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Nuevas tecnologías de laboratorios suizos para la senectud

Equipo ‘ArmeoPower’, para la terapia de rehabilitación tras un derrame cerebral. (c) By Caplio Gx100 User

El aumento de la expectativa de vida provoca una transformación, tal vez silenciosa, pero significativa en la sociedad. De la ciencia a la economía, del urbanismo a la medicina, surgen nuevas propuestas en la tentativa de mejorar la vida de la tercera edad.

La tecnología puede y tiene mucho que ofrecer, inclusive sustituir en algunos casos de los profesionales de la salud y reducir costos de atención a la población senil. ¿Pero cuáles son sus límites y sus riesgos?

En Suiza, la expectativa de vida es una de las mayores del mundo. Quien nació en 2012, por ejemplo, de sexo masculino, tiene una expectativa de vida de 80 años y medio. En el caso de las mujeres, es de 84,7 años, según la media calculada por la Oficina Federal de Estadística (OFS).

Los ancianos forman un grupo de personas con necesidades específicas, principalmente cuando la salud física se fragiliza. Requieren de cuidados médicos, atención a domicilio, terapias, equipos para mejorar su movilidad, etc. En Suiza y en otros varios países de Europa, las familias tienen dificultad para encontrar el personal cualificado que atienda a sus ancianos.

En Suiza, la expectativa de vida es una de las más altas del mundo: 80,5 años para los hombres y 84,7 en el caso de las mujeres.

Estos son algunas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS):

Entre 2000 y 2050, la proporción de personas con más de 60 años doblará del 11% al 22%. Esa población pasará de 605 millones a 2.000 millones.

El número de personas con más de 80 años se cuadruplicará en los primeros 50 años de este milenio. Serán 400 millones en 2050.

Menos personal, otros recursos

Por otro lado, esas mismas familias comienzan a tener a disposición nuevos recursos, como resultado de las nuevas tecnologías, capaces de dispensar o postergar la presencia de estos profesionales de la salud o de asistencia en el día a día del anciano. Esos recursos prometen mayor movilidad, independencia en las actividades de rutina y, por qué no, placer.

“Suiza está entre los países líderes en lo que se refiere al desarrollo de robots, principalmente en relación al número de ideas, patentes, conferencias y publicaciones per capita anuales”, afirma el profesor Robert Riener, del Instituto de Robótica y Sistemas Inteligentes, del Departamento de Ciencias y Tecnología de Salud de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ). “Algunas personas llegan a llamar a Suiza el “Valle del Silicio de la Robótica”, afirma.

Según Riener, Suiza, junto con Estados Unidos, es líder en el área de la “robótica para la rehabilitación”. En el campo de la alta tecnología y la robótica para ancianos, Japón ocupa el liderazgo mundial.

“Actualmente existen diversos programas informáticos y herramientas en desarrollo, que van desde las tabletas donde los profesionales de sanidad salvan los indicadores de salud de sus pacientes, hasta los robots que se comunican con las personas y las ayudan en tareas diarias o las aplicaciones digitales que pueden, por ejemplo, auxiliar al anciano a efectuar sus compras”, explica el profesor Alireza Darvishy, jefe del laboratorio ICT-Accessibility, de la Escuela Superior de Ciencias Aplicadas de Zúrich.

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Proyectos principales

Uno de los principales proyectos actualmente en la EPFZ es el brazo robotizado ARMin, usado en la terapia de pacientes que sufren un derrame o que tienen dificultades para mover el brazo o la mano. El derrame ocurre principalmente en personas de edad avanzada, debido a problemas cardiovasculares. El ARMin está disponible en el mercado bajo el nombre de ‘ArmeoPower’.

El ‘ERIGO Life’ es otro producto desarrollado por la EPFZ. Se trata de un aparato que se inclina para que un paciente en coma o en tratamiento intensivo, permanezca en posición vertical y pueda moverse así cuidadosamente.

Los investigadores del iHomeLab, de Lucerna, también desarrollan proyectos en el área de eficiencia energética. ‘Ambient Assistent Living’ (Asistencia en el Ambiente Residencial) es un término que designa el desarrollo y estudio de sistemas integrados a través de internet con los que funciones, como iluminación, temperatura o apertura de ventanas, pueden efectuarse sin demasiado esfuerzo físico.

Otro proyecto del iHomeLab es el sensor de alarma, un sistema de comunicación que avisa cuando una persona se desmaya  o pierde el sentido y cae. Es altamente recomendado para personas mayores que viven solas y que podrían pasar días sin ser atendidos en caso de accidente o problemas de salud. Este equipo estará disponible en el mercado en marzo de 2014.

Revolución y riesgos

Según el profesor James Goodwin, que dirige investigaciones geriátricas en Reino Unido, no estamos lejos del día en que los controles rutinarios de salud se realicen con monitores colocados en las casas de los ancianos.

Pero esa revolución, por otro lado, está apenas en ciernes. Según los propios expertos, existen muchas cuestiones por resolver. Una de ellas es la importancia de la participación integral de los usuarios en el proceso de desarrollo de las nuevas tecnologías. “No se trata solo de una técnica o tecnología, sino de su aplicabilidad”, afirma Darvishy, quien participó en la Jornada de Gerontología organizada a inicios de septiembre por el Centro de Gerontología de la Universidad de Zúrich.

Un riesgo abordado en esta jornada sobre el uso de la tecnología al servicio del anciano es el aislamiento de estas personas en casa, que pierdan el contacto con otras personas y sustituyan los encuentros humanos reales por los virtuales. “Debemos entender que existen diferencias culturales e individuales que deben ser tomadas en cuenta”, afirma Mareile Flitsch, directora del Museo de Etnología y profesora de la Universidad de Zúrich en esa materia.

Apertura a las novedades

Según Hans Rudolf Schelling, director del Centro de Gerontología de la Universidad de Zúrich, la mayoría de las personas de la tercera edad en Suiza está abierta a las nuevas tecnologías y las utiliza en su cotidiano. Solo cerca del 25% de la población mayor de 65 años, de acuerdo con una investigación realizada en 2009 por el Centro, se muestra reticente a emplearlas, principalmente porque piensan que son difíciles de manejar.

“Pero esa actitud puede modificarse a través del empleo de ejemplos de coetáneos o de familiares que consiguen usar estas tecnologías y también con asistencia externa al inicio del aprendizaje”, añade Schelling.

Tratar al paciente como un individuo único debido a sus características físicas, mentales y sociales personales es fundamental en el tratamiento, explica Mike Martin, profesor de Psicología Gerontológica y presidente del Centro de Gerontología de la Universidad de Zúrich.

Sin mencionar la cuestión de la privacidad. Los datos de los pacientes son catalogados, transmitidos y usados en varios sistemas y máquinas. “¿Cómo todas esas tecnologías serán aplicadas respetando y manteniendo el secreto de esas informaciones?”, cuestiona Heidrun Karin Becker, profesora y directora adjunta del Departamento de Investigaciones y Desarrollo en Ergoterapia de la Escuela Superior de Ciencias Aplicadas de Zúrich.

Para tantas preguntas, la mejor salida parece ser la unión de diversas disciplinas. Solamente con la colaboración entre la ingeniería, la sociología, la psicología y la medicina, entre otras, se podrán obtener las respuestas óptimas. Y al final, quien gana seremos todos nosotros.

Traducido del portugués: Patricia Islas

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