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¿Las armas nucleares se han vuelto realmente ilegales?

Marc Finaud

Este 22 de enero de 2021 entra en vigor el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), adoptado por 122 países en Naciones Unidos en 2017. Hasta la fecha lo han firmado 86 Estados y 51 lo han ratificado. ¿Pero es efectivo? Opinión del jefe del servicio sobre la Proliferación de armas en el Centro de Política de Seguridad de Ginebra (GCSPEnlace externo).

Esta iniciativa de la sociedad civil galardonada con el Premio Nobel de la PazEnlace externo fue apoyada por la aplastante mayoría de los países, a excepción de aquellos que poseen armas nucleares y sus aliados. Las voces críticas subrayan que, de hecho, el nuevo tratado no tendrá efecto alguno sobre el desarme nuclear. De todos modos, procede evaluar si la prohibición de las armas nucleares puede contribuir a su eliminación y cómo.

La adopción del TPANEnlace externo en 2017 fue acogida por la mayoría con alegría y alivio. Los Estados dotados de armas nucleares, a su vez, reaccionaron con un silencio ensordecedor o manifestaron su consternación. El tratado es el resultado de las conferencias internacionales sobre las consecuencias humanitarias de una explosión nuclear y de semanas de debates en Ginebra. La mayoría de los Estados que poseen armas nucleares boicotearon estas reuniones y se opusieron a las negociaciones en Nueva York.

La oposición de las potencias nucleares

La principal manzana de la discordia era la interpretación del Tratado de No ProliferaciónEnlace externo (TPN) de 1968: los cinco Estados dotados de armas nucleares del TPN (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) sostenían que su derecho legítimo a poseer armas nucleares estaba consagrado en el tratado sin limitación temporal, mientras que la mayoría de los Estados no dotados de armas nucleares consideraban que habían renunciado a ellas medio siglo antes a cambio de un compromiso de desarme nuclear. Las potencias nucleares que no se adhirieron al TPN, como India y Pakistán, lamentaron la pérdida del derecho de veto que les otorgaba la Conferencia de Desarme en las negociaciones del tratado.

“Lo más probable es que en los Estados signatarios del TPAN, los bancos, las empresas, las universidades o personas particulares no recibirán autorización para contribuir al desarrollo de armas nucleares, tampoco en los Estados que no se han adherido al tratado”

Es verdad que las dos principales potencias nucleares, Estados Unidos y la URSS/Rusia, han reducido sus arsenales nucleares del pico de alrededor de 70 000 durante la Guerra Fría a 12 000, a los que se suman 1 200 armas de otros Estados (entre ellos Corea del Norte, India, Israel y Pakistán). No obstante, esos arsenales aún son capaces de destruir a la humanidad y el planeta. Incluso una guerra nuclear limitada entre India y Pakistán podría provocar una hambruna mundial y matar hasta a 2 000 millones de personas debido a su impacto en el clima global.

Tal y como lo reconoció el Tribunal Internacional de JusticiaEnlace externo en 1996, ningún uso de armas nucleares puede ser compatible con la obligación de distinguir entre objetivos civiles y militares, ni abstenerse de causar “daños superfluos o sufrimientos inútiles”. Es este enfoque humanitario el que obtuvo el respaldo de la gran mayoría de Estados.

Qué cambia con el tratado

Los Estados dotados de armas nucleares y sus aliados afirman que el TPAN no les impone ninguna obligación, ni siquiera en virtud del derecho consuetudinario. ¿Se puede considerar entonces que las armas nucleares son ilegales? Lo serán sin duda alguna para los Estados que se han adherido al TPAN. Si algunos países aliados se adhirieran a él, las disposiciones del tratado sobre el no despliegue o la no transferencia de armas nucleares afectaría, claro está, a los países que las poseen.

Lo más probable es que en los Estados signatarios del TPAN, los bancos, las empresas, las universidades o personas particulares no recibirán autorización para contribuir al desarrollo de armas nucleares, tampoco en los Estados que no se han adherido al tratado. Los tribunales nacionales de los Estados del TPAN podrán también admitir a trámite las demandas por los daños derivados de ensayos nucleares o el desarrollo de armas y exigir una indemnización a los Estados poseedores de armas nucleares. En estos últimos países, el TPAN podría avivar el debate a favor de una redistribución a la salud pública o a las necesidades sociales de los recursos astronómicos que les ha arrebatado la disuasión nuclear.

Estos efectos indirectos contribuirán a una estigmatización y deslegitimación mayor de las armas nucleares. Si son sinceros en la persecución de su declarado objetivo de desarme nuclear a largo plazo, las potencias nucleares y sus aliados tendrán numerosas oportunidades de ponerse a trabajar, incluso fuera del TPAN. La arquitectura internacional de seguridad (Tratado New STARTEnlace externoTratado INFEnlace externoAcuerdo sobre IránTratado de Cielos AbiertosEnlace externo, etc.) necesita ser restaurada después de los ataques de la administración Trump. Sin embargo, seguir afirmando que las armas nucleares son vitales para la seguridad de quienes las poseen, pero inaceptables para el resto del mundo, no hará si no fomentar la proliferación, como lo ha mostrado el caso de Corea del Norte.

Suiza en actitud de espera

La propia Suiza, donde las dos cámaras del Parlamento federal votaron a favor de la firma del TPAN, no podrá permanecer durante mucho tiempo al margen de la Historia y eludir su papel de guardián del derecho humanitario internacional [Convenios de Ginebra]. El país no puede esconderse detrás de las presiones de la OTAN o el rechazo del tratado por parte de las potencias nucleares para escaquearse de su responsabilidad. Cabe recordar que fue a iniciativa de Suiza que en 2010 todos los Estados Parte del TNP se declararon “profundamente [preocupados] por el riesgo que continúa representando para la humanidad la posibilidad del uso de las armas nucleares y las consecuencias humanitarias catastróficas que supondría tal uso”.

Las opiniones vertidas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente las de swissinfo.ch

Traducción del francés: Belén Couceiro 

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