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“La política italiana ha perdido toda credibilidad”

La presión de los mercados obligó a Berlusconi a dimitir, pero la Bolsa no se recupera. Keystone

Para recuperarse de la crisis y asegurar un crecimiento a largo plazo, Italia y el resto de la Unión Europea (UE), en lugar de adoptar medidas de austeridad en todos los frentes, deben invertir. Es lo que sostiene Sergio Rossi, profesor de Economía en la Universidad de Friburgo.

El anuncio de la próxima dimisión de Silvio Berlusconi no logró tranquilizar a los mercados ni a la Unión Europea (UE). La crisis económica en Italia se agrava y podría tener un efecto dominó sobre los demás países de la zona euro o Estados Unidos, según la agencia Moody’s.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) pusieron a Italia bajo tutela, país cuya deuda pública equivalente al 120% del PIB y cuyo crecimiento económico se estima en un 0,7%. En los próximos días, el Parlamento deberá aprobar la ley de estabilidad que exige la Unión Europea (UE) para reducir el gasto público e impulsar la economía.

Más preocupante, sin embargo, es la inestabilidad e incapacidad de elaborar una estrategia para asegurar un crecimiento a largo plazo, subraya Sergio Rossi, profesor de Economía en la Universidad de Friburgo.

swissinfo.ch: Silvio Berlusconi ha reiterado una y otra vez que Italia no es Grecia. Sin embargo, ambos países van a la deriva…

Sergio Rossi: Es verdad que las capacidades económicas de Italia son mayores que las de Grecia. Pensemos en los sectores del diseño, la moda, la industria punta o las energías renovables. Italia tiene un potencial económico enorme, pero la inestabilidad política constituye un gran lastre. Los empresarios viven en una incertidumbre absoluta y están confrontados con una carga fiscal muy elevada debido a la sustracción de impuestos.

swissinfo.ch: ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

S.R.: El problema de Italia no es tanto el déficit público que ronda más o menos los mismos niveles desde los años 1980. Cuando los mercados de la deuda soberana comenzaron a temer un contagio de la crisis griega a Italia, se dispararon los intereses sobre la deuda italiana y la situación se deterioró debido al débil crecimiento económico.

No olvidemos, además, que la excesiva burocracia y una clase política más concentrada en sus propios intereses que una estrategia para generar crecimiento paralizan a la economía italiana. La política italiana ha perdido toda credibilidad, lo que ha acentuado la falta de confianza de los mercados y la inestabilidad económica.

swissinfo.ch: Italia es la tercera economía de la eurozona. En caso de quiebra, ¿podría arrastrar consigo también al resto de la UE?

S.R.: Después de la quiebra de Grecia y los problemas de Irlanda, Portugal y España, si ahora Italia no pudiera pagar la deuda que está a punto de vencer, los principales acreedores extranjeros –los bancos franceses y alemanes- se verían en dificultades.

En 2012, Italia tendrá de rembolsar cerca de 300.000 millones de euros. De lo contrario, su insolvencia deteriorará la inestabilidad financiera internacional mucho más que Grecia, cuya deuda pública es inferior a la italiana. Esto significa que solamente quedará Alemania para financiar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Pero si tuviera que pagar por todos los demás países, el sistema de ayuda intergubernamental no podrá evitar la quiebra de la zona euro, porque los fondos de Alemania no bastarán para impedir el contagio al conjunto de la zona.

swissinfo.ch: En las últimas semanas, algunos han evocado el final de la eurozona…

S.R.: Un regreso a las monedas nacionales no haría sino agravar la situación. El euro –que mantendrían los países estables– se reforzaría en el mercado de divisas, las exportaciones de Alemania caerían en picado y la economía de la zona euro se ralentizaría aún más. Pero no es solamente un problema económico, sino también jurídico. Si Italia contrajo deuda en euros,  ¿con qué tasas de cambio las pagaría después de reintroducir la lira?

Reintroducir las monedas nacionales es una incógnita demasiado arriesgada tanto para los deudores como para los acreedores. Aunque la situación es grave, no justifica decisiones aventuradas. La zona euro debe mantenerse con 17 países, pero avanzar hacia una mayor integración, como una gran familia: cuando un miembro tiene problemas, no se lo excluye, sino que se lo apoya con firmeza.

Alemania debe entender que está en su interés ayudar a Grecia e Italia, ya que se trata de dos mercados importantes para las exportaciones germanas. Si la crisis se prolonga, la economía alemana también vivirá una brusca desaceleración.

swissinfo.ch: ¿Cómo puede salir de la crisis Italia?

S.R.: Mientras Berlusconi no abandone el Gobierno, los mercados seguirán penalizando al país. Su política no es creíble, sus promesas son cada vez más inverosímiles, la Unión Europea no confía en él. Y lo vimos en la cumbre del G-20 en Cannes, cuando Italia fue puesta bajo la tutela del FMI. Pero también hay incertidumbre sobre la era post-Berlusconi. No se sabe si el nuevo Gobierno cumplirá –de forma creíble y en los plazos acordados–los compromisos que asumió el primer ministro saliente con Europa. Es una gran incógnita, tanto en el caso de Italia como de Grecia.

El Banco Central Europeo (BCE) debería comprar directamente a Italia los títulos de deuda y fungir como amortiguador para el país. Así se reduciría el riesgo de insolvencia y los intereses serían menos exorbitantes para Italia. El BCE daría una señal inequívoca a los mercados.

swissinfo.ch: ¿Y cómo debe proceder la UE para recuperar la estabilidad?

S.R.: Durante años los bancos alemanes, franceses e irlandeses prestaron sumas enormes a países mediterráneos como Grecia, España y Portugal sin preocuparse de cómo invertían esos fondos. Con tasas de interés muy bajas, los países deudores se dedicaron a  financiar el consumo del gobierno y las familias, en lugar de invertir los fondos para generar rendimientos financieros, pero también empleos –y con ello– ingresos fiscales posteriores. Ahora estos recursos fiscales podrían utilizarse para rembolsar la deuda que está a punto de vencer. Sería lo lógico y lo que merecen los acreedores. La crisis de la zona euro es sistémica y la única solución reside en cancelar gran parte de las deudas concedidas, ya que en la mayoría de los casos estas deudas no se podrán saldar jamás.

Con la adopción de planes de austeridad entre sus países miembros, la UE ha buscado equilibrar las finanzas públicas en detrimento del crecimiento económico. En un periodo de crisis como el actual, para garantizar un crecimiento económico a largo plazo, hay que evitar políticas de austeridad y apostar por mayores inversiones en la formación, la investigación, los servicios públicos y las infraestructuras de transporte. La UE ha entrado en un decenio perdido y no se recuperará en tres meses ni tampoco en tres años.

Italia, la tercera economía de la UE, tiene una deuda pública de 1,9 billones de euros, equivalentes al 120% del Producto Interno Bruto (PIB).

Según las previsiones de septiembre del Ministerio de Finanzas, a fines de 2011 el crecimiento económico se situará en un 0,7% y el próximo año bajará 0,1 puntos porcentuales.

La deuda pública de Grecia representa el 189% del PIB; la de Francia el 86,2% y la de Alemania el 83,2%.

Después de Estados Unidos y Alemania, Italia es el tercer país en el mundopor reservas de oro valoradas en 2.451,8 toneladas.

Un patrimonio enorme que representa una garantía para el país, así como los ahorros privados que en gran parte financia la deuda pública.

Desclasificada por las agencias de calificación del crédito, a inicios de noviembre Italia fue declarada bajo tutela del FMI y la UE.

En los próximos días, el Parlamento italiano se pronunciará sobre la ley de estabilidad que exige la UE.

La medida debería reducir los gastos del Estado e impulsar la economía.

Las Bolsas europeas reaccionaron negativamente al anuncio de dimisión de Silvio Berlusconi, tras el voto sobre su plan anticrisis.

Las tasas de las obligaciones a diez años superaron el 7% para cerrar a más de 550 puntos.

Al superar el 7%, considerado un límite crítico, Irlanda, Grecia y Portugal se vieron obligados a pedir ayuda urgente a la UE.

(Traducción: Belén Couceiro)

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