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¿Por qué asesinar a la democracia?

Este policía afgano da su testimonio en el filme de Patricio Henríquez. Fue detenido y torturado en 2003. vdr

La tortura en nuestros días se practica en nombre de la democracia, recuerda el realizador de origen chileno Patricio Henríquez en su documental 'Bajo el capuchón – Un viaje a través de la tortura', presentado en el festival Visiones de lo Real de Nyon.

El joven francés Mourad pasó su infancia en Vénissieux. En 2001 se encontraba en Afganistán. En diciembre de ese año fue entregado a los soldados de Estados Unidos, que lo trasladaron a Guantánamo.

Vejaciones, medicamentos, presiones psicológicas y físicas, y la lectura del Corán para pasar el tiempo… “Es paradójico, se vuelve uno más religioso que antes”, es el testimonio del joven en el documental de Henríquez.

Luego de los atentados contra las Torres Gemelas, el gobierno estadounidense inició su guerra contra el terrorismo internacional. Intervenciones militares en Afganistán, en Irak. Las prisiones se llenan, los malos tratos se multiplican. Guantánamo, Bagram, Abu Ghraib.

En su documental, Patricio Henríquez aborda esas torturas cometidas en nombre de la democracia. A través de confidencias y con la ayuda de fotos y videos testimoniales, demuestra esa violencia institucionalizada, impune. Recuerda los principios del derecho y constata la angustia de los sobrevivientes.

‘Bajo el capuchón – Un viaje a través de la tortura’ advierte que la guerra y la tortura van a la par, que el “verdugo no tiene límites. El único límite es la resistencia al martirio, justo hasta la muerte”, como explica un procurador guatemalteco entrevistado por Henríquez en su filme.

El realizador se centra especialmente en dar la palabra a las víctimas: afganos, iraquíes, franceses, argentinos y también estadounidenses. De Irak pasa a Guatemala y Argentina, con testimonios marcados de dolor y rabia. Entrevista con Patricio Henríquez:

swissinfo: Su filme, ¿es un requisitorio contra la tortura o contra el gobierno estadounidense?

Patricio Henríquez: Las dos cosas. La tortura, si ahora es un asunto globalizado, se debe en gran parte a la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos. De hecho, no la esconde; la asume y establece legislaciones que escapan a las leyes internacionales. Legislaciones que permiten a los servicios secretos aplicar y practicar la tortura hoy día.

Es importante para mí mostrar la identidad de las víctimas. Se conocen sus fotos, sobre todo la de Abu Ghraib, pero no se sabe quiénes eran esas personas. La mayor parte del tiempo permanecían encapuchadas. De allí el nombre del filme, que me fue sugerido por muchas víctimas de diversas partes del planeta. En su opinión, la tortura inicia cuando les colocan una bolsa en el rostro. Es el momento de la ruptura brutal con la realidad, el inicio de un viaje infernal.

swissinfo: ¿El documental tiene un mensaje?

P.H.: Quise poner en evidencia muchas contradicciones para someterlas a la mirada del espectador. La primera de ellas fue que en cada ocasión, la torutra se justifica con la democracia; lo que me parece no tener sentido de carácter trágico. ¿Por qué asesinar a la democracia, pisotearla para defenderla?

Con la tortura no se obtiene información. Se admite su ineficacia en ese sentido. La tortura sirve para defender un concepto particular del término democracia, que no es compartido por todo el mundo.

Ciertos autores observan que entramos en una guerra de civilizaciones. lo que para mí no es nuevo. La tortura ha sido utilizada a través de la historia para afirmar la supremacía de ciertos valores morales específicos de una sociedad o un grupo humano.

swissinfo: Varios de sus interlocutores lo subrayan: guerra y tortura están irremediablemente enlazadas. ¿Hay alguna esperanza de cambio?

P.H.: Antes de este documental, hice otro filme sobre los militares que desobedecen a las órdenes de sus superiores (‘Desobedecer’). Entendí, entre otras cosas, que en el siglo XX, a causa del cambio tecnológico sin duda, las guerras perdieron una cierta humanidad.

Las batallas cuerpo a cuerpo implicaban un contacto y un respeto por el vencido, que tenía derecho al honor militar. Esto se perdió en la segunda mitad del siglo XX.

Actualmente, con la guerra Nintendo, los ejércitos funcionan a través de la deshumanización del enemigo. Hay que satanizar a toda costa. Los militares perdieron su honor militar.

Esperanza… No sé. No soy un pesimista por naturaleza. Pero como documentalista, no está entre mis tareas ofrecer sistemáticamente un filme que incluya una solución. No la veo, lo que no quiere decir que no exista. Pero tengo confianza en el ser humano. Los militares de ‘Desobedecer’ existen.

swissinfo: ¿Cómo se integra su documental sobre la tortura en su historia personal?

P.H.: Soy originario de Chile. Abandoné el país en la época de la dictadura de Pinochet en 1974. Evidentemente, quedé marcado por esa experiencia, pero no tengo cuentas pendientes. Vengo de una realidad cultural que me obligó a tener una cierta visión de lo que es la justicia social. Estoy orgulloso de ello, pero esa es mi interpretación personal.

He hecho filmes sobre la pena de muerte en Estados Unidos y en Japón, sobre las comunidades homosexuales en México. La gama de injusticias sociales en el mundo es suficientemente grande. Pero no me siento envestido por una misión política o moral. En realidad, me dedico a esta profesión por el enorme placer que me produce.

Entrevista swissinfo, Pierre-François Besson, Nyon
(Traducción: Patricia Islas Züttel)

Periodista primero, realizador en la televisión chilena, Patricio Henríquez nació en 1948.

Tras el golpe de 1973 en Chile fue detenido. Tras dos meses de prisión, emigró a Canadá, donde trabaja hasta ahora como realizador y productor.

A su primer filme ‘Yaser Arafat y los palestinos’ (1980), siguieron, entre otros, ‘Desobedecer’ (2005) y ‘El lado oscuro de la dama blanca’ (2006), objeto de varios reconocimientos.

‘Bajo el capuchón – Un viaje a través de la tortura’ es una cooproducción de Macumba Documentales y la Oficina Nacional de Cine de Canadá.

La 14ª edición del Festival de Nyon se realiza del 17 al 23 de abril de 2008.

Se exhiben 155 filmes de 36 países.

22 filmes participan en la competición internacional, de los cuales 2 son suizos.

Tiene diez secciones, entre ellas una nueva –’First steps’ que muestra las primeras realizaciones de cortometrajes.

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