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A un año del cierre por la pandemia, el deporte de EEUU avanza hacia la normalidad

Imagen del Madison Square Garden de Nueva York durante el himno previo al juego entre los Knicks y los Indiana Pacers del 27 de febrero de 2021, cuando se permitió el acceso a un número limitado de espectadores. afp_tickers

Doce meses después de que la pandemia de covid-19 detuviera en seco el deporte de Norteamérica, las ligas y circuitos profesionales avanzan poco a poco hacia la normalidad intentando absorber un golpe financiero de miles de millones de dólares.

El 11 de marzo de 2020, el comisionado Adam Silver sacudió el mundo deportivo al suspender abruptamente la temporada de la NBA luego de la confirmación del primer contagio de un jugador, el pívot francés de los Utah Jazz Rudy Gobert.

La decisión de la la liga de basquetbol norteamericana desencadenó un efecto dominó y solo horas después el béisbol, fútbol, golf, hockey sobre hielo y otros deportes siguieron su ejemplo suspendiendo sus temporadas o cancelando torneos.

Prácticamente todas las competiciones se fueron reactivando meses después con la necesidad de ajustarse a las nuevas realidades del deporte en la era covid-19 y de afrontar enormes pérdidas económicas de las que siguen sin recuperarse.

La NBA, que registró una caída de ingresos estimada en unos 1.200 millones de dólares la pasada temporada, calcula que puede perder otros 4.000 millones en la campaña actual, a la que también tuvo que recortar 10 partidos por equipo para encajar las fechas.

Sin embargo, el comisionado Silver dijo el sábado que, por primera vez en un año, veía el futuro inmediato con “bastante optimismo” y confió en que la siguiente campaña, la 2021-2022, se celebre con un calendario y unas condiciones cercanas a las pre-pandemia.

“Si la vacunación sigue al ritmo que lo está haciendo y sigue siendo tan efectiva como lo ha sido contra el virus y sus variantes, tenemos la esperanza de tener canchas relativamente llenas la próxima temporada, dijo Silver en su conferencia de prensa previa al Juego de las Estrellas.

La “salud a largo plazo de la liga es muy sólida” pese a las “considerables” pérdidas económicas, aseguró el comisionado.

– Ingresos y calendarios golpeados –

Las Grandes Ligas de béisbol, por su lado, también padecieron un gran golpe financiero y un conflicto salarial con la Asociación de Jugadores, pero en su caso parecen encaminarse hacia un retorno a un calendario tradicional este mismo año.

Mientras la pasada temporada se recortó el programa de 162 a 60 juegos para disputar la Serie Mundial en octubre, las Grandes Ligas proyectan un calendario completo para el curso que arranca el 1 de abril.

También se espera que más estadios abran las puertas a los aficionados, incluido el de los vigentes campeones, los Dodgers de Los Ángeles, aunque las autoridades locales solo les permitan por ahora recibir a unos 100 espectadores.

Otras franquicias, como los Cardenales de St. Louis, recibieron el visto bueno para acoger a unos 14.500 aficionados.

Con el calendario recortado y los estadios prácticamente vacíos, se estima que las Grandes Ligas dejaron de ingresar la pasada campaña entre 2.800 y 3.000 millones de dólares.

La liga de football americano (NFL), que hace un año se encontraba en receso, tuvo más tiempo para prepararse y aprender de la experiencia del basquetbol y el béisbol en la aplicación de pruebas de covid-19 y los protocolos de prevención.

Tras arrancar en septiembre, la NFL consiguió completar sus 256 juegos de temporada regular y los playoffs hasta el Super Bowl de febrero en Tampa (Florida), donde permitió el acceso de una multitud de 25.000 espectadores.

– “Tuvieron suerte” –

Para Zach Binney, epidemiólogo del Oxford College de la Universidad de Emory en Atlanta, los grandes deportes estadounidenses “hicieron cosas realmente buenas” para proteger el regreso de las competiciones.

“La NBA, las Grandes Ligas y la NFL encontraron varias formas de recuperar los deportes sin tener muchos casos (de covid-19) entre sus jugadores y personal”, señaló Binney a la AFP. “Los diversos modelos fueron bastante robustos en ese frente”.

Sin embargo, Binney recalcó también que algunos equipos de la NFL permitieron el acceso de un gran número de aficionados a sus estadios antes de asegurarse de que fuera seguro.

“Creo que fueron imprudentes y tuvieron suerte”, afirmó.

Otros aspectos del panorama deportivo de Estados Unidos también se vieron afectados durante la pandemia.

Los índices de audiencia televisiva de casi todos los grandes deportes se redujeron drásticamente.

El número de espectadores de las finales de la NBA cayó en picada en un 51%, mientras que el de la Copa Stanley de la liga de hockey sobre hielo (NHL) lo hizo en un 61%.

En el caso del Abierto de Estados Unido de tenis, la cifra se desplomó en un 45% e incluso el Super Bowl de la NFL del pasado febrero, que enfrentaba al legendario Tom Brady contra su posible heredero Patrick Mahomes, atrajo a su audiencia más baja desde 2006.

En los deportes universitarios, por su parte, la reducción de presupuestos causados por la pandemia ha llevado a la eliminación de más de 350 programas deportivos, la gran mayoría en disciplinas olímpicas, incluidos el atletismo, la natación y el voleibol.

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