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¿Qué parásitos nos hablan de sexo?

El caracol ha contribuido a las investigaciones científicas sobre modelos de reproducción. eawag.ch

Un equipo científico bajo dirección suiza podría dar un nuevo paso en la resolución de un gran misterio de la evolución: ¿por qué la mayoría de las especies tienen sexo para reproducirse?

En sus estudios sobre los caracoles, Jukka Jokela, del Instituto Federal suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas, cerca de Zúrich, ha encontrado evidencias que sugieren que el sexo pudo haberse desarrollado en parte como defensa contra parásitos.

“No queda claro cuál es la ventaja de la reproducción sexual”, señala a swissinfo.ch el biólogo en materia de evolución, Jukka Jokela.

“Imagine que usted tiene un buen genoma y que es exitoso en su ambiente. Pero entonces, por alguna razón, en el momento de la reproducción usted decide mezclar su genoma aceptando genes de algún otro, básicamente genes tomados al azar, del ambiente. No está clara la ventaja de algo así.”

A esto se agrega el hecho de que la reproducción sin sexo – como la de microbios, algunas plantas e incluso algunos peces y reptiles – parecería ser más eficiente.

Después de todo, cada individuo en una especie asexual puede reproducirse por sí mismo. En la reproducción sexual se requieren dos organismos, incluyendo un aparentemente superfluo macho no reproductor.

Sexo dominante

“La pregunta es, ¿por qué estos clones no triunfan? ¿Por qué no se reproducen más eficientemente que los linajes sexuales y qué evita que asuman el control de esas poblaciones donde usted tiene linajes asexuales y sexuales?”, inquiere Jokela.

Para ayudar a explicar porqué el sexo se mantiene tan dominante en el mundo vivo, Jokela investigó el diminuto caracol de fango ‘Antipodarum de Potamopyrgus’ de Nueva Zelanda. Este caracol común es un candidato ideal pues tiene versiones asexuales y sexuales que coexisten en el mismo ambiente.

Al trabajar con investigadores de las universidades de Washington e Indiana, Jokela supervisó las diversas poblaciones del caracol, con especial atención en los índices de infección del parásito, durante diez años.

Los clones eran al principio muy acertados y parecían “ganar el juego”, dijo Jokela. Entonces, repentinamente, tendieron a disminuir, antes de desaparecer del sistema natural.

Declive de los clones

“Lo que encontramos eran realmente parásitos, que se especializaban con la selección natural en estos genotipos muy comunes, que conducían al declive de estas copias comunes,” explicó.

“Entonces, parece que los linajes de reproducción sexual resisten mejor a este tipo de parásito que es perjudicial para estos genotipos clonados”.

Las poblaciones sexuales del caracol se mantuvieron estables durante ese tiempo.

Los autores del estudio, divulgado en la edición de julio del ‘American Naturalist Journal’, sugieren que, por lo tanto, la reproducción sexual proporciona una ventaja evolutiva en ambientes ricos en parásitos. Es decir, la mezcla de genes vía sexo es un buen mecanismo de defensa.

Aunque la hipótesis de que los parásitos guardan organismos asexuales había sido establecida por los modelos matemáticos, el estudio de Jokela proporcionó la primera demostración en la naturaleza.

Parásitos molestos

El científico señaló que ahora se requerirán estudios en otros sistemas, así como una mejor comprensión sobre lo que sucede en un nivel genético cuando los parásitos invaden un organismo.

La investigación también hace pensar en la importancia de la diversidad genética y las interacciones en enfermedades, algo a considerar en nuestros sistemas agrícolas, monoclonales y de monocultivos, agregó el científico.

La mayoría de los organismos vivos en el planeta tienen que ocuparse de una cierta clase de enfermedad perjudicial o parásito. “Entonces, quizá uno de los denominadores comunes por los que la reproducción sexual es tan extensa es que estos tipos de patógenos, que pueden especializarse en el nivel genético, son un fenómeno común”, anotó.

Al final de cuentas, parecería existir una cierta ventaja en la existencia de estos parásitos molestos.

Isobel Leybold-Johnson, Zúrich, swissinfo.ch
Traducción: Marcela Águila Rubín

El caracol de agua dulce del fango de Nueva Zelanda (antipodarum de Potamopyrgus) tiene unos 5mm de largo y puede reproducirse en forma sexual o asexual.

Los machos “normales” y las hembras viven con las hembras triploides (que tienen tres sistemas de cromosomas). Las hembras triploides se reproducen por partenogénesis (“nacimiento virginal”), clonándose a sí mismas para producir sus descendientes.

En Europa, donde el caracol fue introducido a través de envíos de peces vivos en los 1880s, sólo la reproducción asexual se ha observado hasta la fecha. Esto podía explicar la incidencia masiva y el subsecuente colapso de poblaciones de estas especies en el continente.

En los años 70, densidades demográficas de hasta 100.000 caracoles por metro cuadrado fueron registradas en el lago Constance, en la frontera de Suiza con Alemania. Este caracol se encuentra hoy casi por todas partes, pero no es dominante en ningún lugar.

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