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Bangladés teme un ‘boom’ de nacimientos en los campos rohinyás

Un nió refugiado rohinyá del estado birmano de Rakáin sostiene en brazos a un bebé el 5 de septiembre de 2017 en un campo cerca de la localidad de Teknaf, en Bangladés afp_tickers

Temiendo un ‘boom’ de nacimientos en los campos ya superpoblados e insalubres de refugiados rohinyás, Bangladés empezó a distribuir contraceptivos a los miembros de esta comunidad musulmana que llegaron al país por cientos de miles huyendo de la violencia en Birmania.

El gobierno de Daca teme que, debido a los gigantescos desplazamientos de población provocados por el conflicto en el oeste de Birmania, los refugiados se instalen en su territorio durante bastante tiempo y se prepara para gestionar una larga crisis humanitaria.

Las autoridades sanitarias de Bangladés esperan limitar los embarazos no deseados entre los refugiados, que podrían provocar abortos peligrosos y un alza de la mortalidad materna.

Voluntarios y empleados de la planificación familiar empezaron esta semana a distribuir preservativos a los hombres y píldoras anticonceptivas a las mujeres y a sensibilizar a cientos de familias rohinyás sobre el control de la natalidad.

Más de 420.000 refugiados de esta comunidad perseguida en Birmania han llegado a Bangladés desde el 25 de agosto, lo que desborda a este país de mayoría musulmana que se encuentra entre los más pobres del mundo.

“Estamos muy preocupados. Si se quedan entre seis meses y un año más, nacerán 20.000 niños”, explica a la AFP Pintu Kanti Bhattacharjee, director de planificación familiar de la localidad de Cox’s Bazar, en el sur del país.

Marginalizados desde hace décadas en Birmania, los rohinyás tienen prohibido el acceso a los hospitales, las escuelas y otros servicios públicos.

Las autoridades bangladesíes constataron que no parecen estar al corriente de los métodos contraceptivos.

“Cada uno de ellos tiene seis, siete, ocho, nueve, diez hijos”, se alarma Bhattacharjee.

Bangladés, que incluso antes del 25 de agosto ya acogía a al menos 300.000 refugiados rohinyás, que huyeron durante olas precedentes de la violencia en Birmania, vio cómo esta vez llegaron cerca de 70.000 mujeres embarazadas o que acababan de dar a luz.

– “Deber religioso” –

Mujibur Rahman, un rohinyá de 25 años que encontró refugio cerca del gran campo de Kutupalong, recibió preservativos y píldoras contraceptivas.

Pero el hombre no parece saber utilizarlos. “El gobierno bangladesí muestra una gran compasión con nosotros. Hagan lo que hagan, son beneficiosos. Estos preservativos y píldoras nos ayudarán sin ninguna duda”, dijo a la AFP.

Sin embargo, no toda la comunidad rohinyá ve estas distribuciones con buenos ojos, especialmente los musulmanes más religiosos.

“Me dieron un paquete. Creí que era una ración de comida”, declara Mohamad Mostafiz, un rohinyá de 40 años con dos esposas y 14 hijos.

“Es nuestro deber religioso tener hijos. Tomar medicamentos para no tener hijos es un pecado. No creo que mi familia los utilice”, agrega.

La comunidad internacional celebró la decisión de la primera ministra Sheij Hasina de abrir las fronteras de su país a los refugiados rohinyás.

Esta prometió construir nuevos campos de refugiados suficientemente grandes como para acoger a 400.000 personas.

Pero también aludió a un controvertido proyecto, consistente en trasladar a los rohinyás a una isla desierta del golfo de Bengala sujeta a frecuentes inundaciones y que necesita enormes inversiones y obras de infraestructuras.

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