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“La integración es en principio un proceso individual”

Para Boël Sambuc, el debate en torno a la integración no debe centrarse únicamente en las prácticas culturales y religiosas. Keystone

Boël Sambuc encarnó durante doce años la lucha antirracismo en Suiza. Sueca de origen, vivió la integración en la época en que las mujeres suizas no tenían aún el derecho de voto.

Para ella, las votaciones Schwarzenbach son un mal recuerdo. Pero deplora un endurecimiento en la vida sociopolítica helvética.

En la calle de Carouge, en Ginebra, la interculturalidad se manifiesta por todas partes. Kebabs, joyas chinas, ropa de segunda mano, fachadas despintadas. Un barrio colorido como hay decenas en Suiza, donde los retos que implican palabras tales como integración o carácter social mixto se materializan con más intensidad que en otra parte.

Boël Sambuc pudo medir esos desafíos cada vez que pasaba por ahí de camino a Berna. Vicepresidenta de la Comisión Federal contra el Racismo (CFR) hasta finales de 2007, fue la portavoz oficial de ese combate, en la Suiza francófona sobre todo, durante 12 años.

Y su voz no se apaga. En su casa cerca de Carouge – una ciudad que, en 1787 concedía la libertad de culto a los judíos mientras que Europa los restringía a guetos -, la biblioteca ocupa una pared entera. Pero es de una mesa cubierta de diarios de donde Boël Sambuc extrae un artículo consagrado a Slavoj Zizek.

El filósofo esloveno le interesa por su reflexión sobre el multiculturalismo que ve como una “ideología dominante”. La denuncia, incluso, en uno de sus libros, ‘Argumento en favor de la intolerancia’. Un título ‘a priori’ antitético para las ideas de Boël Sambuc.

Cartas persas

Casada con un abogado, con residencia cercana a la Ginebra de los derechos humanos, estudió Ciencias Políticas y Derecho. Para “conocer a profundidad el funcionamiento de las instituciones” de su país de acogida.

Y es que llegada al cantón de Vaud al final de los años cincuenta, se enfrentó de inmediato a la famosa interrogante de Montesquieu en sus cartas persas: “Pero ¿cómo se puede ser suizo?”, se preguntaba la entonces chiquilla. En Suecia las mujeres llevaban pantalones. Todo el mundo conocía a Elvis Presley y la música anglosajona. La tuberculosis estaba erradicada. Y sobre todo, el sufragio femenino existía desde hacía cerca de 30 años.

Todo ello producía en la pequeña inmigrante que era entonces, asombrada por el provincialismo de su país de recepción, un ligero sentimiento de superioridad. Pero no superior a su deseo, clásico en todo proceso de integración, de querer “ser como los otros”.

Boël Sambuc recuerda también el primer contacto con la escuela: “A mi madre, que le pidió si podía hablar un poco más lentamente conmigo -que había estudiado el francés como segunda lengua extranjera después del inglés-, la maestra le contestó que ‘los hijos de refugiados tienen que adaptarse’. Yo pensé entonces ‘¡pobres hijos de refugiados!'”.

Schwarzenbach: un mal recuerdo

Se refiere también a la importancia del núcleo familiar y a las incertidumbres ligadas con el oficio de su padre, que trabajaba para una de las muchas empresas estadounidenses instaladas entonces al borde del Lago Leman. Reconoce que su familia, no afortunada pero sí cultivada, formaba parte de los “inmigrantes modelos”.

Boël Sambuc recuerda el temor que sintió durante las votaciones de Schwarzenbach, en 1970, lo mismo que los italianos o los españoles, “extranjeros” con los que no tenía muchos puntos en común. “En Suecia, no había extranjeros, salvo los daneses”, bromea.

Por su parte, ella se sintió más sueca que Suiza “al menos hasta los 30 años”. En momentos en que los contratos de integración parecen imponerse como una panacea, considera importante recordar que “la integración es, primero, un proceso individual que debe respetar el ritmo de cada uno”.

La igualdad en los hechos

En este ámbito, alerta contra una focalización del debate sobre las prácticas culturales y religiosas. A riesgo de parecer “anticuada”, Boël Sambuc destaca que las diferencias de clase social desempeñan un papel más importante. Por ello hace hincapié en otro aspecto de su trabajo en la CFR, la lucha contra las discriminaciones.

Al rechazar cualquier acusación de angelismo, asume su posición legalista. Para ella, una sociedad que deposita sus valores en las leyes debe luego dotarse de los medios para aplicarlas a su propia población antes de querer imponerlas a los otros. En este tenor, alude a ley sobre la igualdad entre hombres y mujeres, promulgada en Suiza en 1995.

El mismo año en que surgía la CFR. Desde entonces, Boël Sambuc lo admite, el contexto cambió mucho. “La degradación es clara. Ante la deriva populista de un determinado discurso político, los otros partidos están como anestesiados. La sociedad se endurece al mismo tiempo que progresan el conservadurismo, el pragmatismo y el cada uno para sí.”

A mediados de los años ochenta, una pequeña mano amarilla declarando “No toques a mi amigo” florecía en las casacas en tela de jeans diluidos. Treinta años más tarde, Boël Sambuc mantiene su compromiso. Más que nunca, ya que ahora, “los retos de la cohabitación se han hecho claramente más agudos”.

swissinfo, Carole Wälti
(Traducción: Marcela Águila Rubín)

Suiza aprobó el Convenio Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial en 1993.

Para poder adherir a este convenio, Suiza debió introducir una nueva norma penal que sancionaba el racismo. Se trata del artículo 261bis del Código Penal, en vigor desde 1995.

En 1995 también, Suiza instituyó la Comisión Federal contra el Racismo (CFR) para aplicar el convenio.

Estos dos instrumentos fueron atacados en numerosas ocasiones por la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha nacionalista), que considera que limitan la libertad de expresión.

Aún en función, el ministro UDC de Justicia y Policía, Christoph Blocher había presentado en 2007 un proyecto destinado a limitar el alcance de la norma antirracismo, en particular en lo que se refería el delito de revisionismo.

Tras la no-reelección de Cristoph Blocher en diciembre de 2007, el Gobierno eliminó ese proyecto.

El 7 de junio de 1970 el pueblo suizo rechaza (con 54% contra 46%) la iniciativa de James Schwarzenbach y su Partido Acción Nacional, que pretende reducir la población extranjera residente en Suiza a una tasa de 10% por cantón, con excepción de Ginebra.

SSR SRG Idée Suisse organiza del 7 al 13 de abril una semana consagrada a la integración. Bajo el título ‘Wir anderen – nous autres – noi altri – nus auters’, la SSR propone a sus auditores y telespectadores una amplia gama de temas, en los registros de la información, la documentación y la ficción. swissinfo participa también en esta semana especial, en sus nueve lenguas.

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