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¿Qué respuesta a los atentados de París?

Al día sugiente de los atentados que ensangrentaron la capital francesa se ofició una misa frente a la Catedral de Notre-Dame. Reuters

Después del choque de los sangrientos atentados en París, la mayoría de los diarios suizos estiman que la respuesta militar no será suficiente para acabar con el terrorismo islamista. Para muchos editorialistas, Francia y Occidente están involucrados en una larga batalla que debe implicar una redefinición de las alianzas en Oriente Medio.

La respuesta se inició en la noche del domingo. Un diluvio de fuego cayó sobre Raqa, la “capital” del Estado Islámico (EI o Dáesh), la organización terrorista que reivindicó los atentados de París. Un puesto de comando y un campo de entrenamiento fueron destruidos por el ejército francés, solamente dos días después de la ola más grave de atentados que Francia haya conocido en su historia moderna (la cifra provisional es de 129 muertos y más de 350 heridos).

Suiza refuerza seguridad

Suiza adoptó una serie de medidas para reforzar la seguridad luego de la ola de atentados que dejó más de un centenar de víctimas fatales en París el viernes 13 de noviembre.

Los efectivos en los puestos fronterizos fueron reforzados, así como la presencia policial alrededor de inmuebles diplomáticos franceses y en las principales estaciones ferroviarias del país.

Del mismo modo, se incrementó la vigilancia de las personas en contacto con medios islamistas radicales.  

Gran parte de la prensa suiza se interroga este lunes sobre la eficacia de estas acciones militares. “El enemigo es y debe seguir siendo Dáesh. Sin embargo, los ataques aéreos de la coalición en la que participa Francia no serán suficientes para desalojarlo de Siria e Irak. Únicamente una solución política que conduzca a la salida de Bashar al-Assad del poder en Damasco permitirá cortar el mal de raíz, por lo menos hasta que (EI) encuentre una nueva herida sangrante para vampirizarla”, subraya ‘La Liberté’, de Friburgo. 

Para el ‘Aargauer Zeitung’, Occidente está atrapado en un círculo vicioso. “Cuanto más se involucra militarmente, más alimenta a los terroristas islamistas”. La misma historia en el ‘Tages-Anzeiger’, para el que el terrorismo practicado por el Estado Islámico en Europa no es un problema militar, sino político. El cotidiano de Zúrich recuerda que la intervención militar estadounidense en Irak después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 ha sido la que, irónicamente, sentó las bases para el surgimiento de EI. “Una razón de más para ser prudentes en el uso y la aplicación de la retórica de guerra”.

Francia ya estaba en guerra

‘Le Temps’ clama también la moderación de Francia: “Dos días después del horror que sembró el terror en Francia, la sangre fría, que François Hollande pidió también, es una necesidad absoluta. Estos actos terroristas, de una amplitud sin precedentes, también requieren lucidez”.

Lo anterior porque, como lo recuerda el diario de Ginebra, Francia no entró en guerra el viernes: “Ya estaba en Afganistán, Siria, Libia en 2011, cuando intervino en Malí, donde su ejército está presente. Estas guerras, en el contexto de un absceso muy mal cicatrizado de la descolonización, hacen que el territorio francés, y en especial su capital, símbolo de tantas luchas, permanezcan como objetivo en el radar de los extremistas. Una escalada de ataques aéreos no será suficiente. El laberinto del terror será difícil de desmontar. La victoria contra el terrorismo es una lucha larga. No puede ser decretada”.

Más crítico, ‘Le Courrier’, cotidiano ginebrino de izquierda, estima que la “pretensión” de imponer la democracia con bombardeos muestra sus límites. Especialmente cuando estas operaciones también cubren ambiciones imperiales, como durante la segunda Guerra del Golfo”.

“Escalada sin fin”

En un extenso editorial, Thierry Meyer, editor de ‘24 Heures’, se pregunta sobre la eficacia de la respuesta militar. “¿Qué estamos dispuestos a hacer para responder a la barbarie, o por lo menos para contrarrestarla? ‘Estamos en guerra’, dice François Hollande. Pero, ¿con qué medios, qué estrategia, con qué propósito? Afganistán, luego Irak, luego Libia y luego Siria nos han mostrado, durante quince años, que todo el poder militar del mundo, que todas las bombas producen nada más que una escalada sin fin”.

¿Qué hacer? ‘24 Heures’ proporciona algunas pistas. “El discernimiento recomienda acciones en múltiples niveles y de largo aliento. Rechazar con intransigencia el discurso extremista, golpear fuerte y duro los nidos de radicalización parece una medida necesaria y urgente. Pero ¿qué pasa con las personas involucradas? ¿Encerrarlas y fabricar así bombas humanas de efecto retardado? Si movilizar a unos pocos miles de soldados que vigilan las calles de París toma unos pocos días, ponerse al día en los suburbios, educar, crear esperanza, integrar, federar a estos niños perdidos de la República (y en otros lugares, porque ese fenómeno no se limita a Francia) tomará, en todo caso, una generación de esfuerzos sostenidos y coherentes. No estoy seguro de que la agenda política, alimentada de populismo y soluciones simplistas, permita ese tiempo y esos medios”.

‘Le Courrier’, exhorta a una reflexión que implique un profundo cuestionamiento sobre las alianzas militares y geoestratégicas en el Medio Oriente. “El sistema de la ONU está paralizado, sin ningún tipo de credibilidad en esa región. Y el riesgo es que la conmoción provocada por los atentados del viernes por la noche evite un enfoque más completo, más matizado, menos ideológico y más relevante en la región. Al menos, se deben poner en tela de juicio las alianzas con algunos regímenes que no solamente compran aviones de combate de Francia, sino que también mantienen vínculos con la organización Estado Islámico. Y ¿qué pasa con Turquía, fiel aliada ‘otanista’ de Occidente y de su turbio papel, en la búsqueda de una manera de debilitar a las organizaciones kurdas a través de la expansión del yihadismo?”

La ‘Tribune de Genève’ pide a las autoridades musulmanas y a todos los musulmanes romper con los locos, sin ambigüedades. “Que no se contenten con condenar los ataques sino, que emprendan acciones en sus comunidades para desenterrar y exponer a los terroristas. Todos queremos escucharlos, verlos actuar. ¿Ingenuo? Tal vez. Sin embargo, debe hacerse. Los regímenes que impunemente financian a las redes terroristas, Arabia Saudita, Qatar, por nombrar unos pocos, también deben ser puestos bajo presión. Sin ello, la amalgama tan temida solamente aumentará”.

¿El fin de la “ingenua cultura de acogida”?

Los diarios suizos de línea editorial más de derechas insisten en la necesidad de controlar mejor el flujo de migrantes en las fronteras. El domingo, el ministro de Defensa, Ueli Maurer, miembro de la derecha conservadora, la tomó particularmente contra los acuerdos de Schengen-Dublín, “que evidentemente ya no funcionan”. El ‘Neue Zürcher Zeitung’ (NZZ) estima que el mundo político deberá plantearse la “pregunta incómoda” de los efectos de la reciente ola migratoria sobre la seguridad en Europa. “Aquellos que como Alemania abandonan el control en sus fronteras exteriores, generan, obviamente, nuevos riesgos”, anota el diario de Zúrich.

Pero también hay que tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de esta ola masiva de migración, continúa el NZZ. “Las sociedades europeas se vuelven más heterogéneas, lo que conducirá a un mayor riesgo de tensiones sociales. Ya resuenan en Europa las voces que piden una distribución de los refugiados musulmanes en la UE. Los que rechazan esa discusión y no toman en serio esos temores alimentan a demagogos como Le Pen. Los ciudadanos europeos quieren respuestas y no excusas”.

Aún más virulento, el ‘Basler Zeitung’, cotidiano cercano a la derecha conservadora, dice que los ataques marcan el final de “la ingenua cultura de acogida” de los países europeos. La cuestión de la culpabilidad ha quedado atrás, así como es el tiempo para el debate, afirma el ‘Basler Zeitung’, que utiliza un vocabulario marcial en su editorial. “Entramos en guerra y las víctimas son civiles. Es una guerra que Europa y Estados Unidos deben asumir si queremos que nuestros valores sobrevivan (…) El discurso de ‘Amor, Paz y Felicidad’ de las fronteras abiertas era bonito y un poco narcisista. Pero considerado en el largo plazo, resulta fatal”.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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