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Érase una vez… un museo de cuentos

Momentos mágicos en los que un patrimonio cultural, con fecuencia olvidado, recobra nueva vida. RDB

Promover la tradición oral es la misión del 'Storyteller Museum', que trabaja en colaboración con el Instituto Suizo de la Herencia Intangible.

Ambas entidades laboran en la perspectiva de la ratificación, por parte de Suiza, de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, prevista para el año próximo.

¿Qué tienen en común Harry Potter y Oin-Oin, héroes de numerosas historias divertidas que circulan en la región francoparlante de Suiza? Ambos forman parte de lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nombra el patrimonio cultural inmaterial y, bajo esa nominación ambos interesan al ‘Storyteller Museum’.

Con sede en Friburgo, el museo narrador de historias se ve diferente a otros. “Nuestra idea es atraer al público organizando exposiciones en los lugares de paso, como en los centros comerciales”, explica su responsable André Dembinski.

Pero se trata también de poner en práctica los conocimientos académicos. De allí el vínculo con la cátedra de Antropología Social de la Universidad de Friburgo y la existencia paralela del Instituto Suizo de la Herencia Intangible.

Bajo esa misteriosa denominación se esconde un comité científico constituido por profesionales en ciencias sociales de las universidades de Friburgo, Lausana y Neuchâtel. En el ámbito de la antropología cultural, este grupo se interesa por las manifestaciones inmateriales de la cultura, por lo que los cuentos son ejemplo de ellas.

Un festival en Friburgo

Precisamente el museo ‘Storyteller Museum’ ha decidido consagrarse a la tradición oral, reservando los otros aspectos del patrimonio inmaterial, como los ritos sociales, las artes del espectáculo o los conocimientos tradicionales, para más adelante.

En esa óptica, el museo – y a modo de celebración tras su primer año de existencia-, organiza un festival internacional de cuentos que se realizará del 1° al 9 de septiembre. En él participarán relatores venidos de África, pero también de Europa y de la propia Suiza.

“Se dice que el Occidente es la civilización de las comunicaciones. Pero éstas se realizan con frecuencia a través de una interfaz técnica, contrariamente a lo que pasa en África, por ejemplo, donde existe una comunicación directa. En Europa, hay un gran interés en reavivar esa relación de convivencia, para otorgarle su justo valor”, estima André Dembinski.

El diablo y las damas de la Navidad

Narradora profesional e investigadora del cuento en Suiza, Edith Montelle aplaude esa iniciativa, ya que considera que esta materia es rica en Suiza, pues lo ha constatado personalmente recorriendo el país para escuchar leyendas.

“Suiza está realmente en pleno corazón de los Alpes”, explica Montelle, subrayando la influencia de la geografía. “Cuando la vida es dura, los cuentos también lo son. En las montañas se encuentran muchos relatos lo suficientemente obscuros, pero también hay muchos cuentos sobre la solidaridad y la acogida al extranjero. En la planicie existen muchas historias para reír, historias algo indecorosas”.

En cuanto a los personajes típicos de los relatos suizos, Edith Montelle menciona al campesino, al diablo, pero también a las “damas de la Navidad” –la tía Arie en Ajoie, en el cantón del Jura; la ‘Chausse-Vieille’ en los cantones de Vaud y Friburgo, o la Beffana en el Tesino- quienes ocupaban la escena antes de la llegada del ‘Père Noël’ (Santa Claus).

Convención de la UNESCO

“Tierra de leyendas”, dice André Dembinski de Friburgo, lugar de sueño para ser sede del museo y del Instituto Suizo de la Herencia Intangible, que buscan actuar a escala local y global en la difusión del cuento.

Una ambición compartida por el sector suizo del Consejo Internacional de las Organizaciones de Festivales de Folklore y de Artes Tradicionales (CIOFF). También establecida en el cantón de Friburgo, es la encargada de gestionar en Suiza el Repertorio del Patrimonio Cultural Inmaterial, bajo la égida de la UNESCO.

En el ámbito político, el tema se abordará en 2008, cuando las cámaras de la Asamblea Federal sean llamadas a ratificar la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Suiza se unirá entonces a los 79 países signatarios del documento, para comprometerse en preservar la diversidad cultural.

De modo más prosaico, esta ratificación permitirá dar un cimiento al ‘Storyteller Museum’. “Simbólicamente, otorgará una legitimación gubernamental a nuestra acción. Económicamente, espero que permita el flujo de fondos para la investigación”, subraya André Dembinski.

Falta de medios

Efectivamente, por ahora el ‘Storyteller Museum’ funciona esencialmente a través de fondos benévolos. Los proyectos con respecto a la audioteca y a las grabaciones puestas en línea existen, pero aún se requiere de más medios financieros.

En la década de los años 80, Edith Montelle lanzaba el proyecto de la Casa del Cuento en La Chaux-de-Fonds, famosa ciudad del cantón de Neuchâtel por su relojería, pero que justamente entonces debió enfrentar una crisis que también terminó con la idea de la narradora. Cierto, los cuentos a veces se caracterizan por los obstáculos, pero el final resulta ser feliz…

swissinfo, Carole Wälti
(Traducido del francés por Patricia Islas)

La UNESCO adoptó la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial en 2003.

El documento entró en vigor en abril de 2006, luego de que la hubieron ratificado 30 Estados. En junio de 2007, 79 Estados habían presentado su intención de ratificarla o la habían ya ratificado.

Esta Convención ha impulsado la creación de un repertorio electrónico donde se encuentran, país por país, las expresiones y los actores del patrimonio cultural inmaterial mundial.

Suiza no la ha ratificado aún. Las cámaras de la Asamblea Federal (Parlamento) están llamadas ha hacerlo el año próximo.

De acuerdo a la UNESCO, el patrimonio cultural inmaterial de una comunidad está constituido por sus prácticas, sus representaciones, sus expresiones, sus conocimientos y sus habilidades. Los instrumentos, los objetos, pero también los individuos que encarnan forman parte de esos valores.

Transmitidos de generación en generación, es recreado de forma permanente por las comunidades, dependiendo de su medio ambiente y su interacción con la naturaleza y su historia.

La principal función de este patrimonio es procurar un sentimiento de identidad y de continuidad a la comunidad dada.

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