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Alexander Lukashenko, camino de un quinto mandato en Bielorrusia

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, y su hijo Nikolai, votando en las elecciones presidenciales del 11 de octubre de 2015, en Minsk, donde todo apunta a una nueva victoria del mandatario afp_tickers

El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, aspira este domingo a un quinto mandato en unas elecciones boicoteadas por la oposición democrática de esta antigua república soviética situada a la puertas de Europa.

Lukashenko, de 61 años, tildado durante mucho tiempo por Washington como el “último dictador de Europa”, está sometido a sanciones de Occidente, que le acusa de no respetar los derechos humanos bajo su presidencia, la más larga del continente, con más de 20 años en el poder.

El presidente bielorruso acudió en septiembre con su hijo de 11 años, Kolia, a la Asamblea General de la ONU, donde el niño permaneció junto a su padre entre la delegación bielorrusa. Kolia suele acompañar a su progenitor en casi todos los viajes oficiales y ya conoce, por ejemplo, al papa y al presidente chino, Xi Jinping.

“Lukashenko envía una señal: se quedará en el poder el tiempo que quiera y nos presenta al próximo dirigente”, comentó a AFP el opositor Anatoli Lebedko, jefe del Partido Cívico Unido.

El desenlace de los comicios parece cantado de antemano ya que el líder se presenta contra tres candidatos prácticamente desconocidos. Lo más imprevisible es la reacción de los países occidentales.

Desde el comienzo de la crisis ucraniana, el presidente bielorruso ha hecho maniobras diplomáticas aprovechando las tensiones entre Rusia y la Unión Europea (UE) para presentarse como mediador. Ha acogido así numerosas negociaciones de paz entre Kiev y los separatistas prorrusos en la capital, Minsk.

“Los occidentales anticipan el resultado de las elecciones. Si todo transcurre con calma, las sanciones europeas se levantarán”, estima Pavel Usov, del centro de análisis político en Varsovia.

Los defensores de los derechos humanos acusan a Lukashenko, en el poder desde 1994, de haber reprimido a la oposición durante su polémica reelección en diciembre de 2010. En un aparente gesto de buena voluntad hacia la UE, las autoridades bielorrusas han liberado a seis opositores encarcelados, incluido uno de sus antiguos rivales de las presidenciales. Eran considerados los últimos presos políticos del país. Ninguno de ellos ha sido autorizado a participar en las elecciones del domingo. La oposición llamó a boicotearlas y exigió a la UE el mantenimiento de las sanciones.

– “No es digno de confianza” –

La ganadora del premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Alexievich, advirtió este sábado a la Unión Europea de que Lukashenko no es de fiar. “Cada cuatro años nuevos líderes europeos llegan al poder y piensan que van a poder arreglar el problema de Lukashenko, desconociendo que él no es un hombre digno de confianza”, dijo en una conferencia de prensa la escritora bielorrusa, que opina que las elecciones de este domingo en su país están arregladas.

“Los votantes con sensibilidad democrática son escépticos sobre estos comicios. Es una situación nueva porque hace diez años había la ilusión de que algo podía cambiar con las elecciones”, considera el opositor Vintsuk Vyachorka. “Todo el mundo sabe que ni siquiera cuentan los votos”, asegura.

– Desaliento –

La campaña electoral se desarrolla en medio de una crisis económica que desmoraliza a los 9,5 millones de habitantes del país. “Es imposible un cambio de poder mediante elecciones”, afirma Leonid Kulakov, un taxista de 55 años.

De los cuatro candidatos sólo Tatiana Korokevich, de 38 años, hizo un amago de campaña electoral, reuniéndose con votantes y concediendo entrevistas.

Según un sondeo realizado por el instituto de estudios políticos y socioeconómicos, el 47,5% de los bielorrusos apoya la candidatura de Lukashenko, contra un 7,2% para Korokevich. El respaldo a los otros dos candidatos, Serguei Gaidukevich y Nikolai Ulakhovich, ronda el cero.

Rusia, que ayuda financieramente a su vecino, desconfía de los intentos de acercamiento de Lukashenko a los países occidentales.

Poco después del lanzamiento de la intervención rusa en Siria a finales de septiembre, el presidente ruso, Vladimir Putin, reiteró su voluntad de extender la presencia militar rusa en Bielorrusia, con una base aérea. Lukashenko se opone pero pide armas a Moscú para, dice, poder defender codo con codo sus territorios frente a las fuerzas de la Alianza Atlántica.

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