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“Quizá la historia industrial del siglo XX”

La Hispano-Suiza estuvo a la vanguardia de la tecnología automovilística y aeronáutica durante buena parte de sus más de 40 años de historia (1904-1946). La enorme calidad de sus productos convirtió a la marca en la preferida de la élite mundial.

Su prestigio se mantiene hasta nuestros días con pruebas y clubes dedicados a la firma.

Muchas de sus innovaciones se aplican todavía en la industria del automóvil. Uno de sus cerebros fue el joven ingeniero de Ginebra, Marc Birkigt, que se trasladó a España y experimentó técnicas muy avanzadas en la época.

El historiador Emilio Polo, experto en automovilismo y autor de tres libros sobre la marca, explica a swissinfo.ch cuál fue la clave del éxito logrado.

“Se dio una conjunción de dos personajes extraordinarios: Birkigt, en opinión de muchos, el técnico más avanzado de su tiempo, y el empresario español Damián Mateu. A diferencia de otros buenos proyectos, la suerte fue que se combinaron un gran técnico con un empresario que le respaldaba”.

Birkigt fue un personaje fundamental, asegura Polo. “Su importancia es enorme ya que fue el precursor de muchas tecnologías que perduran hasta ahora. En 1919 patenta el servo-freno, o anteriormente el árbol de levas. Dos elementos que se usan hoy masivamente. Fue el primero que pensó que para frenar un coche era necesario más que la fuerza de una persona. Marcó el automovilismo por su tremenda visión”, indica Polo.

Su implicación era máxima, no sólo ideaba una cosa: hacía los planos hasta el último detalle, desarrollaba el motor y lo probaba. Hasta diseñaba máquinas para fabricar las piezas del motor. “No sólo era un visionario sino un realizador. Lo mismo que el empresario Mateu en su campo, que contaba con ideas avanzadísimas y que concibió su empresa con un esquema de multinacional. Algo insólito hace algo más de 100 años”, relata el investigador.

Barcelona, 1904

‘La Hispano-Suiza, Fábrica de Automóviles S.A.’ se fundó en Barcelona el 14 de junio de 1904 por un grupo de empresarios españoles, dirigidos por Damián Mateu y Bisa. Estos compraron la empresa anterior, arruinada, que ya había elegido el nombre de Hispano-Suiza, y en la que Birkigt era socio industrial. Los nuevos dueños conservaron el nombre por su buena fonética y nombraron al suizo director técnico.

La labor de la marca fue tan importante que desde un modesto taller en Barcelona, en sólo unos pocos años, su tecnología avanzada y construcción esmerada empezaron a ganarse una extraordinaria fama. En 1906 participaron en el Salón del Automóvil de París donde empezaron a llamar la atención.

Además, en 1910 sus pequeños autos de competición ganaron los Grand Prix de Ostende y Boulogne, lo que promocionó más si cabe las cualidades de estos vehículos.

El coche de la élite

Entre sus clientes figuraban personajes del ámbito político, monarcas, artistas e intelectuales como: el rey de España Alfonso XIII, el rey Carol de Rumania, Gustavo V de Suecia, el príncipe de Mónaco, el Sha de Persia, los presidentes de la II República española, los maharajas de Alwar, de Kapurtala, la familia Rotschild, los Thyssen, Greta Garbo, Carlos Gardel, Pablo Picasso o Albert Einstein, entre muchos otros.

“Sus coches eran más ligeros y potentes que los demás. Con diferencia era la marca favorita de la élite mundial por su calidad. A partir de los años 20 si una persona quería ser importante tenía que tener uno”, cuenta a swissinfo.ch Polo.

En el Salón de París de 1919 se presentó un modelo excepcional, el H6, que supuso un avance fundamental en la historia del automovilismo. Su motor, con árbol de levas en cabeza y doble encendido, procedía de los propulsores de aviación. “Quizá el hito más importante del sector. Avanzó décadas, especialmente porque incorporó la novedad del servo-freno. Se trataba del primer coche grande y potente que se pudo parar con facilidad”.

Líder en aviación

En plena Primera Guerra Mundial, en 1915, la marca vivió uno de sus mayores logros. Birkigt desarrolló su primer motor de aviación, que resultó un avance revolucionario y fue determinante para que los aliados ganaran la guerra.

Hasta el momento había un claro dominio aéreo de los alemanes con sus aviones equipados con motores Mercedes-Benz. Birkigt realizó un motor más potente y ligero. Los aliados fueron a Barcelona para encargar el nuevo motor y solicitar licencias de fabricación.

Entre 1916 y 1919 se fabrican en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Rusia y Japón hasta un total de 50.000 motores, cantidad que suponía más de la mitad de los que presentaba la flota aliada.

Entre 1919 y 1939, la Hispano-Suiza marcó la pauta en automovilismo y en la aviación. Consiguió batir los récords de altura, distancia y velocidad en el aire. También cumplió el desafío de hacer un motor capaz de atravesar el Océano Atlántico, desde Europa a América, con el viento en contra.

De 1927 a 1934 se realizaron 22 travesías atlánticas con motores Hispano. En 1930 se logró volar por primera vez de París a Nueva York en línea directa.

Ocaso

Según subraya Polo, “la trayectoria de la marca es quizá la historia industrial del siglo XX. Es apasionante y tuvo muchas trascendencia en distintos campos”.

La paradoja es que la Primera Guerra Mundial encumbró a la Hispano-Suiza y tanto la Guerra Civil española como la Segunda Guerra Mundial fueron desastrosas para la marca. La fábrica de París resultó destruida en el conflicto.

Su decadencia se vio agravada con la muerte de Mateu en 1935. Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Birkigt era un anciano que no tenía ya su empuje antaño. Hubo intentos de reorganización pero faltaba el carisma de los dos protagonistas de la historia. “Tras 1946 la marca dejó de producir con tecnología propia y allí finalizó este periodo”, concluye Polo.

Sin embargo, hoy en día ‘La Hispano-Suiza, Fábrica de Automóviles S.A.’ y el Grupo Safran, siguen con la defensa y explotación de la marca mientras que la sociedad francesa Hispano-Suiza del Grupo Safran continúa con la producción de componentes para el sector de la aviación.

Iván Turmo, swissinfo.ch

Marc Charles Birkgit nació en el barrio Rousseau de Ginebra, Suiza, el 8 de marzo de 1878.

En 1895, con 17 años, entró en la Escuela de Mecánica de Ginebra, donde se graduó como Diplomado en Ingeniería a los 20 años.

Llegó a Barcelona a finales del siglo XIX cuando tenía apenas 21 años.

En la época España sufría bastante retraso en tecnología, por lo que era frecuente reclutar técnicos de fuera. Las escuelas suizas tenían ya mucha fama en esos años.

Birkigt ya estaba desde antes en la capital catalana en otra fábrica de coches eléctricos que acabó en la ruina y se convirtió en director técnico.

En 1911 se trasladó a París tras la creación de la sucursal francesa de La Hispano-Suiza. Dirigió la nueva fábrica situada en Levallois Perret.

En 1913 coordinó el traslado a la nueva factoría, en Bois-Colombes, cerca de París.

En 1914 volvió a Barcelona a trabajar en motores de aviación.

En 1938 regresó a Ginebra para hacerse cargo, junto a su hijo Louis, de una nueva empresa: La Hispano-Suiza (Suisse), S.A.

En enero de 1945, Birkigt fue nombrado ‘Doctor Honoris Causa’ por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.

Se retira a Versoix, muy cerca de Ginebra, en la villa Rive-Bleue.

Marc Bikgit falleció el 15 de marzo de 1953, a los 75 años de edad, víctima de un cáncer de pulmón.

Fundación: 14 de junio de 1904, Barcelona, España

Productos:
• Automóviles, básicamente de lujo y de competición
• Motores aeronáuticos y marinos
• Automóviles de transporte de viajeros, mercancías y bélicos acorazados
• Armas

Lugares de Fabricación:

En España:
Barcelona (de 1904 a 1907)
La Sagrera (Barcelona, a partir de 1907)
Ripoll (a partir de 1915)
Guadalajara (a partir de 1920)

En Francia:
París, Levallois-Perret (de 1911 hasta 1914)
Bois-Colombes (a partir de 1914)

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