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Sierra Leona entierra a sus muertos tras las devastadoras inundaciones

Un equipo de enterradores descansa el 16 de agosto de 2017 en un hospital en Freetown, capital de Sierra Leona afp_tickers

Sierra Leona entierra este jueves a sus muertos durante una ceremonia en presencia del presidente, Ernest Bai Koroma, que decretó una semana de duelo nacional tras las destructoras inundaciones que dejaron cientos de muertos a principios de esta semana.

Devastados por el dolor y la rabia por la desaparición de sus familiares arrastrados por las avalanchas de lodo y las inundaciones en Freetown, los sierraleoneses participarán en inhumaciones colectivas, ya que numerosos cuerpos no fueron identificados.

Estas víctimas serán enterradas en Waterloo, una localidad cercana a la capital, junto a las tumbas de personas fallecidas durante la epidemia del virus del Ébola, que dejó 4.000 muertos en Sierra Leona en 2014 y 2015.

Los primeros entierros colectivos tendrán lugar durante una ceremonia prevista a las 15H00 GMT en presencia del presidente Koroma.

Las autoridades dieron a las familias hasta el miércoles por la noche para identificar a sus allegados en la morgue central de la ciudad, donde los cuerpos, 105 de los cuales son de niños, se apilaban dejando un pestilente olor.

Delante de la morgue, un habitante, Mabinty Sesay, narraba su dolor. “He perdido a 13 miembros de mi familia pero solo pude identificar a dos”, dice.

Sus familiares murieron en una iglesia de Regent, en la periferia de la capital, una de las zonas más afectadas, cuando una avalancha de lodo recubrió el edificio.

La Cruz Roja precisó por su parte que los entierros que tuvieron lugar el miércoles concernían a las partes del cuerpo de las víctimas, que fueron apilados en bolsas mortuorias.

– Hasta 1.000 muertos –

Con un balance definitivo que podría alcanzar los 1.000 muertos -las cifras dadas hasta ahora hablan de más de 300 decesos (de los cuales al menos 105 son niños) y 600 desaparecidos-, habitantes y expertos critican la ineficacia de las autoridades en contener la deforestación y el urbanismo salvaje, considerados como factores que intensificaron la envergadura de la catástrofe.

Los habitantes de Freetown -ciudad superpoblada de cerca de 1,2 millones de personas de uno de los países más pobres del mundo- se vieron sorprendidos mientras dormían la madrugada del lunes cuando, después de tres días de lluvias torrenciales, las riadas de lodo invadieron las calles y los costados de las colinas se desplomaron sobre las viviendas.

Los servicios de rescate, que siguen sin cese extrayendo cuerpos aún enterrados bajo el barro e intentan ayudar a los miles de supervivientes ahora sin techo, advirtieron que la estación de lluvias estaba lejos de haber terminado y que aún podría haber nuevas inundaciones.

En los barrios devastados, la ayuda internacional comenzó a organizarse. Las oenegés y las agencias de la ONU distribuyen paquetes de comida y productos de higiene a los miles de supervivientes alojados en centros de acogida, en las casas de los vecinos o con sus familias.

“No tenemos sitio donde dormir, aparte de la casa del vecino”, cuenta Abdul Bendu, que vivía en el barrio del Pentagon, situado justo río abajo del pueblo de Regent.

Un centenar de sus vecinos, según él, murieron en los torrentes de lodo, de rocas y de agua que descendieron de la colina.

Por el momento, la prioridad de las autoridades y las agencias internacionales es evitar la propagación de enfermedades como la disentería y el cólera.

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