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¿Puede la Neurociencia leer nuestras mentes?

Muchas regiones del cerebro están siendo ahora exploradas y bien documentadas. null

La poderosa tecnología de creación de imágenes ha propiciado grandes avances en la compresión de cómo funcionan nuestros cerebros. Pero, ¿tenemos que preocuparnos por abrir nuestras mentes a un examen externo?

Expertos en la materia se reunieron esta semana en Ginebra en el marco de la ‘Semana del Cerebro’ para analizar los avances realizados para revelar los secretos de nuestras cabezas y sus consecuencias éticas.

La ‘Semana del Cerebro’ se ha celebrado los últimos 12 años en Europa, organizada por la Fundación Dana Alianza sobre el Cerebro. El objetivo de la entidad es ayudar a la gente a entender la importancia de este tipo de investigación. Siete ciudades suizas han acogido eventos sobre la materia durante toda la semana.

En los últimos 15 años la Neurociencia ha vivido un desarrollo espectacular, gracias especialmente a la precisión de la resonancia magnética (MRI en inglés), según explicó Patrik Vuilleumier, director del centro de Neurociencia de la Universidad de Ginebra.

“Se han hecho grandes progresos para entender las funciones especificas de diversas regiones cerebrales”.

Aunque los expertos en Neurociencia pueden ahora medir actividades cerebrales relacionadas con varios tipos de memorias, la tecnología todavía está lejos de la descodificación y de la extracción de nuestros pensamientos más íntimos, explicó.

Trabajo de exploración

Muchas regiones del cerebro están siendo exploradas y bien documentadas.

Ahora contamos con un mejor entendimiento de cómo el sistema visual humano reconoce objetos, pautas y rostros, cómo identificamos sonidos y voces, y cómo percibimos y respondemos a las emociones y señales sociales, como expresiones faciales o de la mirada.

En marzo de 2008, investigadores de la Universidad de California crearon un modelo para descodificar la información cerebral. Consiguieron identificar una imagen específica que un paciente estaba mirando -entre docenas de ellas- simplemente observando sus actividades cerebrales.

Varios meses después, expertos japoneses fueron más allá, al identificar una imagen que era observada por alguien tumbado dentro de un escáner de resonancia magnética. Después la reconstruyeron en la pantalla, aunque con formas geométricas simples.

Sonido y espacio

La investigación para descodificar las respuestas cerebrales en sonidos y voces se está convirtiendo en algo mucho más sofisticado, señaló Vuilleumier.

“Es posible diferenciar entre distintas personas mientras hablan, los sonidos vocales que usan y sus entonaciones, tanto si expresan ira o tristeza”.

A comienzos de año, científicos británicos de la Escuela Universitaria de Londres publicaron un estudio sobre la memoria espacial, donde fueron capaces de predecir con precisión la posición de alguien en un entorno virtual, sólo con la pauta de actividad en una parte del cerebro llamada hipocampo.

Este estudio formaba parte de una investigación dirigida al aprendizaje de cómo se crean los recuerdos, y cómo se almacenan. Esto provocó un debate ético sobre cómo la imagen cerebral puede ser usada en el futuro, y el tipo de precauciones que hay que establecer para proteger la privacidad de la gente.

Cuestiones éticas

Se están produciendo debates éticos en la comunidad de la Neurociencia, especialmente sobre la responsabilidad y la libre voluntad, destacó Vuilleumier.

“La cuestión ética más importante es ahora el abuso,” según Vuilleumier. “El riesgo es que la gente sobrestime lo que podemos medir”.

Se han dado casos recientes en los Estados Unidos donde los abogados preguntaron a un cliente, durante un juicio, la posibilidad de hacerle un escáner cerebral para acceder a sus respuestas emocionales.

Pero la Ciencia no ha llegado a este nivel todavía, indicó Vuilleumier. Los límites de la resonancia magnética están por debajo de la complejidad y velocidad de nuestros cerebros.

Ausencia de telepatía

Alexandre Mauron, profesor de Bioética en la Universidad de Ginebra, también trató de tranquilizar a la audiencia, al comentar que los últimos desarrollos no pueden resolver la cuestión de la telepatía.

“La telepatía es una fantasía; la idea de que un día una máquina pudiera irrumpir en nuestro universo –nuestro cine interno– y descubrir nuestros pensamientos más íntimos. Esta fantasía es aterradora ya que tenemos la tradición de la libertad de pensamiento que nadie ha sido capaz de alterar hasta ahora, ni siquiera en los peores regímenes totalitarios”, comentó.

El problema reside en que nuestra cultura está marcada por el dualismo cartesiano que separa nuestro cuerpo -y cerebro- de nuestra alma o pensamientos. Resulta muy difícil separarnos de esta forma de pensar, según Mauron.

“Nuestra ‘psicología popular’, nuestra forma normal de hablar sobre nuestros pensamientos, emociones, estado mental y elecciones, es una lenguaje que está cada vez más distanciado del lenguaje de la neurociencia”, concluyó.

swissinfo, Simon Bradley, Ginebra
(Traducción: Iván Turmo)

Según el ‘American Journal of Science’, la región del lago de Ginebra está considerada como el tercer centro de estudio de Neurociencia más importante en Europa, por detrás de los de Oxford y Cambridge en Gran Bretaña.

Existe una estrecha cooperación e interacción entre las universidades de Ginebra y Lausana, entre sus clínicas universitarias, y con la Escuela Politécnica Federal de Lausana, con más de 80 grupos de investigación en Neurociencia.

La Neurociencia estudia el sistema nervioso desde un punto de vista multidisciplinar.

Mediante el aporte de disciplinas diversas como la Biología, la Química, la Física, la Electrofisiología, la Informática, la Farmacología, la Genética, etc.

Todas estas aproximaciones, dentro de una nueva concepción de la mente humana, son necesarias para comprender el origen de las funciones nerviosas.

Sobre todo las más sofisticadas como el pensamiento, las emociones y los comportamientos.

En Suiza la comunidad de Neurociencia tiene más de 1.000 miembros.

Existe una buena cooperación entre las universidades de Ginebra y Lausana, sus clínicas universitarias y la Escuela Politécnica Federal de Lausana, con más de 80 grupos de investigación.

Zúrich cuenta con sinergias en la materia, entre los 440 investigadores y los 100 grupos de trabajo de la Universidad de Zúrich y la Escuela Politécnica Federal.

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