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Esperanzas tecnológicas ante la discapacidad

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Día con día crecen para los pacientes parapléjicos las esperanzas de volver a andar gracias a los avances de la ciencia. Los investigadores suizos son optimistas, pero también cautos porque los descubrimientos toman tiempo en madurar.

Un vistazo veloz a nuestro entorno nos permite confirmar que cada vez hay más personas parapléjicas que consiguen moverse y dar algunos pasos gracias a los llamados exoesqueletos.

Claire Thomas concluyó el año pasado el maratón de Londres utilizando un traje biónico que le permitió materializar esta hazaña 16 días después de iniciada la carrera.

El traje de Thomas tenía un valor de 43.000 libras esterlinas  (63.000 francos suizos). Y el elevado costo de estos equipos se presenta como uno de sus principales inconvenientes, ya que con frecuencia son inaccesibles para algunos pacientes, ya que los tratamientos a los que tiene derecho una persona dependen de la manera en la que se produjo su mal.

Si la discapacidad es resultado de una enfermedad, el seguro público de invalidez solo está obligado a proveerles medidas de ayuda “simples y adecuadas” para facilitar su vida cotidiana. En cambio, si la parálisis es resultado de un accidente, el paciente tiene derecho a la activación de un seguro con mayor cobertura y resultados más prometedores.

Pero más allá de su costo, los sistemas robóticos diseñados para ayudar a andar tampoco son una solución óptima para todos los pacientes. Lo que funciona bien a una persona puede no ser lo ideal para otra.

Por lo tanto, el gran reto suizo es encontrar las soluciones terapéuticas cada vez menos costosas pero también de fácil aplicación.

“Existe un gran interés (en la comunidad médica) por convertirse en el primero que descubre la mejor terapia”, afirma Grégoire Courtine, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), quien añade esta cruzada se desarrolla en un campo profesional complejo porque “todo mundo piensa que tiene la mejor solución y que los otros no saben nada”.

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Reflectores mediáticos

El trabajo de Courtine ha acaparado titulares en los medios de comunicación, entre ellos el New York Times o CNN. Su investigación principal, publicada en las rúbricas de ciencia, probó que ratas totalmente paralizadas por lesiones en la espina dorsal eran capaces de “reaprender” a caminar, lo que atrajo el interés de todo el mundo.

Tras pocas semanas de neurorehabilitación desarrollando una rutina de estimulación eléctrica y química vía un arnés robótico, las ratas lograban correr, subir escalares y evitar obstáculos.

Pese a la exitosa cobertura mediática que tuvieron sus hallazgos, Courtine afirma que le ha sido difícil explicar al mundo que el descubrimiento que hizo junto con su equipo no es una cura.

“Si la gente fuera capaz de dar algunos pasos con la ayuda de un andador,  esa sería quizás la máxima aspiración que tendríamos”, dijo a swissinfo.ch, “aun así, muchos pacientes expresan que lograr esto ya sería maravilloso porque cambiaría completamente sus vidas”.

“Y ésa es justamente mi meta: que la gente pueda decir que su vida es mejor gracias al trabajo que hemos realizado. Pero es utópico pensar que veremos a las personas corriendo de nuevo por las calles”, añade.

Courtine aspira a desarrollar un ambicioso sistema que combinará electrodos estirables para espina dorsal con medicamentos y rehabilitación robótica para optimizar resultados, pero advierte el proceso será largo.

“Estamos avanzando a partir de un esquema sistemático; esto es, no daremos un salto (directo) de las ratas a los humanos en la aplicación de este sistema, ya que esto podría implicar riesgos, por ejemplo, de seguridad o de carácter farmacológico”, afirma.

Los primeros ensayos clínicos de los electrodos podrían comenzar a finales del 2013, lo que avanzaría a la par del desarrollo de un sistema robótico a cargo de una firma cuyo nombre no se ha revelado aún.

Por su parte, los medicamentos, que ya han sido aprobados para el uso humano en otro tipo de aplicaciones médicas, tendrán que esperar un poco más porque en estos casos tendrían que ser inyectados  muy cerca de la lesión que el paciente tiene en la médula espinal, lo que exige que su neurotoxicidad sea probada primero en humanos no primates.

“Creemos que un lapso de entre tres y cinco años estaremos listos para probar estos medicamentos en pacientes de forma casi inmediata al momento en el que se produjo la lesión, pero aún existe la gran pregunta de si estas drogas serán efectivas para los seres humanos”, precisó Courtine.

Víctimas de derrame cerebral

A primera vista, la empresa zuriquesa Ability es menos ambiciosa en sus metas. Actualmente desarrolla un sistema para mejorar las rutinas que utilizan las víctimas de derrames cerebrales en su proceso para reaprender a caminar.

“En Suiza, cada año hay un total de 15.000 personas que sobreviven a un accidente cerebrovascular”, destaca Cornel Stuecheli, joven Director General de Ability, “por ello hemos decidido enfocarnos primero  en estos pacientes”.

Los principios del sistema de esta compañía, basados en el movimiento natural del cuerpo al caminar, han sido protegidos celosamente y el proyecto tiene el respaldo de un grupo de inversionistas privados. Una de las principales ventajas previstas es que este sistema permitiría reducir el número de personas que toman parte de una sesión de rehabilitación, que pueden ser de hasta tres terapeutas por paciente.

Como la investigación de Courtine, el sistema Ability depende en gran medida de la capacidad del cerebro y del sistema nervioso del paciente para establecer por sí mismo una nuevo “cableado” –lo que se conoce como plasticidad- a partir de la estimulación que recibe.

Pero el sistema Ability busca ampliar los alcances de la recuperación enfocándose también en funciones motrices que no necesitan de la materia gris y que pueden ser aprendidas de nuevo (un ejemplo de este tipo de funciones se evidencia en las aves que pueden seguir corriendo sin cabeza).

El desarrollo ha sido lento porque para la empresa ha sido prioritario que su sistema sea fácil y seguro, evitando excesos de ingeniería y complejidad. “Como el cuerpo humano, el dispositivo ha de contar con una eficiencia óptima”.

El director de la empresa está convencido de que el resultado que obtendrá su empresa será mejor que el que hoy ofrecen dispositivos como los exoesqueletos, pero como hombre de negocios está consciente de que el costo será un factor decisivo para el éxito de su propuesta.

“Para que esta alternativa funcione, tanto médicos como los comercializadores y los pacientes deben estar de acuerdo en que es una solución con la que todo mundo gana; pero el mercado de la neurorehabilitación crece rápidamente y las clínicas están preparadas para invertir”, dice optimista.

La retroalimentación inicial ha sido lo suficientemente buena como para pensar que tendrá éxito más allá de los meros ensayos clínicos. El sistema de Ability podría ser optimizado para que en el futuro ayude a pacientes en terapias ambulatorias.

Al final del día, Courtine y Stuecheli tienen la misma meta: permitir a los seres humanos recuperar la capacidad de caminar, al menos parcialmente.

 “Dejar la silla de ruedas y ganar autonomía es fundamental para los pacientes”, dice Stuecheli, “y es muy importante ser capaz de cuidarse de sí mismo”.

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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