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“El WEF ha perdido gran parte de su dimensión simbólica”

Las posiciones de las ONG aún acaparan la atención de la prensa. Keystone

Esta semana, como parte de los trabajos extraoficiales del Foro Económico Mundial de (WEF), se entregan por última vez los ‘premios de la vergüenza’ a las multinacionales “más irresponsables’ del planeta. Para las ONG, artífices de esta anticumbre, Davos ya no es el lugar ideal para plantear sus reivindicaciones.

En noviembre de 1999, las calles de Seattle retumbaron durante la celebración de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Era la primera vez que un grupo de manifestantes bloqueaba un acto de tal envergadura. Un logro que fue génesis de un inmenso movimiento contra la globalización y un preludio de los disturbios anti-G8 de Génova en 2001.

Menos de dos meses después de la ‘batalla de  Seattle’, la organización no gubernamental suiza Declaración de BernaEnlace externo (DdB) decidió poner en marcha una cumbre alternativa al Foro Económico Mundial de Davos, en el que volcó sus críticas y denunció la falta de transparencia y legitimidad democrática del foro. Desde entonces, esta manifestación en el cantón de los Grisones se ha convertido en un símbolo importante para todas las voces que critican la globalización.

Manifestantes en Davos

A principios del milenio, las protestas anti-WEF condujeron en varias ocasiones a una escalada de violencia en Davos, Berna, Zúrich e incluso Landquart, localidad cercana a la estación alpina.

Desde entonces, las manifestaciones han sido cada vez menos numerosas, hasta reunir a apenas cuarentena de personas en 2014. Ni siquiera los Verdes, que llamaron a manifestarse en años previos, presentaron este año una solicitud en ese sentido a las autoridades grisonas.

Y los Jóvenes Socialistas, que en 2012 idearon la operación ‘Occupy WEF’, construyendo un campamento de iglús que representaba a los ‘indignados’ europeos por la crisis, tampoco previó nada para la actual edición del WEF.

“En Davos, una pequeña élite de empresarios aprovecha el acceso privilegiado que tiene a círculos políticos influyentes para imponer sus agendas individuales en el proceso de globalización que se vive”, opina Andreas Missbach, responsable del Departamento de Materias Primas de la Declaración de Berna.

La imagen de las multinacionales

Celebrado a proximidad del Centro de Convenciones de Davos, el ‘Ojo Público’ ha sido durante años una conferencia internacional que organiza paneles de debate desarrollados a lo largo de varios días. Sin embargo, ante el creciente número de detractores de la mundialización –que en más de una ocasión protagonizaron actos violentos– el WEF decidió crear en 2003 el denominado Foro Abierto (Open Forum), un espacio de debate que convida al público en general a discutir los grandes problemas del mundo con representantes de la política y la economía.

“Hemos progresado. Actualmente, el WEF tiene un papel preponderante en la búsqueda de soluciones a los problemas que inquietan a las ONG. Además ha realizado importantes esfuerzos para integrar sus voces a distintos ámbitos de trabajo”, explica Michele Mischler, portavoz del WEF.

Prueba de ello es que organizaciones como Greenpeace u Oxfam participan desde hace más de una década en el Foro, donde tienen la oportunidad de presentar directamente ante los asistentes sus reivindicaciones, anota Mischler.

De cara a la apertura que mostró el WEF, la anticumbre de Davos decidió cambiar ligeramente su fórmula y en 2005 comenzó a otorgar los Premios Ojo PúblicoEnlace externo. ‘Preseas’ que durante los últimos 15 años han atraído la atención de los medios sobre las multinacionales cuyas operaciones cotidianas violan presuntamente los derechos humanos de sus empleados o dañan al medioambiente. “Estos ‘premios a la vergüenza’ han permitido interpelar a muchas multinacionales al atacarlas en un frente que les resulta muy preciado: su imagen”, señala Andreas Missbach.

En 2012, el ‘premio de la vergüenza’ fue concedido a Samsung, acusaba de utilizar sustancias tóxicas en sus fábricas. La denuncia levantó una oleada de indignación en Corea del Sur, donde el gigante electrónico había sido siempre una ‘vaca sagrada’. Otro ejemplo que cita el representante de la DdB es el banco británico Barclays, que año tras año ha recibido el premio. En 2012, el banco renunció a sus actividades especulativas vinculadas al negocio de los alimentos para no poner en riesgo su reputación.

Un armonioso ‘premio a la trayectoria’

El viernes 23 de enero, las ONG Declaración de Berna y Greenpeace entregarán su último ‘premio a la vergüenza’ a empresas que no respetan el medioambiente y los derechos humanos.

Entre los seis nominados a este ‘premio a la trayectoria’ figuran la petrolera texana Chevron y el gigante del gas ruso Gazprom, considerados poco cuidadosos con la protección del planeta.

El gigante estadounidense de los supermercados Walmart, acusado por no respetar los derechos elementales de sus empleados.

La firma suiza GlencoreXstrata, con sede en el cantón de Zug, cuestionada por aprovechar sistemáticamente la frágil regulación que existe en países como Colombia, Zambia o el Congo y poner en peligro la salud de las poblaciones locales con la contaminación que generan sus actividades.

Y finalmente, en la lista de posibles ‘ganadores’ están el banco de negocios estadounidense Goldman Sachs, por su implicación en la crisis de la zona euro, y la sociedad estadounidense Dow Chemical, que ha negado sistemáticamente ser responsable de la catástrofe industrial en Bhopal, India, que causó 25.000 muertos hace 30 años.

Davos, sitio para hacer contactos

Pese a los avances logrados, DdB ha decidido no viajar cada año a los Grisones. Este viernes, 23 de enero, concederá un último ‘Premio a la Trayectoria’ a alguna de las empresas ‘galardonadas’ en años previos con el ‘Premio Ojo Público’. Entre las candidatas se encuentran Walmart, Dow Chemical, Chevron, Goldman Sachs y Gazprom.

El ‘hombre de Davos’, con sus recetas ultraliberales, se estrelló contra un muro y quedó totalmente desacreditado.

Michele Mischler lamenta que desaparezca este premio, ya que  el ‘Ojo Público’ sobre Davos ha contribuido a fomentar el debate. “Esto es lo que representa el WEF: una plataforma para intercambiar ideas. Es necesario que haya voces críticas para que las empresas y el público presten atención a los problemas, precisamente, para luego buscar soluciones”.

Pero ¿por qué se ha decidido eliminar este premio? “El WE ha dejado de ser el lugar ideal para hacer valer nuestras reivindicaciones”, opina Andreas Missbach. “Con la crisis de 2008-2009 perdió gran parte de su dimensión simbólica. El ‘hombre de Davos’, con sus recetas ultraliberales, se estrelló contra un muro y quedó totalmente desacreditado. El capitalismo global solo ha podido salvarse gracias a la ayuda que prestaron los gobiernos, los bancos centrales y el dinero de los contribuyentes”.

¿Cómo explicar entonces el número histórico de invitados –más de 2 500– que participan en la edición 2015 del Foro? Según Andreas Missbach, esta afluencia se debe a que el WEF sigue siendo una oportunidad formidable para que los directivos y políticos de la élite mundial entablen contactos y se reúnan con sus pares.

De regreso a Berna

Marco GiugniEnlace externo, director del Instituto de Estudios sobre la Ciudadanía de la Universidad de Ginebra y especialista en movimientos sociales, hace una lectura diferente de la decisión que ha adoptado la DdB. Considera que esta determinación se inscribe en el declive que han observado durante los últimos años los movimientos antiglobalización.

“Es parte del ciclo natural de todos los movimientos sociales. Pero en este caso en particular, la falta de éxito (del movimiento) ha contribuido a que cada vez movilice a menos personas. Los principales objetivos que tenía, que eran lograr una sociedad más igualitaria, unas relaciones Norte-Sur menos unilaterales y una democracia más participativa, no se lograron”, dice.

Marco Giugni subraya, además, que muchos manifestantes se han mudado paulatinamente hacia movimientos nacidos de las políticas de austeridad adoptadas en Europa y otras regiones. En su opinión, el debate hoy se centra más en las prioridades nacionales.

Y en esta dirección parece avanzar la Declaración de Berna. “Hemos decidido concentrar nuestros esfuerzos en la coalición ‘Derechos sin fronteras’Enlace externo que reúne a más de una cincuentena de organizaciones suizas”, confirma Missbach. En mayo, la coalición emprenderá la recolección de firmas para lanzar una iniciativa popular para endurecer las reglas que deben cumplir las empresas suizas con el fin de obligarlas a respetar los derechos humanos y medioambientales de todos los países en los que operen.

“Ciertamente, en ningún otro país hay tal concentración de multinacionales (como en Suiza). Pienso, sobre todo, en el sector de las materias primas, que es particularmente opaco. Hoy, son numerosas las empresas que redactan informes sobre el desarrollo sostenible o ponen en marcha acciones filantrópicas, pero pocas se han comprometido realmente con los problemas que causan sus actividades”, sentencia Andreas Missbach.

Traducción del francés: Andrea Ornelas

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