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¿China, nido de espías? Cómo se enfrenta Pekín a la CIA

Varios guardias de seguridad chinos, el 13 de mayo de 2017 en Pekín afp_tickers

Una cándida muchacha china enamorada de un pelirrojo con gafas… que resulta ser un peligroso espía. Es el tema de un cómic divulgado en Pekín desde el año pasado, símbolo de los esfuerzos del Gobierno contra el espionaje, sobre todo de Estados Unidos.

Aunque en este caso la heroína supera el trance, entre lágrimas y paternales reproches de la policía, otras historias pueden acabar mal.

Entre finales de 2010 y 2012, China presuntamente encarceló o ejecutó a 20 agentes de la CIA, según un artículo publicado el domingo por el diario estadounidense The New York Times.

Un espía fue incluso presuntamente abatido delante de sus colegas, a modo de advertencia para traidores potenciales.

Esta operación de “limpieza” se llevó supuestamente a cabo en una época sensible, en víspera de la transición política que condujo al poder al actual presidente, Xi Jinping.

Desde entonces, la prensa oficial denuncia regularmente la infiltración de “fuerzas extranjeras”. Y una nueva ley refuerza la vigilancia de las ONG extranjeras, a menudo descritas por los medios estatales como oportunas coberturas para las actividades de espionaje de Estados Unidos.

Para implicar al público en general, el Gobierno promete desde abril a los pequineses generosas recompensas para los informadores que contribuyan a desenmascarar a un espía.

Desde su llegada al poder, a finales de 2012, Xi Jinping “insiste más que sus predecesores en el aparato de seguridad”, observa desde Hong Kong el politólogo experto en China Willy Lam.

– 154 espías –

En 2015 cayeron por corrupción dos ‘peces gordos’: el jefe del aparato de seguridad Zhu Yongkang y el poderoso responsable del contraespionaje, Ma Jian.

La CIA presuntamente reclutó a la mayoría de sus informadores durante los mandatos de estos dos hombres, según Willy Lam. “En la época era relativamente fácil comprar a individuos dentro del sistema y obtener informaciones sensibles (…)”, dice el politólogo.

Sin embargo, tras la “limpieza” de Xi Jinping, Washington “tiene más dificultades en usar los canales habituales para reclutar espías”, añade Lam.

Pero, obviamente, el espionaje no se produce en un sentido único.

Desde el año 2000, Washington ha identificado a 154 espías chinos, declaró el año pasado David Major, un exagente del FBI.

Según su declaración ante una Comisión del Congreso de Estados Unidos, la mitad de ellos habían sido desenmascarados desde 2010.

Además, Washington sospecha que piratas informáticos chinos organizaron el robo de archivos de más de 20 millones de funcionarios estadounidenses.

– “Derrocar al régimen” –

Interrogado el lunes sobre el articulo de The New York Times, el Ministerio chino de Exteriores declaró no tener ningún comentario que hacer sobre “el ejercicio normal de las misiones oficiales de los organismos chinos encargados de seguridad”.

“Las actividades de subversión constituyen un aspecto nocivo de las relaciones sino-estadounidenses”, resume el historiador John Delury, profesor de la Universidad Yonsei, en Seúl.

Desde la llegada al poder de los comunistas, en 1949, “se han tomado muchas iniciativas clandestinas para derribar al régimen”, asegura.

“El aparato chino encargado de la seguridad y de la inteligencia es enorme y dispone de grandes medios”, subraya Paul Monk, especialista de los servicios secretos de Pekín.

Y, para Washington, ponerse al día sobre esas actividades chinas es ahora “la prioridad número uno”, afirma.

Para ello, los estadounidenses deberían tener el inesperado apoyo de un valioso tránsfuga. El hermano de la mano derecha del expresidente Hu Jintao (2003-2013) huyó a Estados Unidos y se afirma que al parecer proporcionó a Washington algunos de los más sensibles secretos del Estado chino.

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