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“No somos racistas”, pero queremos que “Francia siga siendo francesa”

La líder del partido francés de extrema derecha Frente Nacional, Marine Le Pen (c), hace campaña en Saint Raphael, en el sureste del país, el 15 de marzo de 2017 afp_tickers

“No somos racistas, pero este es nuestro país”, afirman bajo el sol de la Costa Azul francesa, feudo tradicional de la extrema derecha, los partidarios de Marine Le Pen, que llaman a un “gran fervor patriótico” en las elecciones presidenciales de mayo.

“Esta vez vamos a ganar… hubo el Brexit, la elección de Donald Trump, los escándalos de François Fillon… los planetas están alineados”, declara exultante Florent Erard, de 27 años, responsable local del jóvenes miembros del ultraderechista Frente Nacional (FN) del Var (sureste), un departamento entre Marsella y Niza.

Este departamento fue el que más votó por el movimiento de extrema derecha en las últimas elecciones, las regionales de 2015, con un 44,6% de los sufragios en la primera vuelta, frente al 27,9% en promedio en todo el país.

Es allí, en la localidad de Saint-Raphaël, donde Le Pen dio uno de sus mitines de campaña la semana pasada.

Desde que estalló en enero el escándalo de los llamados empleos ficticios que salpica al candidato de la derecha, François Fillon, la líder nacionalista antiinmigración se disputa el título de favorita para la primera vuelta de las presidenciales que se celebrarán el 23 de abril con Emmanuel Macron, un exbanquero de negocios que se desempeñó como ministro de Economía del socialista François Hollande.

Las encuestas pronostican un duelo entre Macron y Le Pen en la segunda vuelta del 7 de mayo.

Pero para los partidarios de Le Pen, “Macron no tiene la más mínima posibilidad”. “Los franceses saben de donde viene, es el candidato del mundo de las finanzas, mientras que Marine es la candidata del pueblo”, opina Jean-Marc Micallef, de 55 años, ansioso por ver a “Marine”.

La inmigración, el lugar del islam en Francia y el debate sobre la identidad nacional, temas candentes en el país, alimentan a la extrema derecha, al igual que el miedo que se ha apoderado de una parte de los franceses tras una ola de atentados yihadistas que dejó 238 muertos en 2015 y 2016.

“¡Estamos en nuestro país!”, se escucha en la sala en la que se dieron cita más de mil personas para escuchar a la candidata, portando banderas con los colores azul, blanco y rojo.

Algunos de los presentes afirman sin tapujos que votarán por Le Pen porque quieren que “Francia siga siendo francesa”. Otros, vinieron a escuchar a la candidata “sin filtro de los medios de comunicación”.

– ‘Gente respetable’ –

“El Frente Nacional nunca ha gobernado, no sabemos cómo sería si estuviera en el poder, quizás no sea mejor, pero no puede ser peor”, asegura Philippe, que a sus 45 años participa en un primer mitin electoral.

Betty, una pelirroja de 68 años rebosante de energía, era una fiel seguidora del expresidente conservador Nicolas Sarkozy, derrotado en las primarias internas del partido Los Republicanos (LR). Pero ahora dice estar “asqueada” de la política. “¿Qué otra opción tenemos además de Marine?”, pregunta.

“Pero cuidado, soy moderada”, se defiende. “Además, miren a su alrededor, no hay cabezas rapadas, solo gente respetable”, asegura.

Marine Le Pen, de 48 años, ha logrado suavizar la imagen del Frente Nacional, un partido fundado por su padre, Jean-Marie Le Pen, varias veces condenado ante los tribunales por sus comentarios racistas.

“El electorado del FN es ahora mucho más diverso que hace unos años, hay obreros, empleados, empresarios…”, se congratula Frédéric Boccaletti, responsable del partido en el departamento del Var.

Delante de su puesto de ropa en el puerto de Brusc, más al oeste en la costa del Mediterráneo, Yoan Jenais está feliz de haber podido intercambiar unas palabras con Marine Le Pen.

Este joven de 19 años coincide con las posiciones firmes del partido en los temas de inmigración y seguridad. “No soy racista, pero cuando veo a nuestros padres ir a trabajar como perros y llegar a duras penas a fin de mes, mientras que árabes desempleados se pasean con sus Iphone… No queremos ser mejores que los demás, queremos igualdad”, concluye.

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