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La sensibilización comienza en la escuela

Thomas Kern / swissinfo.ch

La orientación sexual y la homofobia son aún temas tabú en muchas escuelas suizas. Y sin embargo, se trata de un problema serio: los jóvenes homosexuales, por ejemplo, intentan quitarse la vida más a menudo que sus coetáneos heterosexuales.

“La primera vez que escuché hablar de homosexualidad era niña. Fue cuando uno de mis tíos llegó a una fiesta familiar acompañado de otro hombre”, narra una alumna al resto del aula. “Yo debía de tener 10 años y fue con compañeros de la escuela”, señala un compañero. Más dramático es el relato de un joven criado en un país africano: “Tenía 13 años y presencié el linchamiento de una persona de la que se decía que tenía el diablo en el cuerpo”.

En una clase de la rama sociosanitaria del centro de formación profesional de St. Imier, en el cantón de Berna, se trata el tema de la homosexualidad y homofobia. Pascal Morier-Genoud modera la discusión con los alumnos; la mayoría tiene entre 17 y 18 años. Hace una década que Morier-Genoud imparte cursos de educación sexual en los centros de enseñanza. Esta tarde de fines de mayo le acompaña un joven homosexual.

“Desde pequeños interiorizamos estereotipos de carácter homófobo y los reproducimos inconscientemente. La orientación sexual es una cuestión que nos ocupará el resto de nuestra vida. Por esa razón es fundamental que la sensibilización sobre esta temática se inicie en la escuela”, observa Pascal Morier-Genoud.

Una sensibilización que cobra mayor importancia, cuando se sabe, por ejemplo, que un(a) de cada cuatro jóvenes homosexuales intenta suicidarse. Es lo que revela un estudio del año 2000 realizado en la Suiza francófona, el más reciente sobre la problemática. Pero las encuestas efectuadas en otros países corroboran el dato.

Cuando diversidad rima con discriminación

El ambiente escolar es trascendental. “El hecho de ser percibido como diferente en la escuela desemboca a menudo en violencia física y verbal. Y no solamente en lo que concierne a los homosexuales, sino también a los heterosexuales. Y esta no aceptación genera estrés y angustia. Nuestro papel, como adultos, es proteger a los niños”, subraya Alicia Parel, futura secretaria nacional de Pink Cross, la asociación de homosexuales en Suiza.

Con su labor en las aulas, Pascal Morier-Genoud pretende romper los estereotipos y abordar un asunto que aún hoy constituye un tabú. Y sin olvidar que en cada clase puede haber un alumno o una alumna que se siente atraído(a) por compañero(a)s del mismo sexo o que cuestiona su orientación sexual, a veces sin encontrar una respuesta.

“¿Es verdad que los homosexuales tienen una sexualidad desenfrenada? ¿Homosexualidad y pedofilia son sinónimos? ¿En una pareja homosexual siempre hay una persona que asume el papel de la mujer y otra la del hombre?…” Pascal Morier-Genoud está acostumbrado a contestar a preguntas de este tipo.

“No, las prácticas ligadas a la sexualidad nada tienen que ver con la orientación sexual. No hay que confundir homosexualidad y pedofilia. Por lo demás, ¿sabíais que nueve de cada diez pedófilos son heterosexuales?”

Pascal Morier-Genoud intenta explicar a sus alumnos a qué se enfrenta una persona cuya orientación sexual difiere de la mayoría. “Imaginaros qué significa acudir a una fiesta de empresa y que los compañeros os digan: La próxima vez, ven con tu novia. Y al cabo de cuatro o cinco veces que asistís sin acompañante os pregunten, en tono burlesco: ¿Pero eres gay o qué pasa? Salir del armario es difícil, porque supone partir de cero un sinfín de veces. ¿Qué diríais si cada vez que os incorporáis a un nuevo trabajo tuvierais que comunicar a vuestro nuevo entorno que sois heterosexuales?”

Miedo del proselitismo

Aún resulta difícil hablar de estos temas en los centros de enseñanza. “Yo intervengo solo en los dos últimos años de escolaridad obligatoria (15-16 años, ndr) y a petición del docente”, precisa Pascal Morier-Genoud.

A veces las autoridades escolares temen que los padres de los alumnos les acusen de proselitismo. Además, sigue muy arraigada la convicción de que las cuestiones de la sexualidad se deben abordar, ante todo, en el contexto familiar. En los últimos meses, por cierto, hemos asistido a una ofensiva contra un proyecto de educación sexual, que se aplicará previsiblemente a partir de 2014 en todas las escuelas de los cantones de habla alemana.

“Mientras se tenga miedo al proselitismo, mientras se siga pensando que la homosexualidad es una enfermedad que se contrae por un misterioso virus, no resolveremos los problemas”, puntualiza Alicia Parel. “La orientación sexual -o mejor dicho, la identidad sexual- no es algo que podamos elegir, como tampoco podemos elegir el color de los ojos o de la piel. Son rasgos innatos a la persona, no se adquieren”.

Diversidad en todas sus facetas

Una de las pistas para evitar polémicas estériles consiste en no concentrarse exclusivamente en las cuestiones de homofobia.

“Los cantones de Ginebra y Vaud han contratado a una delegada para asuntos de diversidad y homofobia, cuya misión, entre otras, consiste en elaborar módulos de formación destinados al cuerpo de enseñanza”, explica la futura directora de Pink Cross. “La ventaja es que se puede abordar la diversidad en todas sus formas: los gordos, los delgados, etc.; factores que hacen que la experiencia escolar sea más difícil para algunas categorías de personas”.

“No tiene sentido centrarse solo en las cuestiones de homofobia”, agrega Alicia Parel. “Hay que abordar la diversidad desde un enfoque mucho más amplio. ¿Por qué dejar de lado a niños que de un modo u otro son diferentes? Ellos también necesitan apoyo”.

Del 8 al 17 de junio, tuvo lugar en Zúrich la Pride Week, la semana del orgullo gay, que culminó con una manifestación el 16 de junio.

El 30 de junio, Delémont acogió otro evento del orgullo gay.

En la mayoría de las ciudades del mundo, el desfile se organiza en los meses de mayo o junio, en conmemoración de los disturbios de Stonewall, el 28 de junio de 1969, en Nueva York, donde se considera que nació el movimiento de la liberación homosexual.

El año posterior a los sucesos de Stonewall, el Gay Liberation Front organizó una marcha de Greenwich Village a Central Park, a la que se sumaron entre 5.000 y 10.000 personas.

Desde entonces se han multiplicado las manifestaciones. En Europa, la primera marcha se celebró el 29 de abril de 1972 en Münster, Alemania. La primera en Suiza fue en 1979,en Berna.

En los últimos años, en lugar del término homosexual, se utiliza cada vez más la sigla LGBTI para designar al colectivo de gays y lesbianas. Se considera que es menos exclusivo.

L=lesbianas; G=gays; B=bisexuales; T=transexuales; I= intersexuales (término que engloba por ejemplo a los hermafroditas)

Cada año, la Asociación Internacional de LGBTI publica una clasificación del comportamiento de los Estados europeos en materia de los derechos que tienen los colectivos gay, lesbiano, bisexual y transexual.

El documento analiza 42 factores, desde el derecho de asilo hasta las leyes antidiscriminación, desde el reconocimiento de las familias e uniones hasta la libertad de asociación.

El mejor país europeo para un homosexual es Gran Bretaña (21 puntos de un máximo de 30). Le siguen Alemania yEspaña (20 puntos), Suecia (18) Y Bélgica (17). Suiza figura en el 21º puesto, con 7 puntos.

Entre los diez últimos países de la lista, que no respetan siquiera los estándares básicos en materia de derechos humanos, se encuentran Moldavia y Rusia (-4,5 puntos).

(Traducción: Belén Couceiro)

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