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Decenas de refugiados burundeses mueren por disparos de militares congoleños

Hombres sospechosos de ser rebeldes burundeses que fueron capturados en la República Democrática del Congo (RDC) son escoltados por soldados burundeses el pasado 31 de enero en Gatumba, cerca de la frontera entre Burundi y la RDC afp_tickers

Al menos 36 refugiados burundeses murieron en el este de la República Democrática del Congo (RDC) al ser alcanzados por disparos de militares en “escaramuzas” entre los dos grupos.

Además de los muertos, 124 personas resultaron heridas cuando las fuerzas armadas de la RDC (FARDC) trataban de dispersar una manifestación de refugiados burundeses el viernes por la noche en Kamanyola, según la versión de las autoridades de la provincia de Kivu del Sur, en el este, presa de la violencia desde hace dos décadas. Un militar congoleño perdió la vida.

Las FARDC intentaron dispersar a los refugiados “con disparos al aire pero se vieron desbordados por el lanzamiento de piedras”, declaró a la AFP Josué Boji, director de gabinete del ministro del Interior de Kivu del Sur.

Según Boji, un grupo de refugiados burundeses exigía la liberación de cuatro personas detenidas el miércoles por la noche y “expulsadas a su país de origen”.

Según los primeros elementos de la Misión de la ONU en la RDC (Monusco), la muerte de un oficial congoleño “comportó una escalada de violencia. En respuesta, las fuerzas de defensa y de seguridad congoleñas habrían abierto fuego contra los manifestantes de forma desproporcionada”.

El jefe de la Monusco, Maman Sidikou, avanzó un balance de 36 muertos -contra el de 34 facilitado por las autoridades congoleñas poco antes- y condenó “cualquier forma de violencia intercomunitaria” en un comunicado.

En su cuenta Twitter, el ministro de Relaciones Exteriores de Burundi, Alain-Aimé Nyamitwe, ha recalcado la necesidad de “aclaraciones” sobre las circunstancias de este “tiroteo”.

La agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) también pidió “una investigación de este trágico incidente”, declarándose “conmocionada y entristecida” en un comunicado.

Además, el ACNUR precisó que había enviado, junto a sus socios, “equipos a Kamanyola, incluyendo personal médico, para curar a los heridos”.

Según varios testimonios recabados por la AFP, la mayoría de estos refugiados huyen de la “persecución religiosa” del gobierno burundés. Muchos de ellos son adeptos de la profetisa Zebiya, que asegura haber sido testigo de apariciones de la Virgen en el norte de Burundi.

Burundi atraviesa una grave crisis política salpicada de actos violentos desde la candidatura en abril de 2015 del presidente Pierre Nkurunziza a un polémico tercer mandato y su reelección en julio de ese año.

Esta violencia ha causado entre 500 y 2.000 muertos, según los datos de distintas fuentes (ONU y oenegés), cientos de desapariciones y torturas que empujaron al exilio a más de 400.000 Burundeses.

Más de 36.000 de ellos se han refugiado en la República Democrática del Congo, instalándose en el campamento de Lusenda (este), actualmente saturado, y en otros campos de tránsito.

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