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¿Qué hay detrás de los nuevos inmigrantes en Ginebra?

Los trabajadores de la UE quieren aprovechar la buena salud del mercado laboral helvético, antes de que Suiza adopte cupos para frenar la inmigración. Keystone

Cerca de 8 300 extranjeros se establecieron en Ginebra en 2014 con propósitos laborales. Se trata del flujo de inmigrantes más alto desde los años 60. ¿Quiénes son y qué los trajo hasta aquí? swissinfo.ch charla con los recién llegados para conocer sus historias.

“Aquí puedo ganar tres veces más que en Francia”, declara Sebastien*, un francés de 20 años que aceptó hace poco un empleo de tiempo completo como asistente de ventas en una tienda de electrónica en la ciudad de Calvino.

“Tuve varias entrevistas de trabajo aquí y en Francia, pero Ginebra ofrece mejores perspectivas salariales y una mayor calidad de vida. Trabajas un poco más, pero vale la pena”, dice.

Un reciente estudioEnlace externo de la Secretaría de Estado de Economía (Seco) confirma que la solidez del franco suizo atrae cada vez a más trabajadores extranjeros motivados por el elevado poder adquisitivo que ofrece esta divisa. 

También crece la población que, como Sebastien, vive en los países vecinos, pero se gana la vida en Suiza. Este tipo de trabajador fronterizo representa el 20% de la fuerza laboral de ciudades como Ginebra y Basilea, y el 20% de los trabajadores de cantones como el del Tesino.

Durante la primera mitad de 2015, Suiza registró una llegada neta de 38 000 extranjeros que se convirtieron en residentes permanentes. En junio pasado, la población del país sumaba 8,2 millones de habitantes. De este total, dos millones son ciudadanos nacidos en otros países, según las cifras más recientes de las autoridades de migración. Los países que más contribuyen a este proceso migratorio son Italia, Alemania, Portugal, Francia y Kosovo.

Según los datos oficiales, en la actualidad 68% de los extranjeros que viven en Suiza nacieron en la Unión Europa (UE) o uno de los países miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (Islandia, Liechtenstein y Noruega), de la que también forma parte Suiza.

Las cifras oficiales revelan que un total de 76 000 europeos llegaron a Suiza con fines laborales durante el primer semestre del año, muchos con permisos de estancia limitados.

Las estadísticas de inmigración correspondientes al año 2014 dan cuenta de un ingreso neto de 73 000 personas, un dato ligeramente inferior al registrado durante los seis años previos.

Según datos oficiales, los extranjeros que llegan a Suiza para trabajar están altamente cualificados y, frecuentemente, provienen de economías de la zona euro que aún viven los estragos de una crisis que dura varios años.

De los 26 cantones del país, Ginebra es el que más interés despierta desde los años 60. De los 8 334 nuevos residentes que registró el año pasado, el 21% son franceses; el 9% portugueses; el 8% italianos; y un porcentaje ligeramente inferior españoles y británicos.

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Dos tercios de los permisos solicitados por ciudadanos de la UE y de la EFTA para establecerse en Suiza corresponden a personas que desean trabajar en el país alpino, valoran el positivo desempeño de la economía suiza y aprecian la estabilidad de su mercado laboral. La mayoría de ellos, sin embargo, son conscientes de que la fortaleza del franco puede afectar la evolución de la economía helvética y acrecentar el desempleo.

El ministro de Economía de Ginebra, Pierre Maudet, afirmó en junio que la creciente llegada de inmigrantes confirma “el atractivo y el dinamismo económico de Ginebra”.

Una visión con la que coincide Ben*, británico y especialista en tecnologías de la información Aunque el número de empleos en su sector ha aumentado desde 2013 en la City londinense, no dudó en aceptar un contrato de una empresa ginebrina dedicada a la administración de activos. “En Suiza, las oportunidades laborales son mejores en materia salarial y encontré, además, una buena compañía para trabajar”.

Paradójicamente, los pronósticos de los expertos no anticipan el mejor de los futuros a cantones como el de Ginebra. Recientemente, el Banco Cantonal de Ginebra reveló que el PIB cantonal crecerá un 0,7% este año y un 0,8% en 2016, por debajo del 0,9% y 1,3%, respectivamente, que se espera para el resto del país.

Mientras la media nacional de desempleo en Suiza es del 3,4% en Suiza, en Ginebra alcanza un 5,4%. El dato, no obstante, sigue siendo menos desalentador que el 9,7% que registra la Unión Europea.

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En los últimos años, el creciente número de extranjeros ha generado tensiones y reacciones de inconformidad. Los suizos temen que la inmigración masiva provoque una depreciación de los salarios y multiplique el trabajo negro. Se quejan de que cada vez hay más demanda en servicios como la vivienda y el transporte, lo cual los ha encarecido. Esta suma de factores explica que en febrero de 2014 los suizos dijeran ‘sí’ a una iniciativa destinada a imponer cuotas a la entrada de trabajadores extranjeros.

Para Bernard Gut, director de la Oficina de Población y Migración de GinebraEnlace externo, al menos por ahora, esto está suponiendo una tendencia contraria a la que se buscaba.

“Más que un incremento de llegadas, como lo observamos en 2003 cuando entró en vigor el acuerdo de libre circulación de personas (con la UE), ahora vemos un crecimiento en la inmigración en 2014 porque se está reduciendo el número de extranjeros que abandonan Suiza”, dice.

Philippe WannerEnlace externo, profesor de demografía en la Universidad de Ginebra, coincide y explica el porqué.

“Una de las consecuencias de la votación del 9 de febrero de 2014 ha sido que la gente que vivía en Ginebra, pero estaba dispuesta a establecerse en Francia (un país más barato), abandonó definitivamente esta idea por temor a no poder regresar cuando entren en vigor los cambios”, refiere.

Otro efecto adverso de la iniciativa antinmigraciónEnlace externo, que se aplicará en 2017, es que los extranjeros que tenían planes de mudarse a Suiza a medio y largo plazo, están acelerando este proceso.

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Para Toni*, un joven chef italiano, la promesa de mejores perspectivas económicas fue una de las razones capital para mudarse a Ginebra en 2014. Su sueño por cumplir es abrir un restaurante de cocina mediterránea a precios asequibles, aunque asegura que hay más cosas que le atraen de Suiza.

“Me gustan los lugares donde las cosas funcionan correctamente. En Dubái, donde estuve antes, crear una empresa es un auténtico quebradero de cabeza. Se pierde mucha energía y tiempo en los trámites burocráticos y en el cumplimiento de obligaciones, como tener socios locales. Soy la clase de persona que rompe las reglas. Pero me gustan la puntualidad y el rigor suizos. Aquí, las cosas se hacen bien y no existen los negocios turbios, razón por la que detesto Italia”.

Pero no todo es color de rosa en el mercado helvético.

“Conseguir vivienda representa una gran frustración”, se queja Ben. “Actualmente vivo en la casa del amigo de un amigo mientras busco un apartamento. Es terrible constatar que cualquier vivienda de un dormitorio cuesta entre 2 000 y 3 000 francos mensuales suizos como mínimo, aunque sea un apartamento incómodo y de mala calidad”.

Se frenará el crecimiento

Por el momento, las inminentes cuotas que impondrá Suiza a la entrada de trabajadores extranjeros generan muchas preguntas sin respuesta. Las regiones fronterizas tienen la esperanza de que las autoridades federales escuchen sus peticiones a favor de un enfoque diferenciado que responda a las necesidades específicas de cada sector económico. Pero no hay nada claro aún, ni siquiera que estas medidas restrictivas funcionen.

Warner asegura que la experiencia del pasado confirma que los políticos no han sido capaces de frenar la inmigración.

“Cuando Alemania y Francia intentaron cerrar sus fronteras durante la crisis petrolera de 1974-1975 solo se logró una mayor inmigración ilegal. Y la pregunta aquí es: ¿Hasta dónde los políticos suizos estarán dispuestos a aceptar los costes social y político derivados de la aplicación de estas cuotas?”

Dado que de unos años a la fecha la población local aumenta de forma constante en cantones como Ginebra, no se descarta que la falta de vivienda frene el crecimiento, apunta Warner.

“Ginebra es uno de los pocos cantones donde el terreno para construir y los metros cuadrados de vivienda crecen mucho más lentamente que la población. Las nuevas viviendas no son comunes en Ginebra. Hay uno o dos grandes proyectos inmobiliarios, pero avanzan con demora. Por tanto, es posible que en la próxima década se reduzca el crecimiento demográfico en Ginebra, pero aumente en las regiones vecinas”.

*Nombres ficticios

Salarios suizos

Los salarios suizos son de los más altos del mundo, pero el costo de la vida también es uno de los más elevados.

En Suiza no existe un salario mínimo legal. Sin embargo, muchos sectores, como el hostelero, fijan ingresos mínimos para sus empleados a través de convenios colectivos de trabajo.

Según los datos más recientes de la Oficina Federal de Estadística, más del 30% de los hombres y casi 15% de las mujeres que laboran a tiempo completo en Suiza ganan 104 001 francos suizos o más al año.

Otro 25% y casi el 21%, respectivamente, perciben entre 78 001 y 104 000 francos al año por un empleo de dedicación exclusiva.

Como sucede en EEUU, en Suiza el salario bruto se negocia antes de firmar un contrato y representa el sueldo sin descontar todas las cotizaciones obligatorias –caja de pensión, seguros de vejez/invalidez y desempleo–, que conjuntamente representan entre 13 y 20% del ingreso bruto.

A los trabajadores originarios de países distintos a la UE o la EFTA que cuentan con un permiso ‘B’ (permiso de estancia), los impuestos les son retenidos en la fuente, lo que reduce su remuneración neta.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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