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El antiguo bastión socialista francés donde la ultraderecha ya gobierna

El vicepresidente del Frente Nacional y alcalde de Hénin-Beaumont, Steeve Briois, posa junto a un póster de Marine Le Pen, el 30 de enero de 2017, en la localidad francesa afp_tickers

El antiguo bastión socialista minero de Henin-Beaumont, dirigido ahora por un alcalde del Frente Nacional (FN), ha sido eregido por el partido de extrema derecha como un ejemplo de gestión, a menos de tres meses de las elecciones presidenciales.

En 2014, esta ciudad de casas de ladrillo del norte de Francia, de 26.000 habitantes, fue la primera en elegir a un alcalde del FN en una sola vuelta, una victoria local que la líder del partido, Marine Le Pen, espera repetir a nivel nacional.

Una parte del ascenso de su partido anti-inmigración y anti-UE se explica por su popularidad creciente en ciudades como Henin-Beaumont, donde escándalos de corrupción y despidos masivos han alejado a los electores de los partidos convencionales.

Tres años después de su elección, los habitantes de esta ciudad están contentos con la gestión del alcalde del FN, Steeve Briois, nieto de un minero de la región.

“Como mucha gente de aquí, yo era de izquierdas, pero me cambié de lado y no me da vergüenza decirlo. Fuimos traicionados, robados. Este alcalde cumple con sus promesas”, estima Elisabeth Develter, una exempleada de supermercado, ahora jubilada.

Develter fue una de los más de 1.000 habitantes de esta localidad que asistieron el domingo a la recepción de Año Nuevo que ofrecía la alcaldía, con Le Pen como invitada de honor.

En su discurso, Briois, de 44 años, detalló la lista de promesas cumplidas, como la reparación de las aceras, la organización de un mercadillo navideño y sus esfuerzos por reactivar la economía local en una ciudad golpeada por la desindustrialización, donde el desempleo alcanza el 18%, casi el doble de la media nacional. Cada uno de sus logros recibió una salva de aplausos.

– “En abril votaré por Marine” –

Le Pen ganaría la primera vuelta de las elecciones del 23 de abril, pero sería derrotada en la segunda ronda del 7 de mayo por el centrista Emmanuel Macron, según los últimos sondeos.

El candidato de la derecha, François Fillon, perdió su título de gran favorito tras la revelación de que había presuntamente contratado a su esposa e hijos como asistentes parlamentarios por cientos de miles de euros, en empleos supuestamente ficticios.

En abril “votaré por Marine”, señaló entusiasta Elisabeth, de 70 años. “No quiero ni de la izquierda ni de la derecha. Los que están en el poder nos han engañado. Son ellos los que hicieron subir al FN, no nosotros”.

En los años 2000, Henin-Beaumont se encontraba al borde del precipicio tras la desastrosa gestión y prácticas fraudulentas del alcalde socialista Gerard Dalongeville. La extrema derecha, bien implantada localmente, se presentó con éxito como salvadora de la ciudad.

Ahora, el alcalde se felicita por haber “recobrado la confianza de los habitantes que estaban hastiados” de la política. Hasta el punto de hacer olvidar los escándalos que salpicaron en el pasado a otros municipios del FN en el sur de Francia.

No obstante, esta imagen lisa esconde una realidad preocupante, alerta la oposición municipal. Hace cuatro meses, la alcaldía votó una declaración titulada ‘Mi comuna sin migrantes’. Y esto sin motivo particular, ya que en la zona no hay ni un centro de acogida para migrantes.

“Crear ansiedad para levantar adhesión, esto es típico del populismo”, se lamenta el socialista Stephane Filipovitch. “El FN en Henin-Beaumont es doctor Jekyll y míster Hyde”, estima Marine Tondelier, concejala ecologista, que denuncia la “intimidación” que sufren las asociaciones, los políticos y los periodistas locales que critican a la extrema derecha. “Aíslan a la gente que resiste”, afirma.

Sin embargo, estas voces críticas son minoritarias en Henin-Beaumont, a diferencia de a nivel nacional, señala Steeve Briois, quien es también miembro del equipo de campaña de Marine Le Pen.

“Desde 2011 hemos progresado en cada elección. Pero una parte de los franceses rechaza al FN. Antes, el 60% pensaba que éramos el diablo en persona, ahora el 40% lo piensa. Nuestra misión es aquietarlos”, explica.

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