde entonces, las empresas y las autoridades prestan más atención a los peligros de contaminación. Lo hacen aún sabiendo que la gestión de riesgos en Basilea es juzgada satisfactoria por el Centro de control de la química y la seguridad biológica, e incluso a pesar de la feroz competencia en el mercado internacional.

“No cabe duda que la presión a las empresas ha aumentado, pero tenemos la impresión de que las industrias químicas siguen haciendo lo posible para reducir al máximo los riesgos”, precisa Urs Vögeli, responsable del Centro de control.

Aunque la situación en este aspecto parece tranquilizante en Basilea, la cuestión medioambiental persiste en las regiones que hacen todo para lograr un desarrollo económico acelerado.

En la mayor parte de los casos, tales regiones no se han dotado todavía de normas de seguridad comparables con las existentes en Suiza o en Europa.



swissinfo, Marzio Pescia
(traducción: Juan Espinoza)

En 1990, unas 40.000 personas trabajaban en la industria químico-farmaceútica en la región de Basilea.
A finales de 2003, ese sector daba empleo a 27.500 personas, 15.000 de ellas en las actividades de producción.

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