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Refugiados que se hicieron “más suizos que los suizos”

El historiador Andreas Oplatka vive entre Zúrich y Budapest. swissinfo.ch

La revolución húngara comenzó el 23 de octubre de 1956. A los pocos días, la invasión del Ejército Rojo obligó a unas 200.000 personas a buscar refugio en Suiza y en otros países occidentales.

En una entrevista concedida a swissinfo, el historiador Andreas Oplatka rememora este triste capítulo de la historia de Hungría y la exitosa integración lograda de la colonia húngara en Suiza.

La revolución húngara de 1956 duró escasos días. A principios de noviembre, las tropas soviéticas reprimieron brutalmente las aspiraciones independentistas y de libertad del pueblo húngaro, generando un éxodo masivo de refugiados hacia Occidente.

Suiza acogió a cerca de 14.000 húngaros, entre ellos, la familia de Andrea Oplatka, historiador, periodista y profesor universitario.

swissinfo: ¿Qué razones llevaron a su familia a dejar Hungría?

Andreas Oplatka: En 1956 mi familia vivía en Budapest, que fue el epicentro de la revolución. Como en muchos otros hogares, en mi casa reinaba un espíritu liberal y hostil al régimen. En ese ambiente nos criamos mi hermano y yo.

Durante la revolución – entonces yo tenía 14 años – me sumé espontáneamente en las manifestaciones. Mi hermano, que entonces era estudiante, participó en los movimientos de revuelta.

A principios de noviembre, tras la llegada de las tropas rusas, comenzaron las encarcelaciones y las deportaciones de jóvenes alineados con las tesis de la revolución. Fue sobre todo el miedo de ver a mi hermano preso lo que motivó a mi padre a salir del país.

Mi padre estaba convencido de que Hungría caería en una larga era política de tinieblas en la que no habría cabida para las ideas liberales. No quería que sus hijos crecieran en semejante clima.

swissinfo. ¿Fueron esos sentimientos de miedo y de resignación que llevaron a 200.000 personas a salir al extranjero en el espacio de pocos días?

A.O.: Creo que en aquella época reinaba un ambiente de desilusión y desesperación entre los exiliados. Casi todos habían perdido la esperanza de poder vivir dignamente en Hungría. Y para quienes habían participado en la revolución, abandonar el país era la única posibilidad de ponerse a salvo.

En el transcurso de los meses siguientes, el régimen comunista condenó a más de 20.000 personas a penas de prisión y ordenó la ejecución de unas 300 a 500. Fue un periodo de represión cruel que padecieron al menos 100.000 húngaros sometidos a continuos controles policiales, a la prohibición de trabajar, a la censura y las intimidaciones.

Aún hoy hay mucha gente en Hungría marcada por la amargura que vivió en aquella época.

swissinfo: ¿Por qué decidió su familia refugiarse en Suiza?

A.O.: Vinimos a Suiza porque mi padre había estudiado en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich años antes. Para él Suiza representaba una especie de amor de juventud. En su mente siempre tuvo claro que si algún día tenía que abandonar Hungría, sería para establecerse en Suiza.

swissinfo: ¿En qué medida la realidad que encontraron los refugiados húngaros en Suiza se correspondía con el sueño occidental que se cultivaba al otro lado del ‘telón de acero’?

A.O.: El primer contacto con la realidad helvética o en otros países occidentales dejó a muchos boquiabiertos. La vida tranquila, la modernidad de las ciudades, el estado de las carreteras o la calidad de las viviendas no tenían nada que ver con lo que conocíamos en los países comunistas, aún empobrecidos debido a la Segunda Guerra Mundial y económicamente mal gestionados.

La esperanza de encontrar el bienestar económico también atrajo a miles de húngaros a Occidente, pero muchos no habían calculado que ese bienestar tenía su precio.

Para conseguirlo, había que pagar prestaciones y tener una ética laboral: dos cosas prácticamente olvidadas bajo el régimen comunista. Para muchos refugiados, los primeros años fueron difíciles. No pudieron avanzar tan rápidamente en su carrera profesional como esperaban.

swissinfo: Pese a las dificultades, la integración de los refugiados del este europeo en Suiza fue extremadamente positiva para ambas partes.

A.O.: La población suiza acogió con los brazos abiertos a los refugiados húngaros de 1956, al igual que lo hizo con los checoslovacos en 1968, y por consiguiente, se integraron muy bien en esta sociedad.

Lo que facilitó su integración fue que muchos tenían un nivel de formación alto. Además, pese a algunas diferencias de mentalidad, compartían en gran parte los valores humanos y culturales de las sociedades occidentales.

swissinfo: ¿Habrían sido recibidos con la misma generosidad si esos refugiados no hubieran huido de un país comunista?

A.O.: El factor político tuvo sin duda un papel importante, tanto en 1956 como en 1968. Pero para responder a su pregunta, habría que ponerse en el pellejo de los refugiados que venían de otros países, por ejemplo de Chile en los años 70, para saber si su acogida fue menos generosa.

Es posible que así fuera. Pero esto no quita que entre los refugiados del Este de Europa permaneciera un fuerte sentimiento de gratitud hacia Suiza, tanto hacia su población como sus autoridades.

swissinfo: A menudo se ha dicho que los refugiados del este europeo se hicieron “más suizos que los suizos”. ¿Comparte usted esta opinión?

A.O.: Para explicarlo podemos recurrir a una comparación. El trabajador italiano o español que emigró a Suiza en los años 50 llegó con su pasaporte en la mano y, la mayoría, se planteaba regresar algún día a su tierra. Los refugiados del este europeo, por el contrario, vinieron a Suiza sabiendo que no tenían posibilidad alguna de volver.

Entrevista swissinfo: Armando Mombelli
(Traducción: Belén Couceiro)

El 23 de octubre de 1956, una manifestación de estudiantes en Budapest se transforma en una marcha de protesta contra el régimen comunista a la que se suman más de 100.000 personas.

El 24 de octubre, la población sale a la calle en otras ciudades del país para exigir libertad de prensa y de expresión, elecciones libres y la independencia de la Unión Soviética.

El 4 de noviembre, la intervención de las tropas soviéticas sofoca la revuelta. 2.600 húngaros pierden la vida en los enfrentamientos. Miles de personas terminan en la cárcel y cientos son condenadas a muerte.

Entre noviembre y diciembre, unos 200.000 ciudadanos húngaros huyen a países de Europea Occidental. Suiza acoge a cerca de 14.000.

Este 23 de octubre de 2006, Hungría conmemora el 50 aniversario de la revolución en presencia de decenas de jefes de Estados y de Gobierno, entre ellos el presidente de Suiza, Moritz Leuenberger.

Andreas Oplatka nació el 5 de febrero de 1942 en Budapest. Su padre era ingeniero y su madre farmacéutica.

La familia Oplatka se refugió en Suiza en 1956, tras la invasión de las tropas soviéticas en Hungría.

En 1968, tras cursar estudios de Historia y Germanística, se doctoró en la Universidad de Zúrich.

Andreas Oplatka trabajó para el diario ‘Neue Zürcher Zeitung’ de 1968 a 2004 y fue corresponsal en varias capitales europeas, entre ellas Budapest.

Desde el año 2000, es profesor de Historia y Comunicación en las universidades de Viena y Budapest.

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