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‘Nuevas civilizaciones’

'Afrodita observa el conflicto' y 'Afrodita piensa en el conlifcto', dos obras de la escultora colombiana, Margarita Pacheco swissinfo.ch

Bajo ese título la Galería Stufenbau, de Berna, acaba de exponer obras de un grupo de artistas con una visión propia de la globalización y sus contrastes.

En el mosaico de semblantes artísticos exhibidos, los lienzos del pintor argentino-suizo, Jerónimo Sancaner, dibujan las muecas profundas del silencio y la soledad, a pesar, o tal vez, debido a la abundancia en un una sociedad de consumo.

Contrastando con esa mirada, los rostros alegres de una familia circense, de expresiones eternizadas en la fotografía del colombiano, David Pinzón. Son retratos en blanco y negro que cuentan la increíble aventura de personas que para subsistir son capaces de ser desde boleteros hasta acróbatas consumados o payasos en el circo familiar.

Las interminables autopistas estadounidenses captadas por la cámara del reconocido fotógrafo suizo, Stefan Järmann, otorga a su vez una dimensión particular al problema de los mexicanos, cuyo sueño de emigrar se desvanece ante la infranqueable barrera de su poderoso vecino. El Sur mira al Norte, sin que el Norte se inmute.

Tampoco estuvo ausente el toque de la relación humana con los animales. La relación de la persona con el perro en los grabados de la suiza Doris Schär, cuya andadura en el arte ya cuenta con casi 20 exposiciones, transmite la importancia de esa compañía, sin disimular la diferencia de vida de un perro en los países desarrollados y la de su semejante en los países pobres.

“Lo que nosotros esperamos, más que el eco económico, es la divulgación, dar a conocer que aquí también (en Suiza) hay gente que trabaja, hace arte y merece exponer”, afirma el pintor colombiano y curador de la galería, Miler Ramírez, refiriéndose a la intención de la muestra auspiciada por El Círculo de Amigos de España, Portugal e Iberoamérica, la ONG Nuevas Sinergias en el Desarrollo, y la librería Libromania.

Denuncia a la violencia armada

“La escultura es una terapia y una oportunidad de interiorizar pensamientos y de averiguar por qué el mundo está como está en este momento”, sostiene Margarita Pachecho, una profesional colombiana que amalgama su profesión de experta en planificación urbana con el reconfortante pasatiempo de escultora, ámbito en el que transita con pasos firmes.

En dos de sus tres obras – ‘Afrodita piensa en el conflicto’ y ‘Afrodita observa el conflicto’ – logra conjugar sus reivindicaciones de género de cara al conflicto armado que vive su país, Colombia, desde hace cuatro décadas. “Paremos esa guerra, ya” es el mensaje que intenta difundir con sus obras de terracota.

La tercera pieza trabajada en greda lleva el sugestivo título de ‘Abdulla sin calzones’. Según la autora, es un personaje que al mostrarse semidesnudo, con las piernas abiertas, patentiza el sentido machista que obliga a la mujer afgana a cubrir su rostro con la ‘burka’.

“Mis esculturas son en cierto modo un llamado para que repensemos la forma de negociar la paz en Colombia, Afganistán o en los 130 países donde actualmente hay conflictos armados”, precisa.

El arte podría evitar las guerras

“Si muchos de los hombres que deciden sobre las guerras trabajaran más con las manos, dejaran de pensar en las armas y pudieran expresar su creatividad, habría quizás menos conflictos”, sentencia Margarita Pacheco instando a las personas a lanzarse a la interesante aventura de descubrir su talento artístico.

La escultora colombiana está convencida de que todos necesitamos una terapia colectiva que dé paso al trabajo creativo con la greda, la pintura, la escultura o la música y, por ende, a situar el mundo en una perspectiva más esperanzadora.

Crear arte cuesta

En Suiza tampoco se puede vivir del arte, a menos que se trate de una figura consagrada cuya obra tenga demanda en el mercado. No obstante, las diversas vertientes de expresión son inagotables, más aún cuando los creadores deben ejercer distintas ocupaciones para financiar su sustento sin dejar de hacer arte.

No extraña entonces que un fotógrafo trabaje en un bar, un pintor cuide a ancianos o una escultora sea experta en una ONG. Lo importante es poder seguir creando.

“Lamentablemente, a la gran mayoría no le gusta el arte. Está manejada por la masificación de la sociedad de consumo, tan absurda que nos ha llevado hasta a olvidarnos que África existe, que América Latina existe y que Asia existe”, constata Miler Ramírez, cuya obra sitúa bajo otra luz el mito de la niña Heidi.

El pintor colombiano representa a Heidi invadida por ordenadores, artefactos y productos que desvirtúan el cuadro idílico de una naturaleza intacta y de una niña ajena que “se porta bien y recibe el aroma de los Alpes”.

En síntesis, la exposición ‘Nuevas civilizaciones’ alojó una muestra interesante, con nota de 7 en una escala de 10. Quienes acudieron a la Galería Stufenbau, en la localidad bernesa de Ittigen, tuvieron la oportunidad de apreciar los puntos de vista de diversos artistas talentosos, cuya mayor pretensión es, sobre todo, que “el arte no se limite a ser decorativo, sino que tenga contenido crítico”, puntualiza Miler Ramírez.

Juan Espinoza

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