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Cuarenta años de fracturas familiares en el Sáhara Occidental

La bandera del Sáhara Occidental ondea en el campamento de refugiados de Smara, en la provincia argelina de Tinduf, el 22 de febrero de 2016 afp_tickers

Cuarenta años de conflicto en el Sáhara Occidental separaron a miles de familias saharauis, como la de Ergueibi Abdelahi, que vive en el campo de refugiados de Smara, con la arena del desierto como único porvenir.

La visita reciente del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a estos campamentos rescató a los refugiados del olvido por unas horas. Y provocó la ira de Marruecos al hablar de “ocupación” del Sáhara Occidental, excolonia española anexionada por Rabat en 1975. Más tarde, Ban dijo que había habido “malentendidos”.

La situación de los saharauis lleva bloqueada desde el final, en 1991, de la guerra entre el Frente Polisario, apoyado por Argelia, y Marruecos. Los independentistas reclaman la autodeterminación y Rabat propone una amplia autonomía. Una misión de la ONU lleva casi 25 años desplegada en el lugar.

Entre tanto, miles de familias saharauis siguen separadas por cientos de kilómetros, a uno y otro lado de un “muro defensivo” en la arena construido por Marruecos en los años 1980. Y eso pese a los reencuentros de los últimos años y a una comunicación más fluida gracias a las nuevas tecnologías.

Ergueibi Abdelahi tenía nueve meses cuando su tía huyó con él en brazos. Sus padres y su hermano se quedaron. Fue en 1978, en plena guerra, dos años después de la retirada del último soldado español de este territorio desértico con más de medio millón de habitantes y rico en fosfatos y pesca.

Hasta que cumplió diez años, Ergueibi Abdelahi creía que su tía era su madre. “Mi madre se había ido al mercado el día que nos salvamos”, cuenta a la AFP este periodista y jefe de la redacción de Radio Smara. “Por lo que me han contado, la gente huyó bajo las bombas, descalza. Llegamos al campo de refugiados y en él nos quedamos”, relata.

Sus tres hijos y su esposa nacieron en el campo de Smara. Como los otros erigidos cerca de Tinduf, a 1.800 kilómetros al suroeste de Argel, lleva simbólicamente el nombre de una gran ciudad saharaui.

Los refugiados, entre 100.000 y 200.000, según las fuentes, viven casi sin ayuda internacional. No se dispone de un censo oficial.

– “Madre, padre y hermano” –

Las dos partes de la familia de Ergueibi pasaron mucho tiempo sin tener noticias la una de la otra. “Los que huyeron pensaban que los que se habían quedado estaban encarcelados o muertos y los que se quedaron bajo ocupación creían lo mismo de los otros”, explica.

“Como era joven, no sentí realmente (esta ausencia), siempre pensé y sigo pensando que el Polisario representa a la madre, al padre y al hermano”, estima Ergueibi.

En 2011, hubo reencuentros familiares “muy emotivos” gracias al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “Pero nada más llegar tuvimos que ir al hospital para ver a mi madre, que no dormía desde hacía una semana”, explica. “Estábamos felices pese a las dificultades”, agrega.

Mohamed Sheij Kentaui no tuvo la suerte de ver a su madre. Frente a una taza de té, echa un vistazo al álbum familiar y cuenta su vida de refugiado. Él no había cumplido los 20 años cuando Marruecos anexionó el Sáhara Occidental. Entonces decidió huir, vestido de militar, con la intención de combatir al ejército marroquí. Pero el Polisario lo convirtió en profesor. En 1996, cuando se hallaba en Argel, se enteró del fallecimiento de su madre hablando con un familiar residente en las islas Canarias, en España.

Doce años después, en 2008, consiguió volver a ver a familiares que se quedaron al otro lado. “Nos recibieron con una gran fiesta que duró cinco días”, afirma Mohamed, actualmente contable.

Jadija Metkhatri pudo reencontrarse con parte de los suyos cuatro años antes. Su padre y uno de sus hermanos habían muerto. “Cuando me fui, mis hermanos todavían iban al colegio” y “a mi vuelta me encontré con hombres que apenas reconocía. Lloré de alegría”, recuerda, antes de dejar a un lado la nostalgia. “No puedo quedarme con ellos; prometí al Polisario que militaría en sus filas hasta la independencia y no lo traicionaré”, asegura.

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