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En la profundidad de Suiza, pero con intereses mayores

Seminario y hotel La Claustra en una fortaleza helvética de artillería en el macizo del Gotardo. www.claustra.ch

Tras el fin de la Guerra Fría, muchos refugios militares en Suiza cambiaron radicalmente de función. Sirven como hoteles, salas de conferencias o como archivos de información y resguardos acorazados.

Suiza, rodeada por países amigos, tiene un problema 20 años después de terminada la Guerra Fría: ¿Qué hacer con todos los refugios ocultos en sus montañas? En esta era de la información, la mayoría de ellos ya no se guardan en secreto.

Los refugios señalados como comandos centrales del gobierno suizo para los tiempos de guerra, tampoco resistieron a esa presión por parte de los medios. La prensa publicó en varias ocasiones las coordenadas del ‘Führungsanlage K20’ (Instalación directiva K20).

Hansruedi Moser, jefe de información de la Cancillería Federal, opina sobre este delicado tema: “Se puede hacer referencia y sacar fotografías de las construcciones visibles desde el exterior, pero lo que pasa dentro de ellas es secreto”.

No obstante, numerosas páginas Internet y publicaciones han quebrantado esa frontera sobre la ubicación de estos refugios. De este modo, dieron a conocer que el comando central del Foro Económico Mundial de Davos (WEF en sus siglas en inglés) se encuentra justamente en un búnker.

Búnker como concepto empresarial

Algunos empresarios han descubierto oportunidades en estas construcciones subterráneas ahora inútiles. Cada vez con mayor frecuencia ponen la mirada en ellas instituciones como aseguradoras, bancos y compañías de seguridad.

Allí, en la profundidad de las montañas se conservan datos de sus clientes, datos secretos sobre sus negocios, tesoros y archivos. De este modo, la empresa Siag, con sede en Zug, resguarda informaciones calificadas de alta seguridad de sus clientes, que cuentan con su total discreción.

Siag protege datos digitales de alta seguridad. “Alquilamos el búnker al gobierno por un largo periodo de tiempo o lo conservamos como copropiedad”, explica Christoph Oschwald de Siag a swissinfo. ¿Conocen a sus clientes? “Para evitar falsa clientela, la visitamos en caso de duda en cualquier punto del mundo donde se encuentre”, indica.

Para todos los casos

Al parecer, hay muchas razones para que empresas o individuos abran una cuenta de datos en un búnker suizo. Estas construcciones son apropiadas para conservar seguras listas insustituibles de direcciones, pinturas valiosas, relaciones de valores patrimoniales o datos de contabilidad. En caso de grandes fusiones o la compra de una empresa se pueden conservar estos datos por un largo periodo en el secreto de la montaña.

También hay razones prácticas para decidir conservar una cuenta de datos en un ex refugio militar helvético. Aquella persona que, por ejemplo, tras un atraco se ha quedado sin pasaporte en el extranjero, puede solicitar que sean escaneados sus datos de pasaporte resguardados en la montaña para enviarlos al consulado más cercano y recibir así lo más pronto posible sus documentos de viaje.

Protección entre peñascos y roca arcaica

La fantasía de las empresas de seguridad no tiene fronteras. La compañía ‘Swiss Data Safe’ (SDS) ofrece a sus clientes en los otrora búnkeres federales ‘protección en peñascos y roca arcaica’.

La SDS ofrece sistemas de alta seguridad y precauciones de protección contra ataques físicos y electrónicos, catástrofes naturales, enfrentamientos y ataques terroristas a fin de proteger datos, actas, archivos, objetos de valor, patrimonios culturales y artísticos.

¿Cómo se puede conseguir un otrora búnker federal? La respuesta de Dolf Wipfli, al frente de SDS, es lapidaria: “Compramos el búnker”.

¿Lo que se conserva en estos exrefugios suizos se vigila de modo especial? “Como compañía privada respetamos las leyes establecidas en la materia. Las autoridades no llevan a cabo otros controles fuera de ese marco”.

Búnker como monasterio y lugar de encuentro

Un búnker no puede cumplir sólo funciones de conservación o custodia de valores e informaciones de gran confidencialidad. En uno de estos refugios de roca también yace un evidente potencial turístico y hasta meditativo.

En uno de los resguardos de artillería del Ejército helvético en el masivo del Gotardo se encuentra el Hotel ‘La Claustra’. El artista y sociólogo suizo Jean Odermatt tuvo desde hace muchos años la idea de establecer en la profundidad de esa montaña –a 2050 metros bajo el nivel del mar- un hotel, parecido a un convento por su quietud, con habitaciones confortables y una oferta gastronómica excelente en el que pudieran tener lugar seminarios y encuentros para la cavilación.

Así surgió un espacio “monasterial”, un lugar para la reflexión y el conocimiento, en un sitio destinado a la estrategia de defensa helvética durante la Segunda Guerra Mundial.

“Con nosotros en ‘La Clausta’ llegan huéspedes que quieren hacer excursiones por la montaña y representantes empresariales que quieren un ambiente especial para sus trabajadores para desarrollar nuevas estrategias para su negocio”, explica Jenny Hutter, una de las encargadas del singular hotel en el corazón de una montaña.

swissinfo, Erwin Dettling
(Traducido por Patricia Islas Züttel)

A partir de 1886, surgieron esas imponentes construcciones dentro de las montañas helvéticas, poco después de la apertura de la línea ferroviaria del Gotardo.

A partir de 1837 creció la necesidad de nuevas fortalezas en el seno de los Alpes, ante la amenaza de la guerra.

El general Henri Guisan creó en las montañas el denominado ‘Réduit’ alpino. La directiva militar quiso con ello preservar un pequeño territorio soberano en los Alpes, un modo de asegurar en el peor de los casos la soberanía de Suiza en tiempos de guerra.

El coste de estos refugios hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 ascendió a 700 millones de francos. Esta cantidad medida comparativamente con el poder adquisitivo actual equivaldría hoy a cerca de 8 millones de francos.

El Ejército se desproveyó de una gran parte de estos elementos militares a partir de 1995, al mismo tiempo que se eximió de mantener el carácter secreto de los búnkeres. No obstante, algunas de esas construcciones aún se utilizan.

En la mayoría de las edificaciones suizas, en escuelas, hospitales y otros edificios públicos, se encuentran actualmente refugios civiles, es decir, especies de búnkers en la superficie, pero destinados a la protección de la población.

Existen alrededor de 300.000 refugios civiles en un país con 7,5 millones de habitantes; es decir: en ningún país del mundo hay tantas construcciones de este tipo en comparación con el número de su población.

Es el principal búnker helvético, denominado ‘Führungsanlage K20’ (Instalación directiva K20), destinado al Gobierno de Suiza.

En caso de crisis, y especialmente en caso de un ataque atómico, los miembros del Ejecutivo podrían resguardarse allí, junto con un séquito de secretarios generales, consejeros y parlamentarios.

Esta edificación de 259 millones de francos es tan grande en su interior como un edificio de dimensión mediana en el que pueden permanecer varios cientos de personas hasta durante medio año, protegidos de amenazas atómicas, biológicas o químicas.

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