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El “trineo de Davos” vuelve a estar de moda

Davos sledge
Trabajo manual a medida: el carpintero Paul Burri produce en su pequeño taller de 200 a 300 trineos al año. Adrian Moser

Inicialmente, los pequeños trineos de madera se usaban para el transporte de mercancías. Luego, un carpintero creó el “trineo deportivo de Davos”. Desde entonces, esta pieza de museo es parte íntegra de la vida de los suizos durante el invierno. Algunos carpinteros como Paul Burri mantienen viva esta tradición.

La carpintería de Paul Burri, ubicada en la localidad bernesa de Lohnstorf, se queda pequeña a principios de invierno. Ello se debe a que un único tema lo acapara todo: el trineo. En una esquina están listas las piezas de madera cortadas. En otra se apilan los trineos acabados, casi hasta el techo. Fuera, la nieve cubre la callejuela en la que vive y trabaja Burri, esa misma callejuela que Burri utilizaba con sus hermanos en su infancia para realizar frenéticas carreras en trineo. Aunque el servicio municipal de mantenimiento aplicaba gravilla sobre la nieve para evitar accidentes, con el tosco arado que ellos mismos habían construido los hermanos Burri se encargaban de quitar los guijarros que los frenaban, para bajar a toda velocidad. Medio siglo más tarde, Paul Burri se ha convertido en el constructor de trineos de la región.

Burri no es el único que se acuerda de su infancia en trineo: de hecho, el trineo es el objeto que ha marcado prácticamente cualquier infancia suiza. Tan pronto cae la nieve, los más jóvenes se precipitan ladera abajo con el vehículo de madera, acompañados de los padres y los abuelos que hacían lo mismo en su época. A menudo se trata de un “trineo de Davos”. Este arquetipo del trineo de madera suizo no ha sufrido ningún cambio a lo largo de las generaciones.

Un clásico suizo

El trineo de madera de 80 a 130 centímetros de largo, que lleva grabado el logotipo “Davos”, es todo un clásico suizo. Su nombre se remonta a la primera carrera histórica en trineo, que se celebró en Davos en 1883, a raíz de la cual también se fundó el “Davos Toboggan Club”, dominado por los británicos. Los carpinteros de carretas de Davos empezaron fabricando los primeros trineos para turistas. En 1888, el pionero del esquí Tobias Branger presentó su “trineo deportivo de Davos”, creando así el prototipo del “trineo de Davos” que hasta la fecha se sigue usando.

A la fuerza tiene que ser de fresno

La omnipresencia de este trineo se debe a Burri y a una docena de otros fabricantes del país. Ellos mantienen la tradición artesanal de la construcción de trineos y saben de qué está hecho un buen trineo: a la fuerza tiene que ser de fresno. Esta madera es dura, resistente, de fibra larga y al mismo tiempo elástica. Esto permite doblar adecuadamente los patines del trineo. Las tablas para sentarse son elásticas y aguantan sin romperse.

Burri es carpintero. Pero todo constructor de trineos tiene algo de cocinero: los patines doblados del trineo salen, por así decirlo, de la olla. De hecho, los ruidos que se perciben en el local de Burri son los de una cocina: “Las piezas de madera para los patines se calientan durante una hora con vapor húmedo, a unos 150 grados”. A continuación se doblan y se fijan las piezas. Cuando se hayan enfriado y secado, quedarán dobladas. No obstante, ninguna pieza de madera es igual a la otra. Por tanto, cada curva y, con ello, cada trineo será ligeramente distinto a los demás.

Variantes regionales originales

El trineo recto de Davos es considerado el prototipo de los trineos de madera. Sin embargo, existe toda una serie de variantes regionales originales, dado que muchas regiones montañosas crearon a lo largo del siglo XIX sus propios trineos. Además del trineo de Davos, el de Grindelwald sigue gozando de amplia aceptación. Muy conocidos son asimismo los de Bergün, Goldiwil o el originario de la región de Grön, en el Justistal, denominado Grönländer.


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Año tras año Burri brinda la prueba de que nada cambia en el mundo del trineo tradicional. ¿O tal vez sí? ¿Qué hay de todas esas bases deslizantes de plástico o de esos trineos deportivos ultramodernos, dirigibles y rápidos? “Lo original se mantiene”, asegura Burri. Conoce las tendencias modernas y construye asimismo un “modelo más deportivo”, aunque lo que más lo emociona es aquello que ha resistido la prueba del tiempo. Sin embargo, ha aceptado uno de los cambios evidentes: en sus inicios, el propósito principal del trineo era el de transportar pequeñas cargas por las aldeas nevadas; en la actualidad, es un artilugio de ocio.

Los modernistas del mundo de los trineos se sorprenden al ver el gran número de trineos de Davos y similares que se siguen fabricando. Para ellos, los que montan en el difícilmente manejable trineo de Davos son personas chapadas a la antigua. Sin embargo, aunque no cabe duda de que los trineos clásicos son más lentos, deslizarse por el blanco manto invernal mientras la nieve le salpica a uno el rostro, es una experiencia que llena de felicidad. Para el constructor de trineos Burri, el poder de esta tradición es el que contribuye a su éxito perdurable. Además, los niños han crecido con trineos sencillos, no con esos modernos bólidos sofisticados. La desventaja del trineo de Davos constituye, al mismo tiempo, su ventaja: “Dado que no alcanza gran velocidad, tampoco resulta tan peligroso”.

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120 pistas de trineo acondicionadas

En Suiza, unos dos millones de personas se desplazan en invierno por las pistas de trineo, es decir, por las más de 120 pistas acondicionadas, que permiten disfrutar de descensos de varios kilómetros. Y el número de estas ofertas comerciales no deja de aumentar. Por si fuera poco, cada pista supera a la anterior. Con sus 15 kilómetros de largo, la pista de trineo más larga del mundo permite admirar las cumbres nevadas del Eiger, del Mönch y del Jungfrau, desde el Faulhorn hasta Grindelwald, pasando por Bussalp. Ello pone de manifiesto algo más: los prestadores de servicios comerciales ya han descubierto y atraído desde hace tiempo a los un tanto anacrónicos amantes del trineo. Sin embargo, montar en trineo también repunta fuera de las pistas, en prácticamente cualquier superficie nevada con suficiente inclinación.

¿Percibe Paul Burri este auge? Produce año tras año de 200 a 300 trineos. Este invierno superó incluso el millar. Sin embargo, él lo considera humildemente una “casualidad”, porque un único pedido voluminoso ha incrementado la cifra. Los demás constructores de trineos del país tampoco se quejan. Aparte de los “tradicionalistas” como Burri, hay empresarios que han lanzado al mercado trineos de lujo con exclusivas series limitadas, equipadas con herrajes de latón. A la postre, también los trineos “made in Davos” tienen mayor demanda. En esa localidad se había llegado a detener la producción, en 1954. Pero Paul Ardüser, un nativo de Arosa, ha vuelto a entrar en el negocio. El mayor productor de Suiza, 3R AG en Sulgen, vende cada temporada hasta 5 000 trineos de todo tipo. El director de 3R, Erwin Dreier, no cree que desaparecerá el trineo de Davos, porque “a fin de cuentas, forma parte del patrimonio cultural suizo”.

Pero regresemos al taller de Paul Burri. Nuestro artesano trabaja con el orgullo de quien sabe “construir un trineo con sus propias manos, de principio a fin”. Con cuidado corta en dos mitades las piezas de madera dobladas, y entretanto secas, para obtener dos patines curvos de forma idéntica. Selecciona madera especialmente bonita para las patas del trineo, entre los patines y la superficie del asiento. A ojo de buen cubero corta las tablas del asiento. Con mano segura dobla las barras de acero y las atornilla a los patines de madera. De esta manera va fabricando un trineo tras otro. La pila de trineos sigue creciendo en su pequeña empresa. Contemplando esta pila, Burri asevera: “El trineo existirá siempre”.

El trineo, ese medio de transporte que recuerda un poco una pieza de museo, se refleja también en su creador. A Burri le gustan las cosas anticuadas. ¿Ofrece su producto de calidad por Internet? De ningún modo. ¿Se le puede encargar un trineo por correo electrónico? No, no se puede. Ya saben todos dónde localizarlo: “Me podrán encontrar en Lohnstorf”. Por tanto, será mejor llamar a la puerta de la pequeña carpintería, en esa misma callejuela en la que Burri se lanzaba cuesta abajo, en su infancia.

Este artículo fue publicado Panorama SuizoEnlace externo, la revista de la Organización de los Suizos en el Exterior (OSE), que se publica seis veces al año en cuatro idiomas, en papel, en su página en internet y vía una aplicación móvil.

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