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El ejército afgano recupera parte de Kunduz ante los talibanes

Un vehículo artillado de la policía afgana, quemado en una calle de Kunduz tras la recuperación de la ciudad por el Ejército de manos de los talibanes, este jueves 1 de octubre al norte de Afganistán afp_tickers

Las tropas afganas recuperaron el jueves parte de la estratégica ciudad norteña de Kunduz, ocupada durante tres días por los talibanes, si bien se seguían produciendo combates en algunos barrios de la localidad.

Aunque se confirmara, la recuperación de Kunduz estaría lejos de suponer una victoria a largo plazo de Kabul contra los talibanes, derrocados por los occidentales en 2001 y protagonistas desde entonces de una sangrienta insurgencia.

Numerosos habitantes indicaron a la AFP al iniciarse la jornada que el ejército había arrebatado varios barrios centrales a los rebeldes, quienes se apoderaron de la ciudad el lunes en un asalto fulminante.

“Las fuerzas afganas retomaron el control de Kunduz” afirmó Sediq Sediqqi, portavoz del ministerio del Interior, aunque matizó que las “operaciones van a tomar aún un tiempo pues los talibanes disparan desde las casas y han instalado artefactos explosivos”.

Por su lado, los talibanes desmintieron oficialmente haber retrocedido. Su portavoz, Zabihulá Mujahid, dijo incluso que los combatientes habían “expulsado a los invasores y a las fuerzas del gobierno fantoche” fuera de Kunduz.

Pero un comandante rebelde interrogado por la AFP dijo bajo el anonimato que los talibanes están dejando la ciudad, abriendo la vía a la recuperación total por parte del gobierno.

“Los talibanes se fueron de la mayoría de los barrios, pero esta retirada forma parte de la estrategia. Nuestro objetivo (al atacar la ciudad) era mostrar nuestra fuerza y lo hemos logrado. Hemos demostrado que podemos tomar cualquier ciudad en cualquier momento”, explicó.

Según un habitante contactado por la AFP, el jueves por la mañana seguían produciéndose combates esporádicos y en las calles yacían cuerpos sin vida de talibanes. Otro, Mangal, dijo oír “enfrentamientos violentos” desde el sótano en el que se había refugiado, a 2 km del centro de la ciudad.

La toma de Kunduz, una ciudad estratégica en la ruta hacia Tayikistán, supuso un revés para el presidente Ashraf Ghani, en el poder desde hace un año, y las fuerzas armadas, solas en primera línea tras el fin de la misión de combate de la OTAN en diciembre pasado. En una rueda de prensa el jueves por la noche, Ghani prometió “castigar a los que no cumplieron su deber” .

La Alianza sólo cuenta con 13.000 soldados en Afganistán, limitados a un papel de formación y asesoramiento. Pero, frente a las dificultades de las tropas afganas, soldados alemanes, estadounidenses y británicos de las fuerzas especiales fueron enviados a Kunduz.

Los soldados estadounidenses “respondieron” este jueves a tiros talibanes en la ciudad, indicó la OTAN, que no dio un balance de víctimas del incidente. El ejército estadounidense también llevó a cabo varios ataques contra los talibanes.

Abdul Rahman, un habitante, dijo que la bandera tricolor afgana había reemplazado el estandarte blanco de los talibanes con la shahada —la profesión de fe islámica—, izada el lunes en la plaza principal de Kunduz. “Los talibanes sufrieron importantes pérdidas durante la noche”, dijo.

– Conversaciones de paz –

Durante tres días de ocupación, muchos habitantes huyeron y la posibilidad de una vuelta al régimen fundamentalista de los talibanes (1996-2001) asustó a más de uno, especialmente a las mujeres. Las tiendas cerraron, la comida empezó a escasear y en muchos barrios el agua y la electricidad estuvieron cortados.

En ese período medio centenar de personas murieron y unas 300 resultaron heridas según fuentes sanitarias locales y una portavoz de Médicos sin Fronteras (MSF).

Por su parte Amnistía Internacional, que recogió los testimonios de habitantes que huyeron, denunció que los talibanes imponen un régimen de “terror” en Kunduz y que han cometido “violaciones colectivas y asesinatos de masa”.

La toma de Kunduz, con sus 300.000 habitantes, constituyó el primer gran éxito del nuevo jefe de los talibanes, el mulá Ajtar Mansur, nombrado tras el anuncio en julio de la muerte de su predecesor, el mulá Omar, pese a suscitar divisiones internas.

Los insurgentes se sienten galvanizados por esta “gran victoria” como la llamaron.

“Los talibanes saben que no tienen los medios de mantener el control de una gran ciudad como Kunduz. Pero la toma muestra todo el peso que tendrán durante futuras conversaciones de paz”, estimó el analista militar Atiqula Amarjil.

Estas negociaciones, cuya primera ronda tuvo lugar en Pakistán en julio, fueron suspendidas tras el anuncio de la muerte del mulá Omar.

En los últimos tres meses, la violencia se recrudeció en Afganistán. Los talibanes multiplicaron los atentados en el norte, antaño relativamente estable.

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