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En Suiza la energía nuclear se acerca a su ocaso

Suiza prevé cerrar todas las centrales nucleares, incluida la de Gösgen, de aquí al año 2034. Keystone

Un año después de la catástrofe en Fukushima, la energía nuclear en Suiza no tiene futuro. Ningún partido político cree aboga por la construcción de nuevas centrales. Aunque no está claro qué camino seguir, lo cierto es que el abandono nuclear constituye un desafío enorme.

“Hay un antes y un después de la catástrofe de Fukushima: la política suiza nunca volverá a ser la misma”, sostiene el presidente del Partido Demócrata Cristiano (PDC, centro), Christophe Darbellay. Efectivamente, todos los políticos consultados por swissinfo.ch –tanto de derecha como de izquierda-, consideran que la decisión de abandonar la energía nuclear es irreversible.

Las declaraciones se produjeron antes de que el Tribunal Administrativo Federal (TAF) anunciara esta semana que la central de Mühleberg (cantón de Berna) no seguirá operativa después de junio de 2013.

La Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora), que inicialmente juzgó demasiado precipitada la decisión de abandonar la energía nuclear, ya no descarta la idea. “El cambio de rumbo es irreversible en virtud de las mayorías en el Parlamento”, declara su vicepresidente Guy Parmelin. En ello coinciden los liberal radicales. “Tras Fukushima nos hemos dado cuenta de que no conseguiríamos un respaldo mayoritario de la población para remplazar las centrales con tecnologías actuales”, indica el diputado Jacques Burgeois.

A este clima político desfavorable a la energía nuclear se añaden dos aspectos prácticos. “El proceso de construcción de una planta es muy largo”, precisa el diputado socialista Roger Nordmann. “Incluso si los partidarios de la energía nuclear consiguen la aprobación de un proyecto de construcción de cinco años, la nueva planta no podría funcionar antes de 2040. Pero nuestras centrales nucleares son demasiado viejas para seguir activas hasta el final de su vida útil. Por lo tanto, es seguro que habrá una fase sin abastecimiento nuclear”.

Símbolo de resistencia

El Gobierno prevé la clausura del último reactor para el año 2034. En Mühleberg, donde se halla la central más antigua del país, las cosas podrían acelerarse.

Aunque la decisión del TAF aún puede ser recurrida ante el Tribunal Federal, todo parece indicar que la planta del cantón de Berna –que ha sido escenario de varios accidentes menores – tiene los días contados. Se necesitarán cientos de millones de francos para su puesta en conformidad.

A ello se suma una fuerte oposición política. Se ha presentado una iniciativa cantonal en Berna que pide su cierre inmediato. La izquierda y los partidos ecologistas respaldan la idea. “Hay que cerrarla urgentemente”, opina Isabelle Chevalley, diputada de los Verdes Liberales. “Alemania clausuró una central con un problema análogo. En Suiza nos conformamos con cualquier chapuza”.

 

La derecha, en cambio, confía en las decisiones de la autoridad de control, según la cual Mühleberg puede seguir en funcionamiento si se realizan los trabajos necesarios. La decisión está en manos de la justicia.

El debate en torno a la pequeña planta nuclear no sorprende a Christophe Darbellay. “Hay mucha polémica, porque esta central representa un símbolo de la resistencia antinuclear”, señala.

Ahorro energético y nuevas fuentes

Los representantes políticos consideran que hay dos medios para paliar los efectos del abandono nuclear. En primer lugar, el ahorro de energía. “Es el primer esfuerzo que se debe hacer”, anota Christophe Darbellay. “Los estudios han mostrado que se podría economizar la mitad de la producción nuclear únicamente en el sector industrial”.

“Solo los aparatos eléctricos en standby (consumo en espera) permiten ahorrar el equivalente de más de una central. Esto nos muestra dónde debemos actuar”, recalca el presidente del Partido Ecologista Suizo, Ueli Leuenberger.

Otra vía es el desarrollo de las energías renovables. “Su potencial técnico sobrepasa ampliamente la energía nuclear actual”, declara Roger Nordmann. “Todos coinciden en que los paneles fotovoltaicos reemplazarán la mitad del suministro nuclear, porque es una fuente sencilla y cada vez más económica. Pero para los periodos invernales habrá que desarrollar también la energía eólica, hidroeléctrica y la biomasa”.

“Técnicamente, todo es posible para avanzar rápidamente, prosigue Leuenberger. “En nuestro sitio de Internet mostramos un escenario para abandonar la energía nuclear hasta fines del año 2020. No inventamos nada. Tomamos simplemente los trabajos hechos por los científicos y la administración federal. Lo que hace falta es voluntad política”.

Sin embargo, los aspectos técnicos no lo son todo. Los distintos representantes de la derecha juzgan indispensable que la seguridad energética del país sea asegurada a “precios competitivos”, según los términos de Jacques Bourgeois.

Un proceso largo

El Gobierno y el Parlamento ya han expresado esa voluntad política de abandonar la energía nuclear. Ahora resta ponerla en práctica, lo cual no será fácil. “Las intenciones son muy bonitas”, dice Guy Parmelin. “Pero cuando veo la lentitud de los procedimientos, pienso que nos podemos topar con sorpresas desagradables”.

De momento, el mundo político está a la expectativa. Espera el informe del Gobierno para tener informaciones concretas sobre cómo abandonar paulatinamente la energía nuclear: modificaciones legislativas, medidas de ahorro energético, costos, calendario, etc. Ese documento será presentado en septiembre.

El informe será sometido a consulta. El Gobierno completará el proyecto antes de transmitirlo al Parlamento. Teniendo en cuenta todas las etapas, es muy probable que el paquete de medidas para reemplazar la energía nuclear no entre en vigor antes del 1 de enero de 2016.

La lentitud del proceso inquieta a algunos políticos, especialmente de la izquierda. “Aún no existe una mayoría que se haya pronunciado claramente a favor de acelerar el abandono nuclear”, señala Ueli Leuenberger. “La duración del proceso constituye un gran problema para el desarrollo de las energías renovables; con los recursos actuales están solamente cubiertas hasta mediados de 2013”, advierte Roger Nordmann.

“Es absolutamente necesario contar al menos con un desbloqueo parcial; de lo contrario se detendrá el desarrollo de las energías renovables antes de que despeguen”.

Suiza dispone de 5 centrales nucleares: Beznau I (1969), Beznau II (1971), Mühleberg (1971), Gösgen (1978) y Leibstadt (1984).

Las centrales atómicas producen casi el 40% de la energía eléctrica que consume el país. El resto proviene casi exclusivamente de plantas hidroeléctricas.

Las nuevas energías renovables (solar, eólica, biomasa, etc.) representan solamente el 5% de la energía eléctrica y menos del 2% de la energía total que se consume en Suiza.

El 25 de mayo de 2011, el Gobierno suizo anunció el abandono progresivo de la energía nuclear.

Las cinco centrales del país serán desactivadas entre 2020 y 2034, o sea, al promediar la duración de su vida útil.

En la sesión de otoño de 2011, el Parlamento aceptó ese cambio dejando, sin embargo, una puerta abierta a las nuevas tecnologías nucleares.

El 1 de diciembre de 2011, el Gobierno anunció que quería examinar en profundidad la eventualidad de una reforma fiscal ecológica.

El Gobierno debe presentar un informe sobre cómo abandonar la energía nuclear (costos, calendario, medidas, etc.). El documento está previsto para la segunda mitad de 2012.

(Traducción: Juan Espinoza)

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