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La euforia no salvará el clima

El presidente de la COP21, Laurent Fabius, celebró con entusiasmo y golpe de martillo el acuerdo que alcanzaron en París los 197 países reunidos en la Conferencia sobre el Clima. Keystone

Tras la euforia y los discursos por el acuerdo de París sobre el cambio climático, calificado este paso como una etapa histórica, queda aún mucho por hacer. La prensa suiza, optimista, recuerda que este esfuerzo puede ser una oportunidad económica. 

“¿Es un momento que quedará inscrito en los libros de historia o simplemente es la consecución de una política climática hipócrita practicada desde hace 25 años?”, cuestiona el Neue Zürcher Zeitung (NZZ, de Zúrich), prudente ante los objetivos ambiciosos de la comunidad internacional a favor del planeta.

Le Temps, de Ginebra, se muestra optimista: “Más de 200 países que representan la vasta mayoría de emisiones mundiales de CO2 dejaron de lado sus divergencias, o al menos una parte de ellas, para comprometerse unidos a la batalla climática (…) Hay de qué alegrarse”. 

Acuerdo de París

El acuerdo, que reemplaza el Protocolo de Kioto de 1997, fija como objetivo mantener el calentamiento global “bien por debajo de los 2 °C” y pide que “prosigan los esfuerzos para limitar el aumento a los 1,5 2 °C” respecto a la era preindustrial. Prevé, además, una revisión de los compromisos obligatorios “cada cinco años” a partir de 2015, así como una ayuda económica para los países del Sur.

La ayuda a los países en desarrollo, que deberá alcanzar los 100 000 millones de dólares anuales en 2020, tendrá que ser revisada e incrementada. Es una de las exigencias a largo plazo de los países del Sur.

El pacto concluido en París debe permitir reorientar la economía mundial hacia un modelo de bajo consumo de carbono. Esta revolución implica el abandono progresivo de los recursos fósiles (carbón, petróleo, gas), que hoy dominan la producción energética mundial, el aumento de las energías renovables, una fuerte reducción del consumo energético y una mayor protección de los bosques.

Fuente: agencias

“Las energías fósiles, responsables de tres cuartas partes de las emisiones de gas con efecto invernadero y directamente relacionadas con la actividad humana, no pueden formar más parte de nuestro futuro energético”.

Varios elementos dejan pensar a Le Temps que el mundo seguirá la ruta de reducción de emisiones: “Ha descendido significativamente el costo de la producción energética solar y de la eólica. Parte del sector financiero deja de invertir activos en los combustibles fósiles, ahora considerados como muy riesgosos. Trágicamente, China se confronta a tal nivel de contaminación que o puede dejar de actuar”.

Próximo examen en 2016

Para la Tribune de Genève, rotativo de Ginebra, cierta vigilancia es necesaria: “El impulso inspirado por la diplomacia francesa durante los preparativos ayudó a hacer caminar al conjunto de mastodontes: Estados Unidos, China, Sudáfrica, India… la sinceridad de éstos, muy golpeados por los efectos del calentamiento climático y la contaminación, no se puede poner en duda actualmente. Pero conviene preguntarse si los países satélites han aprobado el acuerdo el sábado pasado, con total consciencia de que este proceso debe también pasar por la fase de validación a escala nacional. Será particularmente interesante, primero, seguir cómo los países productores de petróleo, de Riad a Caracas, respetarán los compromisos adquiridos en parís este 12 de diciembre de 2015”.

En el mismo tenor escribe La Liberté, de Friburgo: “El examen tendrá lugar a partir de la primavera de 2016, cuando los parlamentos nacionales inicien el proceso de ratificación del texto”.

Aun cuando el camino para terminar con el uso de las energías fósiles es largo y fastidioso, el Blick, de Zúrich, saluda “la señal dada a todos aquellos que consideraban hasta ahora que la protección del clima era un sector reservado a los ecorománticos (…) Solo por esa razón podemos alegrarnos de estas fecha histórica”.

¿Milagro o desastre?

El Aargauer Zeitung, de Argovia, advierte que „las medidas tomadas son la base para alcanzar los objetivos planteados y que pese a los intereses divergentes, la comunidad internacional ha estado dispuesta a reconocer el problema del recalentamiento climático.

Más crítico, Le Courrier, de Ginebra, indica: “En comparación a lo que habría podido ser el acuerdo, lo alcanzado es un milagro. Y en relación a lo que hubiera podido ser es un desastre”. El diario se muestra escéptico ante el calendario fijado y denuncia la falta de voluntad para reforzar el uso de las energías renovables.

Protección climática, rentable

El Tages-Anzeiger, de Zúrich, llama a la “rica Suiza” para que se comprometa a la protección del clima a escala internacional. “Toca al Parlamento mejorar los objetivos climáticos, a fin de que Suiza juegue un papel pionero en la protección internacional del clima”. Pero advierte que la mayoría de la derecha en el Legislativo no querrá escuchar al respecto y rechazará mirar hacia las oportunidades que se presentan para la economía, las instituciones financieras y las aseguradoras.

Por tanto, avanza el Südostschweiz (Diario de la Región Sudeste, con sede central en Coira), el acuerdo sobre el clima muestra una señal clara a la economía: A partir de ahora vale la pena invertir en la protección del clima. “La competitividad de un país se mide a la velocidad en la que logre transformar su sector energético. Asunto válido tanto para las empresas como para los inversores”.

En ese mismo sentido, el suizo Bertrand Piccard escribe en el diario económico l’Agefi, de Ginebra. En opinión del aventurero y precursor de energías renovables, el discurso ecológico debe cambiar: “Hablemos de soluciones existentes, más que de problemas. Hoy hay suficientes tecnologías propias para aumentar la eficiencia energética al punto reducir a la mitad las emisiones de CO2 y el uso de los recursos naturales (…) Se debe apuntar a inversiones rentables, no en donadores resignados”. 

Traducción del francés: Patricia Islas

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