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Adiós al sueño del retiro bajo el sol de España

Más de 6.000 jubliados suizos que viven en España resienten el aumento de los costos en el país ibérico. mm-images

Miles de jubilados suizos han emigrado a la costa española para gozar de su clima clemente y de los precios ibéricos. Pero la inflación ha cambiado sus condiciones de vida y la pensión ya no les alcanza. La era de los "refugiados económicos" terminó.

Con 74 años, Claude tuvo que poner fin a su sueño español. El alza de precios en la Costa Dorada obligó al jubilado a despedirse de su hogar con vista al mar v volver a Suiza. El ideal de toda una generación de pensionados ya no tiene cabida.

“La vida allá se volvió muy cara, ¡Una locura! Hace 15 años, cuando me mudé, era un sueño poder vivir con las mensualidades de la jubilación. Pero ahora, ya no resulta lo suficientemente ventajoso”.

Un corte de pelo ya no cuesta 800 pesetas, sino 12 euros, es decir, subió de 8 a 20 francos suizos. Una comida en un restaurante ascendió de 5 a 13 francos. En promedio, los precios ascendieron un 38% en la última década. En tanto, en Suiza, la inflación alcanzó un 12% en ese periodo.

Pese a todo, el costo de la vida sigue siendo claramente más elevado en Suiza que en España (26% de diferencia, en comparación al 37% de hace diez años). Pero, sea como fuere, para los suizos jubilados el dinero que reciben ya no les rinde como antes en España.

“Aquí cualquier servicio es muy caro”, explica Alex Gouvielos desde Ciudad Quesada. En 1994, este suizo se fue a la costa ibérica para atender a sus compatriotas. Sus tareas: limpiarles las piscinas, instalarles la televisión, ayudarles a resolver problemas administrativos… y, cada vez con más frecuencia, acompañarles en los preparativos para volver a Suiza.

Apretarse el cinturón

“Hace diez años, la gente tenía los medios para ofrecerse la ayuda que requería: transporte, limpieza, asistencia a domicilio, etc. Incluso podían seguir en España tras la muerte de su pareja, o cuando su salud comenzaba a verse afectada.

En esa época, ¡hasta los que percibían un monto reducido de su pensión vivían como reyes! Al punto que se hablaba de “refugiados económicos suizos”, recuerda. “Pero al finalizar los noventa, las tarifas por esas prestaciones se triplicaron. Aquel que recibe 1.600 francos al mes ya no puede pagarlas”.

Diez kilómetros más lejos siguiendo la costa, también el monedero de Alex Frossard sufre por el incremento de precios. Este suizo se fue a vivir a Torrevieja, junto con su esposa española, después de jubilarse, hace diez años. “Está claro que ya no es lo mismo que antes. Un café, cuando llegamos, valía el equivalente a un franco suizo. Ahora cuesta un euro”, constata. “Todo se ha vuelto más caro, pero tengo fe en salir adelante, pese a la situación”.

Otro caso, el de Heidi Neumeier-Bodmer, quien vive en la isla de Tenerife, como otros 250 jubilados suizos. Ella tiene 79 años. Este año, para el 1° de agosto, vendimos dos veces menos distintivos rojos con la cruz blanca de la bandera suiza que de costumbre, ilustra esta dueña de un hotel. “Las parejas que viven aquí, en lugar de comprar dos, tomaron uno. Es increíble como deben reflexionar ahora antes de hacer un gasto”.

Reventa difícil

En las calles de Ciudad Quesada, los hogares suizos se van vaciando poco a poco. Lo mismo ocurre con los británicos y los alemanes, que también enfrentan la explosión de precios. “El lugar ya no tiene nada de paradisíaco”, suspira Alex Gouvielos. “El ambiente ya no es el mismo cuando la mitad de las casas está vacía”.

Una vez que las personas jubiladas vuelven a sus lugares de origen, es muy difícil que sean ocupadas por nuevos propietarios. Como el resto de la costa, la ciudad se ha visto afectada por la crisis inmobiliaria. Los que dejan sus propiedades, esperan a que suban los precios para decidirse a venderlas.

Si bien no es espectacular, el flujo de retornados marca el fin de una época: España dejó de ser El Dorado de los modestos jubilados helvéticos.

“La gran ola de los suizos terminó”, resume Agnès Espinoza, al frente de la agencia inmobiliaria Korus, en Aubonne. “Antes, el sueño ibérico era accesible para todo el mundo. Ahora sólo algunos privilegiados se lo pueden ofrecer”, analiza la especialista que en esta década ha visto caer el negocio.

Golpe de gracia

El último banderillazo ha sido la contracción del mercado hipotecario, sensible desde hace 18 años. Afectados por la situación del sector, los banqueros ibéricos han reforzado las condiciones de préstamo. En el segundo trimestre de 2008, el número de créditos progresó 1,7%, una cifra reducida si se compara con el 4% del año precedente y el 5,6% del segundo trimestre de 2006. En tanto, las tasas casi se duplicaron.

El problema radica en que los inmigrantes contratan sus préstamos ante establecimientos españoles. “En esas condiciones, para los jubilados suizos ya no hay posibilidad de obtenerlos”, ahonda la especialista inmobiliaria. Adiós entonces el sueño de vivir los últimos años como reyes.

Tras años de construcción frenética, España sufre de una indigestión de cemento. Se construyeron casas habitación de modo tan rápido que la demanda no pudo seguir el ritmo. Y esto afecta a todo el país, pues el sector inmobiliario está en el corazón de la economía española. Este rubro significa el 10% del Producto Interno Bruto español y emplea al 13% de la población. Un peso desproporcionado que se produjo justo al entrar el país a la Comunidad Europea, en 1986.

Del ‘boom’ al marasmo

“Estos últimos años, España conoció el fenómeno de la recuperación”, explica Philippe Tabuco, responsable de investigaciones sobre España del BNP Paribas. Y no sólo eso: “Condiciones de financiamiento favorables contribuyeron al ‘boom’ inmobiliario a inicios de esta década”.

Con la apertura del mercado, muchas personas, en su mayoría extranjeros, invirtieron en el sector, especialmente en las zonas costeras. La fuerte inmigración también estimuló la construcción, aunque las tarifas se triplicaron en diez años.

Pero esa buena coyuntura parece ser cosa del pasado: en junio, los precios se redujeron en comparación con los del año precedente, algo nunca visto en, al menos, doce años. Las inversiones en la construcción también disminuyeron (-2,4%) en el segundo trimestre de 2008. Las consecuencias: los hogares se sienten afectados porque su patrimonio perdió valor. Esta percepción los impulsa a reducir su consumo, lo que de facto frena la actividad empresarial.

A esta morosidad se agregan las tendencias macroeconómicas que provoca el fin del auge inmobiliario: las empresas del sector reducen personal, lo que infla la cifra de los parados, de 8,1% a 10,7% este año.

“El 60% de las agencias inmobiliarias del país cerraron en 18 meses”, revela al respecto el suizo Jacques Gaillard, quien dirige en Madrid la Agencia Insert, que ha resultado más resistente que muchas de sus otrora competidoras.

Y finalmente, la inflación –en su nivel más alto desde hace diez años (5,3% en julio, en comparación con un 3,1% en Suiza), merma también el crecimiento. Todos éstos, signos tras lo que se diseña el espectro de la recesión, estima Philippe Tabuco.

swissinfo, Linda Bourget/La Liberté
(Traducido por Patricia Islas Züttel)

174.010 jubilados extranjeros viven en España. 135.773 de ellos llegaron a ese país entre los años 1997 y 2007.

6.137 suizos mayores de 65 años residen en España. La mitad de ellos, en la región de Valencia.

Un incremento de 66,3% de esta comunidad helvética se registró entre 1997 y 2007. Pero la progresión de esa cifra se ha reducido. En 1998 era de 7,1%, el año pasado, de 3,5%.

En total, 77,456 jubilados suizos viven en el extranjero, sobre todo en España, Italia, Francia, Estados Unidos y Alemania.

El monto promedio de su pensión mensual es de 1.050 francos. Para aquellos que deciden continuar su vida en Suiza tras la jubilación, es de 1.750 francos.

Las playas de Tailandia (Phuket, Pattaya) se han vuelto atractivas para los jubilados suizos. En 1997 había 103 jubilados allá. En 2007, 776. La cifra se ha más que sextuplicado.

Bangkok facilita la inmigración. Los jubilados mayores de 53 años pueden gozar de una visa específica para un año de estancia, sin autorización de trabajo. Este documento permite después el permiso de residencia.

El consulado de Tailandia ofrece consejos y apoyo para aquellos que desean establecerse en ese país.

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