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Los musulmanes en Suiza entre condena y autocrítica

Un combatiente delante de los restos de un avión sirio abatido en Raqa, el 16 de septiembre de 2014. AFP

Mientras que la alianza contra el “califato” iraquí-sirio se constituye, los musulmanes en Suiza se manifiestan. La condena es unánime, pero las motivaciones difieren entre el respeto al espíritu del Corán, las teorías del complot y la preocupación de someter el Islam a un “control de calidad”.

“No queremos ser confundidos con estas personas que amenazan y destruyen a la humanidad sin distinción”. Portavoz durante 30 años de la mezquita de Ginebra y actual director de la ‘Fondation de l’Entre-Connaissence’Enlace externo, Haifi Ouardiri está encolerizado. “Terriblemente, sí. Y es una ira justificada. Nosotros  también, de alguna manera, hemos quedado como rehenes entre esta barbarie que hacen en nombre de nuestra fe y aquellos que utilizan los argumentos de esos iluminados, esos extraviados, esos psicópatas, para alimentar la islamofobia”.  

“Me siento muy mal, confirma Hisham Maizar, quien preside en San Gall la Federación de Organizaciones Islámicas de SuizaEnlace externo. Esos grupos que se denominan Estado Islámico son un gran peso sobre nuestras espaldas. Sus métodos bárbaros, bestiales e inhumanos no tienen nada qué ver con el Islam”.

El despertar

Por lo general más bien discreta, la comunidad musulmana  – cerca de 330.000 personas (4,9% de la población) distribuidas en más de 30 nacionalidades y un número mayor de culturas, amén de los diferentes niveles de práctica religiosa – se deja escuchar en respuesta a las imágenes procedentes de Irak y Siria y ante el riesgo de que otros jóvenes suizos se enrolen en las siniestras falanges negras.  

EIIL, IE, Daech: el peso de una sigla

Para los franceses, estadounidenses y británicos, al frente de la alianza contra los yihadistas, el autoproclamado ‘Estado islámico’ no tiene nada de un Estado, ni nada islámico. La alianza adoptó por ello la sigla ‘Daech’ para designar al enemigo común, como se hace desde el principio en el mundo árabe. Esta denominación tiene la ventaja de tomar en consideración los sentimientos de la gran mayoría de los musulmanes que no quieren que su religión sea asociada con la barbarie y el oscurantismo.

Literalmente, Daech es el acrónimo de ‘al-daoula al-[i]slamiya fi al-erak wal-cham’: ‘Estado Islámico en Irak y en Levante’, o EIIL. Pero a sus líderes no les gusta esta sigla, lanzada poco después de que sus operaciones cobraran auge en abril de 2013 por los medios de comunicación que les son hostiles, incluyendo la cadena de televisión Al-Arabiya y varias emisoras iraníes y libaneses. El objetivo era justamente ocultar las palabras ‘Estado’ e ‘islámico’. Además, la palabra Daech, que no existe en lengua árabe, tiene vecinos fonética y semánticamente poco simpáticos, como ‘daes’, es decir, aquel que pisa, o ‘dahe’, aquel que siembra la discordia.

(Fuente: France 24)

En Lausana, el Centro Islámico Albano exhortó a los “los jóvenes y a sus responsables” a rechazar la tentación de la yihad y a evitar “caer en las trampas de aquellos que lavan el cerebro”. En Neuchâtel, las asociaciones musulmanas, la Comisión Cantonal para la  Cohesión Multicultural y la policía condenaron todas “las atrocidades y la barbarie” del pseudo ‘Estado Islámico’ (EI).

Una denominación que Hafid Ouardiri rechaza. Al igual que la alianza internacional quiere que “esos grupúsculos bárbaros, violentos y criminales” sean denominados Daech, ya que llamarlos ‘Estado Islámico’ es introducirse en su propaganda”.

El sábado 20 de septiembre, su fundación y diversas asociaciones exhortaron a una “manifestación de indignación” en Ginebra. Un centenar de personas respondieron al llamado. Es poco, pero los organizadores precisan que se trataba de una “primera iniciativa” para denunciar la amalgama entre el Islam y “el terror y la purificación étnica”. Lo cual, recordaron, no solamente golpea a los cristianos, sino también y en primer lugar, a otros musulmanes.

El Liberal y el piadoso

Esta violencia, Mohamed Hamdaoui, que nació en el sur argelino, la conoce bien. A principios de septiembre, este periodista, miembro del Legislativo bernés publicaba en el diario ‘Le Temps’, un foro intitulado “No, yo no maté a James Foley” (el primer periodista estadounidense decapitado por el EI). Con acento volteriano, llama a los musulmanes “atraídos por la luz y apasionados por la libertad, mayoría abrumadora y demasiado silenciosa”  a “gritar a los cuatro vientos que, obviamente, nosotros condenamos tales atrocidades”.

“Mi mensaje no es religioso. Yo soy un musulmán laico si usted quiere, o liberal”, explica. “Eso no impide que me sienta profundamente musulmán. Cuando veo llegar l’Aïd (Fiesta del Sacrificio), saco mi olla para el cuscús e invito a mis amigos …” Añade con una sonrisa “cuando te llamas Mohamed, es difícil actuar de otra manera…”

“Tengo ganas de decirle a la gente: ‘hablen en sus empresas, sus escuelas, clubes deportivos, en los espacios de su vida cultural, asociativa, afectiva… Digan que, primeramente, somos las antípodas de esos hijos de puta y en segundo lugar, que nosotros mismos hemos sido a menudo las primeras víctimas de esa gente”.

Si bien rechaza ser el portavoz de quien sea, Mohamed Hamdaoui es un típico representante de un determinado Islam en Suiza: perfectamente integrado, orgulloso de su cultura y poco o nada practicante, en un país donde, de acuerdo con un estudio realizado en 2010 por la Comisión Federal de Asuntos Migratorios, solamente del 10 al 15% de los musulmanes son realmente practicantes.  

Hani Ramadán, director del Centro Islámico de GinebraEnlace externo, sin duda, forma parte de la comunidad. Su condena de la violencia del EI también es contundente. Para él, estas personas maculan la verdad de la religión revelada por el Profeta. “Las palabras de califa, Estado islámico, yihad son términos nobles en el Islam, términos cargados de significado, de cultura y conocimiento. Y ahí se convierten en rehenes de la barbarie y permiten dar una imagen tan negativa del Islam”.

Estos jóvenes tentados por la yihad …

Hafid Ouardiri: “Tenemos reuniones con jóvenes donde se les enseña cómo conciliar su fe con el civismo. Debemos tener mucho cuidado con el estado psicológico de nuestros jóvenes, algunos tienen que hacer frente a la frustración, la exclusión, el rechazo. Y esas frustraciones son instrumentalizadas por los extremistas para decirles: “haces todo para ser aceptado y siempre eres rechazado’. Hay un trabajo importante para desactivar ese adoctrinamiento”.

Hani Ramadán: “Es una trampa en la que no debemos caer. El Islam no conoce esos métodos, el Islam respeta a las minorías. Esa gente del Daech, antes de dirigirse a esas minorías, comete atrocidades contra la población musulmana. Eso no puede ser, de ningún modo, una lucha noble o una causa justa”.  

Hisham Maizar: “Esos jóvenes sufren un lavado de cerebro por parte de grupos que no conocemos. Si los conociéramos, podríamos hacer algo pero consumen imágenes e ideas que vienen de fuera, por la televisión y el Internet. Debemos continuar incansablemente a explicar qué es el Islam y también lo que no es el Islam”.

Pero las ejecuciones “horrendas” de periodistas, “que debemos condenar” son también para él “un árbol que oculta el bosque de los 2.200 muertos en Gaza, de los 300.000 o más en Siria, sobre lo cual la comunidad internacional no hace nada”. “Es una forma de humanismo selectivo que se puede poner por delante porque tenemos imágenes de personas degolladas que van a ocultar todo eso. Pero cuando se comparan las cosas, hay un doble estándar, obviamente”.

Hani Ramadan considera que el auge del EI cae como anillo al dedo “para promover una política de intervención favorable a la alianza estadounidense y al sionismo en la región”. Alude a un mensaje que publicó a principios de agosto en su blog, intitulado “Cuando ‘el yihadismo’ beneficia a la alianza”.Enlace externo Según él, “las aberrantes atrocidades cometidas en Irak y Siria” permitirán “justificar una injerencia -progresiva, porque es menester que dure, como en el caso de Bin Laden- y renovar la imagen del Yankee libertador”.

El tema que irrita

Jasmin El-Sonbati, periodista independiente y cofundadora en Zúrich del Foro para un Islam ProgresistaEnlace externo, habla de las teorías del complot. “Están muy extendidas en el mundo árabe, en los medios de comunicación, las emisiones televisadas de entrevistas. Es siempre un poco la manera de no asumir responsabilidades, de decir ‘son los otros’”.

“Sin embargo, como musulmanes, también tenemos una responsabilidad. La tendencia actual es tratar de definir al verdadero Islam como un Islam pacífico y decir que esas corrientes yihadistas son marginales … Pero no, eso es también el Islam y eso es una tendencia que se prepara desde hace décadas en los países del Golfo, en Arabia Saudita, donde se propaga este Islam wahabí, muy estricto, muy severo. Y con la influencia de esos países, también se expandió a los países musulmanes y Europa”.

A Jasmin El-Sonbati también le parece “muy chocante” ver a jóvenes – e incluso algunas muchachas – partir de Europa para unirse a “esas hordas bárbaras que asesinan en nombre de Dios”. “Me parece que las comunidades musulmanas aquí en Europa están un poco ciegas respecto a esta tendencia. Inclusive si no hay muchos en Suiza, lo que parece atractivo para jóvenes en Inglaterra o Francia debe serlo también para jóvenes suizos”.  

Sin embargo, la autora de ‘Mezquitas sin alminar – una musulmana en Suiza’Enlace externo se mantiene unida a su religión. Lo explicó recientemente en una tribuna del semanario ‘Die Weltwoche’ intitulada “Porqué sigo musulmán pese a todo”. La respuesta es simple: porque no quiere dejar el Islam a los fundamentalistas, “porque Allá nos ha dotado de capacidad de discernimiento, y debemos utilizarla para someter nuestra religión a un ‘control de calidad’”. 

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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