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Dos exalcaldes ruandeses son condenados a cadena perpetua por genocidio

Dibujo realizado en la corte de París que juzga a los exalcaldes ruandeses Tito Barahira (detrás, izq) y Octavien Ngenzi (detrás, dcha), el 10 de mayo de 2016, al inicio del juicio por genocidio contra ellos afp_tickers

Dos exalcaldes ruandeses fueron condenados este miércoles a cadena perpetua por la justicia francesa por su participación en el genocidio de los tutsis en la localidad de Kabarondo en abril de 1994.

Tras un juicio que duró dos meses, Tito Barahira, de 65 años, y Octavien Ngenzi, de 58, fueron condenados por “crímenes contra la humanidad”, “genocidio” y por “practicar de manera masiva y sistemática ejecuciones sumarias” aplicando un “plan con el objetivo de la destrucción del grupo étnico tutsi”.

Se trata de la segunda vez que la justicia francesa se pronuncia en un caso relacionado con el genocidio ruandés, tras la condena a 25 años de prisión en 2014 del ex capitán del ejército Pascal Simbikamgwa.

La pena impuesta corresponde a la condena que pedía el fiscal Philippe Courroye. Según él, los dos condenados, que se sucedieron como alcaldes en la localidad de Kabarondo, fueron los “engranajes fundamentales” del genocidio en la localidad y actuaron como “supervisores” y “verdugos”.

Courroye dijo que ambos habían sido “servidores de los planificadores del genocidio” y que “perdieron su cita con la humanidad” al no pedir perdón y negando las acusaciones hasta el final.

Se trata de un proceso excepcional con casi 250 horas de debates filmados, unos cien testigos, más de 30 toneladas de documentación e incluso un cambio de presidente durante el juicio.

Barahira y Ngenzi habían invocado en su defensa la impotencia que sintieron ante un caos que no vieron venir, en una comuna rural en la que tutsis y hutus vivían “bien”.

“No fui capaz de protegerlos” pero “no soy culpable del genocidio”, repitió Ngenzi durante el juicio.

Sus abogados habían defendido en su favor “la duda razonable” que emerge de unos testigos que durante el proceso incurrieron en contradicciones.

“Estoy muy decepcionado de esta decisión. Pero no estoy tan sorprendido. Creo que podemos esperar que haya una apelación por parte de la defensa”, dijo Philippe Meilhac, abogado de Barahira.

– ‘Entre vecinos’ –

Para las partes civiles, el veredicto fue una liberación silenciosa. Y muchos presentes en la sala lloraron discretamente al conocer la condena.

“Los jurados escucharon la angustia que sintieron las víctimas. Espero que esta condena implique que finalmente se acabe lo de vivir en Francia en la impunidad”, declaró sonriente Alain Gauthier, presidente del Colectivo de Demandantes Civiles para Ruanda (CPCR), una asociación que ha promovido la mayoría de investigaciones.

Tras más de ocho semanas de debates, se ha ido vislumbrando un genocidio entre vecinos, en las colinas aledañas donde en otras épocas los habitantes trabajaban juntos. Un crimen lejos de los centros de poder, al contrario del proceso de Simbikangwa, un hombre influyente en la capital.

Según el cura de la iglesia de Kabarondo, Oreste Incimatata, más de 2.000 personas murieron en un solo día, el 13 de abril de 1994, en el templo, donde se habían refugiado campesinos tutsis esperando encontrar un refugio.

La masacre, a base de machetes, granadas y morteros, duró más de siete horas.

El sacerdote cuenta cómo se acostumbró “a ver a los hombre caer” y recuerda a “bebés pegados al pecho de su madre muerta”.

Como en otras zonas de Ruanda, donde las matanzas empezaron poco después del atentado contra el presidente hutu Juvenal Habyarimana el 6 de abril de 1994, masacres y ejecuciones se sucederán en Kabarondo.

La acusación ve en los alcaldes el motor de la maquina del genocidio. Ngenzi es un “oportunista”, Barahira “pétreo”, que “negó la existencia del genocidio”. “Ngenzi es el alcalde, el dirigente”, Barahira “un oficial del machete”.

La defensa intentó suavizar la imagen de un Barahira sanguinario, visto por múltiples testigos entre los asesinos. Un hombre “al final del camino”, que está en tratamiento por diálisis tres veces por semana.

En Francia hay 26 casos sobre el genocidio de Ruanda en fase de instrucción.

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