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“Hay muy buena voluntad y una gran fuerza vital”

Baldur Brönnimann, el nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. Felix Broede

El suizo Baldur Brönnimann es el nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. El comité evaluador destacó su compromiso con la realidad musical nacional y su buen recibimiento como determinantes para su nombramiento.

El basilense se impuso frente a otro centenar de concursantes. El jefe de orquesta, que inició su carrera en el Reino Unido, quiere “mover cosas” y aprecia el entusiasmo de los músicos colombianos.

Baldur Brönnimann nunca trabajó en Latinoamérica hasta agosto pasado cuando debutó con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, en Bogotá, con un ciclo de Beethoven para familiarizarse con el panorama musical.

“Tomé diez días de vacaciones para conocer el país. Fui a Cartagena y luego a Medellín… Ha sido una experiencia muy impactante”, comenta Brönnimann a swissinfo.

“Lo que se oye fuera y lo que se lee en los periódicos del país es siempre muy negativo, pero si vas allí, la realidad es completamente diferente.”

Colombia tiene sus problemas y una gran diversidad social, “pero en general hay muy buena voluntad y una gran fuerza vital… He percibido mucha voluntad para mover cosas y avanzar. Y eso me impresionó mucho”, subraya.

Y es que Colombia tiene un gran atractivo, según este director de 40 años: “Lo que me ha atraído es la oportunidad de contribuir algo a la escena musical en general y al lado social que el arte tiene evidentemente… Esta orquesta tiene en cierta manera un papel de faro que da ideas a las demás orquestas y que estimula el mundo musical del país”.

Buena conexión musical

Con los músicos mantiene una relación profesional. No obstante, quiere cambiar ciertas cosas, como la integración de parciales y el cambio del horario.

La psicología y la comunicación ocupan gran parte del trabajo de un director. La primera reunión con la Sinfónica fue para Brönnimann como una “cita a ciegas”:

“Nos vimos el primer día y empezamos a trabajar juntos. Siempre tiene que pegar un poco el carácter. Es como un equipo de fútbol con su entrenador. Uno tiene que saber cómo manejar los caracteres y cómo trabajar con ellos para sacar lo mejor. Hemos tenido una buena conexión musical, y eso es fundamental en la dirección de una orquesta”, enfatiza.

Su compromiso con Colombia ocupará entre quince y veinte semanas al año, con lo que pasará un tercio del año en el país suramericano, tiempo que considera necesario para realizar sus planes artísticos.

La labor de director consiste en buena parte en sacar lo mejor de los músicos: “Es algo que tengo que fomentar yo. Al fin y al cabo, una orquesta se compone de individuos que deben sentir que pueden contribuir algo. Es así como se saca lo mejor de una orquesta”.

Grandes expectativas

La Junta Directiva de la Asociación Nacional de Música Sinfónica de Colombia espera mucho del suizo: entre los cometidos que destaca se encuentran el desarrollo individual de los músicos, la creación de un ambiente fructífero, la ampliación del panorama artístico, la búsqueda de una sala fija de conciertos, así como la interacción con la academia y la popularización de la música sinfónica en Colombia.

¿No siente miedo ante tal cantidad de retos? “Uno se siente un poco como si tuviera que mover una montaña con un cepillo en un día”, admite. Sin embargo, hay cosas que son más urgentes que otras.

Brönnimann cree que hay que ser realista. Hay cosas como la programación que se pueden cambiar bastante rápidó. Quiere hacerla más llamativa para los estudiantes y, al mismo tiempo, renovar la imagen de la orquesta para que el público tenga ganas de ir a escucharla.

Énfasis en lo contemporáneo

Un rasgo que destaca en la biografía de este director suizo es su dominio de las partituras contemporáneas y el trabajo con compositores coetáneos, un aspecto que le gusta en particular, porque le brinda la oportunidad de hacerles preguntas sobre detalles de la partitura, lo cual es muy importante para la interpretación de las piezas.

“Para mí siempre ha sido muy importante que la música clásica no se perciba como museo. No me veo como conservador que de vez en cuando se dedica a sacar el polvo de los viejos cuadros. Estoy comprometido con la cultura moderna y las formas actuales de la expresión musical”, subraya.

“Somos nosotros, los músicos, que expresamos nuestros sentimientos y los de los compositores en directo en escena. Y eso no tiene nada de hermético o conservador, es algo muy abierto.”

A Brönnimann siempre le pareció “absurdo no tocar la música de su tiempo, porque cada compositor ha sido compositor de música contemporánea”. Las composiciones que hoy son consideradas como obras maestras “fueron vistas en su tiempo como algo difícil o conflictivo”. “A mí me parece normal tocar la música contemporánea, porque así doy la oportunidad a la gente de juzgar mi trabajo.”

Uno de los primeros proyectos que quiere realizar es una colaboración con el Colegio del Cuerpo en Cartagena, una de las escuelas de danza más renombradas del país que “trabaja en un nivel altísimo y artísticamente muy interesante”. Junto con la Orquesta quiere hacer una gira nacional para poder demostrar lo que se puede conseguir con la enseñanza artística.

Mozart, Mahler y Messiaen

Preguntado por los tres mejores compositores de todos los tiempos, Baldur Brönnimann no vacila en contestar: el austriaco Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), el bohemiano Gustav Mahler (1860-1911) y el francés Olivier Messiaen (1908-1992).

¿Y cuáles fueron los proyectos musicales que le han proporcionado la mayor satisfacción desde el punto de vista artístico?

“Creo que Las Bodas de Fígaro, que realicé el año pasado en Inglaterra, me han dado muchísimo; y después también Prometeo, una ópera de Luigi Nono, que dirigí hace dos años en Colonia y que ha sido una experiencia estética diferente”.

Pero lo que más le ha impactado fueron los encuentros con los profesionales de la música clásica: “Muchas veces salgo muy inspirado de los ensayos y conciertos, simplemente por la gente que tengo enfrente. Y esas son sensaciones que son difíciles de comparar”, concluye.

swissinfo, Antonio Suárez Varela

Nace el 31 de agosto de 1968 en Pratteln (cantón de Basilea-Campiña).

Hace sus primeros pasos en la banda del pueblo. A los 14 años ya conoce la mayoría de los repertorios que hoy dirige. A los 17 empieza a tocar el piano y a dirigir orquestas.

Después de una formación en una escuela especial, estudia en la Academia de Música de Basilea.

Tras obtener una beca en el Reino Unido, deja Suiza a los 25 años para trasladarse a Manchester, donde empieza su carrera profesional.

Brönnimann es reconocido en el mundo de la música clásica por sus innovadores programas y su dominio de las partituras contemporáneas.

Ha dirigido en los festivales europeos de música contemporánea más renombrados; además, ha trabajado con compositores tan importantes como Brett Dean, Unsuk Chin y Jonathan Harvey.

Según Baldur Brönnimann, Colombia tiene una gran ventaja porque tiene al lado Venezuela, un país con los “programas más increíbles de desarrollo musical que han sido premiados por la UNESCO y otras organizaciones”.

En Venezuela, explica, “la enseñanza y el sistema musical ya contribuyen muchísimo al desarrollo social del país, y de hecho ellos están exportando muchos músicos”.

Cree que también Colombia dispone de muchos talentos, aunque reconoce que “hay que hacer las cosas de manera un poco diferente”.

“Aún existen ciudades donde no hay orquestas y pocas oportunidades para estudiar música, ya que casi todo se basa en iniciativas individuales o privadas.”

Ésta es una de las razones por las cuales el director cree necesario “formar una orquesta nacional juvenil dentro del plan de desarrollo de la Orquesta Sinfónica”.

El 28 de octubre de 2008, el comité evaluador del Ministerio de Cultura de Colombia anuncia su nombramiento como nuevo director de la Orquesta Sinfónica Nacional. Sale elegido de entre 101 concursantes internacionales.

El comité recomendó su nombramiento, porque indentifica “en él un potencial para la gestión y el liderazgo, que trasciende el montaje y la presentación de repertorios, y un compromiso no sólo con el resultado artístico de los conciertos de la Orquesta, sino con la sostenibilidad de un proyecto musical a largo plazo”.

La ministra de Cultura, Claudia Marcela Moreno, destacó que la llegada de Brönnimann “significa el desarrollo de una nueva etapa en la que se espera posicionar a la Sinfónica Nacional de Colombia como una de las mejores orquestas latinoamericanas”.

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