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Argentina, entre un empresario liberal y un gobernador kirchnerista moderado

El candidato presidencial argentino Mauricio Macri ondea una bandera celebrando los resultados electorales el 25 de octubre de 2015 en Buenos Aires afp_tickers

Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires, expresidente de Boca Juniors y defensor de la libre empresa, disputará voto a voto con el oficialista Daniel Scioli, un deportista conciliador y con inclinación a la centroderecha, la presidencia de Argentina en la segunda vuelta del 22 de noviembre.

Scioli es un flamante administrador de empresas de 58 años, locuaz a la fuerza en los últimos meses de campaña y sin carisma. Entró en la política apadrinado por el expresidente peronista neoliberal Carlos Menem (1989-99), quien convirtió en táctica electoral su preferencia por gente del deporte y la farándula. Scioli era un campeón mundial de motonáutica.

Macri, de 56 años, es el hijo de otro magnate de los negocios, Franco Macri, fundador de un imperio industrial y de servicios. Estudió en institutos privados, aunque comparte con Scioli la pasión por el deporte y por Boca, y además ambos son descendientes de inmigrantes italianos.

“La gente tiene dificultades para detectar las diferencias entre ambos”, dijo el lunes la directora de la consultora Management & Fit, Mariel Fornoni. Scioli es cordial con las patronales agropecuarias, enemigas feroces de Kirchner, además de su buena relación con los mercados y las grandes corporaciones. El día y la noche con el estilo confrontativo de la mandataria.

– Accidente terrible –

El hombre que pactó con Kirchner la sucesión sufrió una desgracia personal en un accidente con su lancha con motor fuera borda. La hélice le mutiló el brazo derecho en 1989. Se muestra como un ejemplo de superación. Tuvo que aprender a ser zurdo, aunque lejos está de parecerse a un hombre de izquierdas.

Su contrincante, alcalde de la rica ciudad de Buenos Aires, es el fundador del partido PRO, emparentado ideológicamente con el Partido Republicano de Estados Unidos. Para ensanchar su base, intentó una audaz alianza con la debilitada Unión Cívica Radical (UCR, socialdemócrata) e incluso trató de seducir al peronismo no kirchnerista. Inauguró un monumento a su líder histórico, Juan Perón (1946-52; 1952-55 y 1973-74), y dijo estar de acuerdo con los derechos sociales que consagró.

La pareja de Scioli es la exmodelo Karina Rabolini. De una relación extramatrimonial tiene una hija, Lorena, a la que reconoció cuando tenía 15 años, pero mantiene con ella un vínculo estrecho.

Macri es más bien parco, pero en campaña se lo vio sonreír y abrazar a abuelitas y niños al recorrer las provincias más pobres del país. Sus detractores sostienen que es un “niño bien” de la oligarquía, pero ha construido el primer partido derechista con fuerte apoyo electoral en la historia política argentina.

Scioli gobierna desde 2007 la provincia de Buenos Aires, bastión tradicional del peronismo, con casi 16 de los 40 millones de argentinos.

– Puro baile –

Macri no teme al ridículo y baila de manera bizarra para festejar en un escenario sus triunfos electorales. Intenta imitar al fallecido Freddy Mercury, al que admiraba.

A Scioli le encanta el venezolano-argentino Ricardo Montaner, a quien le encomendó crear y cantar el eslogan de campaña. Le gusta el dúo Pimpinela. Los intelectuales del kirchnerismo observan espantados estos gustos musicales. “Votaremos con caras largas, desgarrados”, ilustró el kirchnerista director de la Biblioteca Nacional.

El abuelo italiano de Scioli empezó con esfuerzo el negocio familiar. “En mi casa, los pasillos estaban llenos de heladeras y calefones”, recuerda. La Casa Scioli fue en los años 70 y 80 una popular cadena de artículos electrodomésticos.

El mayor sueño de Macri no fue la política, sino ser “ser el 9 de Boca o cantante”. Jugó al fútbol entre amigos, como hace regularmente el candidato oficialista, aunque en un campeonato de Futsal (fútbol de cinco jugadores por equipo) en su club La Ñata, al norte de Buenos Aires.

El alcalde de la capital logró ser el presidente de Boca en el ciclo más exitoso de su historia, con 17 títulos ganados, 11 de ellos internacionales. Se ha casado tres veces y tiene tres hijos. Ahora está casado con la empresaria textil Juliana Awada, de 41 años, amiga de Rabolini. De esa unión nació una niña de tres años.

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