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“Me han robado mi juventud”

Las autoridades suizas entregaban bajo contrato de trabajo infantil a los niños huerfános o que, con familia, vivían en condiciones consideradas como inadecuadas. Emil Zbinden, Holzschnitt, Limmat Verlag

Mano de obra a bajo costo

Después de permanecer en el olvido durante años, una exposición da la palabra a las personas que de niños fueron arrancadas de sus familias y entregados a otras ajenas, bajo contrato de trabajo infantil.

Una muestra itinerante esclarece este capítulo poco glorioso de la historia de Suiza. Ocurrió entre 1920 y 1960.

“En Suiza se piensa que todo brilla, pero no es así, hay cosas horribles”, testimonia una de las personas concernidas.

A finales de la década de 1960, decenas de miles de niños vivieron ese destino. Fueron separados de sus padres y entregados a instituciones u otras familias, principalmente dedicadas a la agricultura. Se les empleaba para tareas duras en el campo, sin que algunos pudieran escapar del abuso.

Durante años, su suerte estuvo cubierta de un pesado velo de niebla. Sólo a partir de la década pasada, algunas de estas personas decidieron salir del anonimato y denunciar la desalmada política social en la que cayeron. “Ha sido muy duro, muy duro contarlo”, afirma Michel en una videoentrevista.

“Es una cuestión generacional”, explica Jacqueline Häusler, curadora de la exposición inaugurada el pasado miércoles en el Käfigturm de Berna y quien pertenece a la asociación ‘Infancia robada’.

“Muchas de estas personas han escondido su infancia por años y años, temiendo represalias. Han comenzado a hablar una vez que ya no trabajan y que sus hijos son mayores”.

La exposición se basa en entrevistas realizadas a cerca de 300 personas en el marco de un proyecto de investigación. “Se trata, naturalmente, de recuerdos subjetivos. Hubo niños con una infancia feliz”, precisa Jacqueline Häusler.

Sin embargo, uno de ellos afirma: “Me ha faltado simplemente aquello que los otros llaman amor”.

Las razones de una separación de los padres entre los años de 1920 y 1960 eran diversas: pobreza, muerte de los progenitores, divorcio, ilegitimidad, ‘abandono moral’, es decir, cuando la vida de los padres no correspondía a las normas burguesas…

“Cuando mi padre enfermó, mi madre pidió ayuda a la asistencia social, pero se la refutaron. Éramos nueve hermanos. Prefirieron confinarnos a todos a otros lugares, en lugar de ayudar a mi madre a sacarnos adelante”, se lee en un testimonio de la exposición. Para las autoridades, era menos oneroso dar a los niños a otra familia –para emplearlos como mano de obra barata- que ayudar a los padres.

Tratados como parias

Los testimonios de su vida cotidiana muestran el desprecio con el que eran tratados: “Comíamos en un cuarto sin ventanas cercano al establo. No podíamos sentarnos a la mesa en la cocina”, recuerda Johann.

En una pared de la muestra se encuentran expuestos objetos que tuvieron un significado particular para estos niños, como una muñeca de una niña, que la recibió de su padrino a punto de morir y que fue secuestrada de inmediato por la persona a la que fue confiada.

La exposición está estructurada en siete espacios temáticos: recuerdo del primer día del confinamiento, una estación auditiva que permite escuchar sus testimonios, grabaciones de viva voz, las estrategias para superar los traumas una vez adultos, mensajes en vídeo, situaciones recordadas y problemas actuales.

Una pequeña aula recuerda que en la escuela estos niños eran tratados como parias. “Lo que me disgusta más”, lamenta Simon. colocado en un instituto junto con sus dos hermanos, es que la familia consideraba ‘normal’ no invitarnos ni una sola vez a los festejos de cumpleaños”.

Sin disculpa oficial

Hay un fuerte resentimiento contra la autoridad: “Temo como a la peste todo aquello que se denomina servicio social, que es oficial, del Estado”, escribe André.

A veces, los tutores nombrados por el Estado, que en teoría debían administrar los bienes de estos niños, sólo velaban por sus propios intereses. Para sus 20 años, Françoise recuerda haber recibido de sus tutores 200 francos de regalo. La mujer nunca vio nada de los 160.000 francos pagados por la venta de la casa y el terreno de su padre.

“El Estado no pronunció ni una sola palabra de disculpas, nada”, exclama Michel. “En 2003, el Parlamento votó contra un crédito para lanzar una investigación histórica y detallada sobre este tema”, explica Walter Zwahlen, de la red que une a los afectados. “Sólo la Iglesia Católica de Lucerna presentó sus disculpas oficiales”.

Aprender de los errores del pasado

Una vez adultos, estos niños entregados bajo contrato laboral infantil a un destino humillante, han buscado superar el trauma con diversas estrategias.

Muchos de ellos consiguieron construir una vida familiar y profesional normal, dejando atrás los recuerdos de la infancia. Otros han encontrado una válvula de escape en una actividad creativa. Para algunos fue más difícil; terminaron en cárceles o recluidos en un hospital psiquiátrico.

“Con esta exposición no sólo queremos evocar el pasado, sino hacer que se puedan rescatar enseñanzas en materia de educación extrafamiliar de los errores cometidos”, sugiere Jacqueline Häusler.

Y, de este modo, evitar que en algún momento, otro niño tenga que decir, como Michel, “me han robado la infancia”.

swissinfo, Daniele Mariani
(Traducido por Patricia Islas Züttel)

Más de 100 mil niños huérfanos o abandonados fueron internados en instituciones o entregados a familias de acogida hasta 1960.

La ‘tradición’ de sustraer a los niños pobres y los hijos ilegítimos de la custodia de sus padres para darlos a terceras personas se remonta a la Edad Media.

Los ‘niños bajo contrato’ o ‘niños colocados’ (denominados en alemán ‘Verdingkinder’) eran entregados, sobre todo, a familias campesinas.

Las comunas pagaban una cuota a los campesinos para el alimento y el alojamiento de los niños, quienes debían hacer labores pesadas.

A finales del siglo XIX, en muchos lugares estos ‘niños de nadie’ eran ofrecidos al mejor postor, incluso en mercados. En el cantón de Lucerna esta costumbre fue prohibida en 1856.

Las autoridades gastaban menos colocando a los niños en una familia que en un instituto. Además se argumentaba que una familia podía ofrecerle una mejor educación al niño.

La exposición ‘Infancia robada’ se presenta en el Käfigturm de Berna, del 26 de marzo al 27 de junio.

Después de Berna, la muestra será presentada en Lausana, Basilea, Baden, Frauenfeld, Lucerna, Martigny y Friburgo.

Actualmente hay tratativas para llevarla al sur de los Alpes.

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